Esteli (Nicaragua) (AFP) – En Estelí, una ciudad en el noroeste de Nicaragua, las historias familiares son utilizadas para exaltar los valores de «trabajo y pasión» que le han dado al tabaco nicaragüense su éxito y reputación.
Con medio centenar de fábricas pequeñas y grandes, Estelí le dio en 2018 a Nicaragua el título de primer país exportador de puros, por encima de República Dominicana, con más de 255 millones de dólares en ventas.
Este logro alcanzado en apenas medio siglo se debe en gran parte al trabajo obstinado y tenaz de algunos padres fundadores, cuyos hijos e hijas dirigen actualmente sus empresas.
«Esta es una empresa familiar… Yo tengo el título de gerente pero son muchos hermanos y primos que asumen la responsabilidad en diversos niveles», explicó Jorge Padrón durante el festival del puro nicaragüense, del 21 al 25 de enero.
Jorge tomó el lugar de su padre, Orlando, fundador de la marca «Padrón».
«Nosotros trabajamos en esta empresa desde que somos niños… Eso facilitó mucho las cosas para asegurar la continuidad después de la muerte de mi padre en diciembre de 2017», agregó.
En la fábrica My Father Cigars (Puros Mi Padre), la historia es la misma: «Nosotros somos una familia, no tenemos títulos en la empresa», dice secamente Janny García, mientras el patriarca, «Don Pepín», acompaña una visita a su inmensa fábrica, que asemeja un pequeño fuerte a la orilla de la ruta panamericana que atraviesa Estelí.
«Don Pepín», un maestro fabricante de puros originario de Villa Clara, en el centro de Cuba, dejó la isla en 2001 para fundar su propio imperio en Miami y Estelí.
Actualmente, a los 70 años de edad, el patriarca incorporó a la empresa a su hijo Jaime, su hija Janny y su yerno Pete Johnson, quienes forman un clan muy unido y conservan el secreto familiar.
Así como «don Pepín» y Orlando Padrón, muchos de los fundadores de las dinastías tabacaleras de Estelí llegaron de Cuba sin más equipaje que su conocimiento y, a veces, algunas semillas de tabaco.
– Exiliados cubanos –
«Todos nosotros comenzamos así, con una o dos mesas para fabricar puros, a veces en una habitación de hotel», recordó Christophe Leroy, fundador de la marca Horacio junto a Fabien Gil, cuya fábrica es la única que porta los colores franceses en Nicaragua.
Otros dos exiliados cubanos, Simón Camacho y Juan Francisco Bermejo, fundaron en 1968 la decana de las fábricas de Estelí: Joya de Nicaragua.
Tras huir del comunismo, ellos llamaron la atención, años después, del exdictador nicaragüense Anastasio Somoza, quien conoció sus puros en 1971… en la Casa Blanca.
Se los ofreció el entonces presidente estadounidense Richard Nixon, pues el tabaco nicaragüense estaba libre del embargo que le impedía acceder a los puros cubanos.
Ese embargo impide el acceso de los habanos al mercado estadounidense, que equivale a la mitad de los consumidores del mundo, una circunstancia de la cual Estelí saca provecho.
Nacionalizada por la Revolución Sandinista (1979-1990), la histórica fábrica de Joya de Nicaragua está dirigida actualmente por Juan Martínez, hijo de quien compró luego la empresa, Orlando Martínez.
En Estelí, estas sagas familiares son parte del arsenal de mercadeo de las empresas. Son raras las fábricas que no destacan a un padre o un abuelo fundador.
Los valores de solidaridad familiar se extienden a los empleados de las fábricas. «Nosotros cuidamos a nuestra gente», suelen decir los patrones de las fábricas.
Con salarios de entre 315 y 350 dólares mensuales, los miles de empleados de las fábricas nicaragüenses de puros reciben beneficios adicionales como transporte gratuito, guarderías infantiles y escuelas, cafeterías e incluso consultorios médicos.
No es de extrañar que Estelí haya atraído así a habitantes de otras partes del país, con lo que su población pasó de 135.000 personas en 2002 a más de 230.000 en la actualidad, dándole un aire de pequeña ciudad repleta de actividad.