México (AFP) – El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, prometió este miércoles «cero impunidad» y reconocimiento tanto a civiles como a militares caídos durante la llamada Guerra Sucia, cuando el Estado cometió crímenes como torturas, desapariciones y ejecuciones entre 1965 y 1990.

«Esa es la instrucción: el que no ocultemos nada, absolutamente, cero impunidad», dijo el mandatario izquierdista durante la ceremonia de inicio de actividades de una Comisión de la Verdad que buscará esclarecer abusos cometidos entonces por el Ejército y otras agencias de seguridad.

En aquellos años, el entonces hegemónico Partido Revolucionario Institucional (PRI) ejerció el poder con mano dura y reprimió violentamente a grupos guerrilleros, estudiantiles y sindicales, ejerciendo prácticas violatorias de los derechos humanos como tortura, secuestro, ejecución extrajudicial y desaparición forzada.

«De esta manera honremos la memoria de los que perdieron la vida, de los que se nos adelantaron y que lucharon por un ideal o lucharon en cumplimiento de un deber», agregó López Obrador.

La inclusión de los militares que murieron en acciones ocurridas durante aquella época en un mecanismo de reconciliación, así como en un monumento conmemorativo fueron anunciados por el secretario de Defensa, general Luis Cresencio Sandoval, generando la protesta de los familiares de las víctimas civiles.

«Con orgullo les expreso que el propio mandatario autorizó inscribir los nombres de militares fallecidos con motivo de los hechos del pasado en el monumento a los caídos de las fuerzas armadas», dijo Sandoval.

De inmediato, gritos como «¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!» o «¡Ni perdón, ni olvido!» resonaron en el sitio de la ceremonia, tapando la voz de Sandoval.

Reconoció que algunas acciones militares durante la Guerra Sucia en aquella época «se alejaron de los principios de legalidad y humanidad», pero insistió en que históricamente las fuerzas armadas «han permanecido subordinadas» al presidente, su comandante supremo según la Constitución.

Micaela Cabañas, hija del líder guerrillero Lucio Cabañas -ejecutado por militares en 1974-, fue una de las oradoras de la ceremonia celebrada en un campo militar del central estado de México, que fungió como principal centro de detención extrajudicial y comando de grupos represivos del Estado mexicano.

Recordó que fue prisionera en dicha instalación cuando tenía apenas dos meses de nacida, mientras su madre era «torturada, violada y ultrajada».

«Con nada nos van a pagar todo lo que pasamos y todo lo que sufrimos en estos lugares. Con nada nos van a devolver a los familiares que quedaron a la espera de justicia», dijo Cabañas.

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