Addis Abeba (Etiopía).- África vivió en 2024 uno de los años más críticos de su historia reciente en términos climáticos, según el último informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
El continente se vio azotado por una sucesión de fenómenos meteorológicos extremos que trastocaron gravemente la agricultura, la seguridad alimentaria, la disponibilidad de agua y energía, y provocaron desplazamientos masivos, agravando aún más la situación socioeconómica de millones de personas.
El documento, titulado Estado del clima en África 2024, no solo alerta sobre los efectos devastadores del calentamiento global, sino que también subraya la urgencia de actuar colectivamente para enfrentar una crisis que ya no es futura, sino presente y persistente.
El año 2024 fue, dependiendo de la base de datos considerada, el más cálido o el segundo más cálido jamás registrado en África. La temperatura media de la superficie terrestre superó en 0,86 °C la media del periodo 1991-2020, siendo el norte del continente la región más afectada, con un incremento de 1,28 °C.
Paralelamente, las temperaturas del océano alcanzaron niveles sin precedentes, especialmente en el Atlántico tropical y el mar Mediterráneo, donde se observaron las olas de calor marinas más extensas desde que comenzaron los registros en 1993. Estos picos de calor oceánico tienen consecuencias graves: desde la alteración de los ecosistemas marinos hasta el incremento en la intensidad de las tormentas tropicales.
Los impactos sobre las poblaciones humanas fueron devastadores. En África meridional, la sequía golpeó con especial dureza a países como Malawi, Zambia y Zimbabue, donde las cosechas de cereales cayeron hasta un 50 % respecto a la media quinquenal. El lago Kariba, uno de los principales reservorios hidroeléctricos del continente, registró niveles mínimos que desencadenaron apagones prolongados y afectaron gravemente la economía regional.
Mientras tanto, África oriental enfrentó lluvias intensas y prolongadas entre marzo y mayo que provocaron inundaciones masivas, con cientos de víctimas y más de 700.000 personas desplazadas, particularmente en Kenia, Tanzania y Burundi.
El informe de la OMM también resalta que África occidental y central no escaparon a esta tendencia. Inundaciones en países como Nigeria, Níger, Chad y Camerún afectaron a más de cuatro millones de personas y provocaron un elevado número de desplazamientos. En el norte del continente, la producción agrícola también se desplomó, en parte por las temperaturas extremas y la falta de lluvias. En Marruecos, por ejemplo, la producción de cereales fue un 42 % inferior a la media, en un contexto de seis años consecutivos de sequía.
El fenómeno de El Niño y la fase positiva del dipolo del océano Índico desempeñaron un papel clave en la distribución de las precipitaciones, alterando los patrones tradicionales del clima africano. Esta combinación de condiciones ha contribuido a una temporada sin precedentes de ciclones tropicales.
Por primera vez desde que existen observaciones satelitales, dos ciclones —Hidaya e Ialy— se formaron en mayo cerca de Kenia y Tanzania. Además, el ciclón Chido impactó gravemente la isla de Mayotte antes de afectar Mozambique y Malawi, dejando a decenas de miles de personas sin hogar.
Pese a este panorama alarmante, el informe también subraya avances significativos en la región en términos de resiliencia y adaptación climática. Muchos países africanos están apostando por la transformación digital para mejorar los pronósticos meteorológicos y los sistemas de alerta temprana. Herramientas como la inteligencia artificial y las plataformas móviles están revolucionando la manera en que se gestionan y comunican los riesgos climáticos.
Nigeria, por ejemplo, ha implementado plataformas digitales que ofrecen advertencias agrícolas e información climática vital, mientras que en Kenia se utilizan aplicaciones móviles y mensajes SMS para comunicar previsiones a agricultores y pescadores.
El Servicio Meteorológico de Sudáfrica también ha integrado tecnologías de predicción basadas en inteligencia artificial, mejorando la precisión y la velocidad de respuesta ante eventos extremos. En total, 18 Servicios Meteorológicos Nacionales actualizaron en 2024 sus plataformas digitales, con el objetivo de hacer sus servicios más accesibles y eficaces.
Sin embargo, el progreso aún es desigual. La OMM insiste en que se necesita una mayor inversión en infraestructura digital, marcos sólidos para el intercambio de datos y una oferta de servicios más inclusiva. La equidad en el acceso a tecnologías climáticas sigue siendo un desafío, especialmente en comunidades rurales o marginadas, donde los recursos son limitados.
El llamado del informe es claro: es imperativo fortalecer la resiliencia de África ante los embates climáticos que ya están ocurriendo. La iniciativa «Alertas Tempranas para Todos» busca justamente eso, fomentar la colaboración entre gobiernos, organismos internacionales y el sector privado para acelerar las inversiones inteligentes desde un punto de vista climático. Solo así se podrá evitar que los impactos del cambio climático continúen profundizando las desigualdades y comprometiendo el desarrollo del continente africano.