Nueva York (AFP) – Primero intentó matar al esposo de su sobrina. Y luego ordenó a su sobrino matar a su primo porque éste planificaba secuestrar a su propia abuela.
No es el guión de una enrevesada narconovela, sino la historia de Alex Cifuentes Villa, el hijo menor de una importante familia de narcotraficantes colombianos que durante años trabajó estrechamente con el capo mexicano Joaquín «Chapo» Guzmán, y cuyas tribulaciones han salido a la luz en su juicio en Nueva York.
Alex Cifuentes, que comenzó a traficar drogas a los 10 años, aprendiendo el oficio de su madre, su padre y sus hermanos, fue arrestado en México en noviembre de 2013 y luego deportado de Colombia a Estados Unidos. Preso en este país, colabora con el gobierno a cambio de una eventual reducción de su sentencia.
Durante cuatro días fue un increíble testigo del juicio del Chapo, con quien vivió en las sierras de Sinaloa durante dos años, revelando al jurado con todo lujo de detalles la vida cotidiana del famoso exjefe del cártel de Sinaloa en la clandestinidad, incluidas las visitas de su esposa y amantes, y cómo administraba su multimillonario negocio.
– Primero los negocios –
Pero también reveló, a insistencia del abogado de la defensa Jeffrey Lichtman, los agudos problemas que padecía su familia.
Cifuentes, de 50 años, contó que en 2008 pagó a su sobrino Jaime Roll Cifuentes -hijo de su hermana Lucía Inés- poco más de mil dólares para localizar a Juan Zapata o «Juan Bonito», pareja de su sobrina, que trabajaba con ellos en el negocio de la droga y a quien quería matar porque habían «inconsistencias de dinero con él y pensábamos que era un informante».
El Chapo, relató, le dijo que pondría 50.000 dólares para matar a Juan Bonito.
Y luego decidió matar también a su sobrino Jaime, porque «se robó una cocaína y trató de secuestrar a mi mamá», o sea, a su propia abuela, relató.
Cifuentes, no obstante, dijo ante el jurado que no consiguió matar a ninguno de los dos.
Hurgando en las transcripciones de reuniones que Alex Cifuentes tuvo con fiscales estadounidenses, Lichtman lanzó una pregunta tras otra sobre la disfuncional familia, intentando presentar al testigo como un criminal mentiroso y sin escrúpulos, capaz de todo a cambio de conseguir lo que quiere.
«Usted tiene una cuñada, ¿Patricia? ¿Usted le dijo al gobierno que amenazó con matarla?», preguntó Lichtman. «¿Y usted amenazó con matar a su exmujer, Valentina?».
La fiscalía objetó a ambas preguntas, que Cifuentes no respondió.
Un hermano de Alex, Jorge, fue arrestado en Venezuela en 2012 y está preso en Estados Unidos, donde coopera con el gobierno. Fue testigo del juicio del Chapo en diciembre.
Otra hermana, Dolly, fue arrestada en 2011 y deportada a Estados Unidos al año siguiente, pero fue sorpresivamente liberada en 2015. Dos hermanos fueron asesinados: Fernando y Francisco, alias «Pacho», un expiloto y socio de Pablo Escobar. La última hermana, Lucía Inés, fue arrestada en Colombia en 2014 junto a su hijo Jaime Roll Cifuentes.
– «Un hombre honesto» –
El testigo también contó que intentó contratar a los Hells Angels para que mataran a su secretaria y gran amiga Andrea Fernández Velez en Canadá.
Andrea era su persona de mayor confianza. La conoció a través de una actriz colombiana, y como no tenía dónde vivir, le ofreció su apartamento en Cancún.
Andrea manejaba toda su caja chica, le compraba su ropa, sus relojes y todas sus cosas personales, hasta «sábanas de 500 dólares», según Lichtman. Manejaba su agenda y sus contactos, y como su vocera, se reunía con integrantes de la guerrilla colombiana de las FARC o con militares corruptos.
Tenía también una agencia de modelos en Ciudad de México que facilitaba compañía femenina a militares mexicanos, todo pagado por el Chapo.
En una oportunidad, a pedido del capo mexicano, Fernández ofreció a un general mexicano no identificado 10 millones de dólares para que dejara de perseguir al Chapo, pero rechazó la oferta, y el acusado, furioso, decidió matarla, contó Cifuentes.
«Ella traicionó a mi patrón», dijo.
Cifuentes insistió pese a todo en que es «un hombre honesto».
«¿Usted es un hombre honesto?», le preguntó incrédulo Lichtman.
«Sí señor», le respondió Cifuentes.