Sacramento (California).- Una grave crisis de salud pública se está desarrollando en los talleres de fabricación de encimeras de piedra artificial en California, donde decenas de trabajadores, en su mayoría jóvenes inmigrantes hispanohablantes, han sido diagnosticados con una forma letal de silicosis.
Esta enfermedad pulmonar, provocada por la inhalación prolongada de polvo de sílice cristalina, está afectando de forma acelerada a quienes trabajan en la elaboración de encimeras de cuarzo, material que ha ganado popularidad en cocinas y baños por su durabilidad y estética.
Según el bufete de abogados Brayton Purcell LLP y múltiples investigaciones científicas, la piedra artificial contiene más del 90 % de sílice cristalina, una concentración mucho más alta que la de piedras naturales como el granito o el mármol.
Durante la fabricación, el corte y el pulido de estas losas liberan polvo ultrafino que penetra profundamente en los pulmones, incluso cuando se utilizan sistemas de supresión como agua o ventilación. Estudios han documentado niveles de exposición al polvo de sílice que superan hasta 13 veces el límite legal estadounidense de 50 microgramos por metro cúbico de aire, una realidad alarmante para los trabajadores en esta industria.
A diferencia de la silicosis tradicional, que suele aparecer después de décadas de exposición, esta forma acelerada comienza a deteriorar los pulmones tras pocos años —o incluso meses— de trabajo en contacto con este polvo tóxico. Los síntomas avanzan rápidamente, provocando daño pulmonar irreversible que puede derivar en la necesidad de un trasplante de pulmón o incluso la muerte.
Sin embargo, muchos trabajadores carecen de seguro médico, enfrentan barreras lingüísticas y no conocen sus derechos, lo que dificulta un diagnóstico temprano y acceso a tratamientos adecuados.
Las estadísticas del Departamento de Salud Pública de California (CDPH) son contundentes. Hasta abril de 2025, se han confirmado 294 casos de silicosis, con 15 fallecimientos y 31 trasplantes de pulmón realizados. La edad promedio al momento del diagnóstico y la muerte es de solo 46 años.
La mayoría de los afectados son hombres inmigrantes latinos que trabajan en pequeñas empresas o como contratistas independientes, fuera del alcance de sistemas de protección como el seguro de compensación para trabajadores.
Las historias individuales que emergen de esta crisis reflejan el drama humano detrás de los números. Muchos afectados han seguido trabajando, incluso después de ser diagnosticados, por la necesidad de mantener a sus familias.
Otros han llegado a las salas de emergencia en estado crítico, inicialmente mal diagnosticados con infecciones respiratorias. La falta de recursos y de apoyo institucional ha dejado a las familias de estos trabajadores devastadas tanto económica como emocionalmente.
La situación ha llevado a algunos países como Australia a tomar medidas drásticas. Tras enfrentar una epidemia similar, Australia decidió en 2024 prohibir completamente la piedra artificial tras concluir que los controles de ingeniería no son suficientes para proteger la salud de los trabajadores.
En contraste, en Estados Unidos, la producción e instalación de estos productos continúa ampliamente sin restricciones, a pesar de la creciente evidencia de los daños irreversibles que provoca.
Expertos médicos y defensores de los derechos laborales están pidiendo medidas urgentes. La Dra. Jane Fazio, médica del Centro Médico Olive View UCLA, ha sido una de las voces más contundentes, declarando que ha perdido la fe en que este material pueda trabajarse de manera segura. Incluso uno de los principales fabricantes, Cosentino, ha propuesto una prohibición parcial, instando a limitar la sílice a menos del 40 % en las losas.
Ante la falta de protección laboral, las demandas civiles se han convertido en la única vía para que los trabajadores afectados obtengan compensación y atención médica. Estas acciones legales podrían cubrir trasplantes, facturas médicas, pérdida de ingresos y apoyo a largo plazo para sus familias.
Dado el vertiginoso deterioro que produce la enfermedad, defensores están pidiendo a los tribunales de California que aceleren estos procesos judiciales.
Mientras las encimeras de cuarzo siguen ocupando un lugar destacado en hogares y comercios por su apariencia y resistencia, los trabajadores que las fabrican pagan con su salud y sus vidas. La historia de esta crisis no solo plantea preguntas sobre la seguridad en el trabajo, sino también sobre la equidad, la justicia y la responsabilidad social frente a un problema que ya no puede ignorarse.