Madrid (España).- Alfonso Reyes, destacado pensador y escritor mexicano, sigue dejando huella en la cultura literaria, incluso más de seis décadas después de su fallecimiento. 

Nacido en 1889 en Monterrey y fallecido en 1959 en Ciudad de México, Reyes fue una figura clave en la literatura del siglo XX. 

Su legado fue depositado recientemente en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes, un gesto que subraya la trascendencia de su obra y su impacto perdurable.

La ceremonia de entrega, realizada en la Capilla Alfonsina de la Biblioteca Universitaria, contó con la presencia de figuras destacadas como el director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, y José Javier Villarreal, secretario de Extensión y Cultura de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL). 

Durante el evento, se destacó la contribución de Reyes no solo como escritor, sino también como diplomático y promotor del diálogo entre culturas.

Uno de los tesoros entregados fue un manuscrito original de Reyes, «Breve comentario de la  Ilíada», que muestra su profundo amor por la obra de Homero. Aunque curiosamente Reyes nunca aprendió griego ni visitó Grecia, su interpretación de la «Ilíada» es considerada una de las más rítmicas y musicales, destacando su habilidad para capturar el espíritu griego a través de su prosa.

García Montero remarcó que Reyes encarnaba valores fundamentales como el conocimiento y la apertura cultural. Además, recordó cómo Reyes, a través de instituciones como el Colegio Nacional y el Fondo de Cultura Económica, ofreció un refugio y un espacio de crecimiento a muchos exiliados españoles tras la Guerra Civil española.

Esta donación simboliza el deseo de la UANL de fortalecer los lazos culturales y preservar el legado de figuras eminentes como Reyes. La Caja de las Letras del Instituto Cervantes, que ahora alberga el manuscrito, se convierte en un custodio de la rica historia literaria de habla hispana.

Reyes fue un hombre de vasta erudición y variados intereses. Desde su juventud mostró una inclinación hacia las letras, manifestándose no sólo en poesía y ensayo, sino también en narrativa y crítica literaria. Su obra, diversa y prolífica, incluye títulos como «El plano oblicuo», «Visión de Anáhuac» e «Ifigenia cruel», que han sido fundamentales en la literatura hispanoamericana.

Fue también un diplomático destacado, cuya labor fue crucial en la promoción de la cultura española y latinoamericana. Vivió en varios países y su influencia se extendió por toda Europa y América. Además, fue un intermediario cultural entre España y México, facilitando el intercambio intelectual y literario entre ambos países.

La Capilla Alfonsina, donde se custodia su biblioteca, es testimonio de su pasión por los libros. Este espacio no solo alberga su vasta colección, sino que también se ha convertido en un centro de estudio sobre su vida y obra, preservando su legado para futuras generaciones.

Al recordar a Alfonso Reyes, es imposible no reconocer la profundidad de sus textos, su habilidad para tejer relaciones y su compromiso incansable con la cultura. Su vida y obra siguen siendo una fuente de inspiración y un recordatorio del poder de las letras para trascender fronteras y tiempos.