Los Ángeles (California).- A sus 22 años, Jarenni Ambriz está a punto de cerrar una etapa y abrir otra con un impacto que va más allá del ámbito académico. Esta joven, que es la primera de su familia en asistir a la universidad y fue criada en el centro-sur de Los Ángeles, se graduará en Estudios Asiáticos y Asiático-Americanos (AAAS) en la Universidad Estatal de California, Los Ángeles (Cal State LA).
En otoño, comenzará su doctorado en etnomusicología en la Universidad de Columbia, una de las más prestigiosas del mundo, con una beca completa.
Su investigación se enfocará en el heavy metal, una decisión que podría parecer desconcertante al compararla con su formación en estudios asiáticos, pero que, para Ambriz, encierra una conexión profunda.
Desde su perspectiva, tanto los estudios asiáticos como el heavy metal abordan dinámicas de poder e imperialismo.
«Gran parte de los estudios asiáticos gira en torno al imperialismo y las dinámicas de poder entre instituciones. En el heavy metal, también se ven estas dinámicas en las letras, ya sean canciones sobre el control de armas, la brutalidad policial o incluso sobre temas como el agente naranja. Las letras del heavy metal critican a la sociedad», explicó Ambriz.
Así, encuentra un paralelismo entre lo que ha estudiado en el aula y lo que ha vivido como fanática del metal.
La pasión de Ambriz por la historia asiática nació en la preparatoria, luego de ver un documental sobre el genocidio camboyano bajo el régimen de los Jemeres Rojos. Su curiosidad se encendió al conocer el papel de Estados Unidos en el sudeste asiático durante la Guerra Fría.
Lo que comenzó como un interés por Camboya se transformó en una forma de entender el mundo a través del lente de la historia y las relaciones de poder globales. Las imágenes de países en desarrollo de Asia evocaban para ella recuerdos de México, donde vivió durante su adolescencia.
Su traslado a Tuxpan, Nayarit, fue abrupto y trágico: su madre, enferma de cáncer, se mudó con ella y su hermana para vivir con la abuela paterna, pero falleció apenas tres semanas después. Esa pérdida marcó el inicio de una etapa difícil. Alejada de sus raíces en Los Ángeles y sin vínculos previos con sus familiares en México, Ambriz vivió en una situación emocional y académica precaria. El sistema escolar, con escasos recursos, no ofrecía el respaldo que ella necesitaba, y su naturaleza reservada la convirtió en víctima de acoso escolar. Fue una etapa de desconexión y estancamiento.
Esa experiencia marcó una ruptura significativa en su trayectoria personal y académica. Cuando regresó a Estados Unidos y llegó el momento de elegir una carrera, se inclinó por Estudios Asiáticos y Asiático-Americanos, en lugar de optar por Estudios Chicanos y Latinos, como muchos esperaban.
«Tuve muchos traumas y no quería investigar sobre México. No quería revivir todo eso», confesó. AAAS le proporcionó distancia emocional sin aislarla del análisis de estructuras coloniales similares a las que había vivido, lo que le permitió abordar esos temas desde otra geografía, pero con resonancias familiares.
Su investigación de pregrado se enfocó en la escena local del heavy metal, con especial atención a bandas mexicoamericanas que cruzan la frontera para compartir su música con audiencias en México.
Estas bandas, lejos del glamour y la fama, se mantienen activas por amor al arte. Tocan en espacios alternativos como almacenes y patios, y equilibran su pasión con trabajos diurnos que les permiten financiar sus actividades musicales.
Wei-Lun Jason Chiu, profesor asistente en el programa AAAS, destacó el enfoque de Ambriz y su capacidad de unir lo personal con lo académico.
«Guiada por su tenacidad y curiosidad natural, combinó sus intereses personales y académicos para producir una investigación excepcional», señaló. Chiu subrayó la manera en que Ambriz tejió vínculos con bandas locales para comprender cómo las dinámicas de poder, raza y economía afectan el quehacer musical underground.
Durante los últimos tres años, Ambriz ha trabajado como archivista estudiantil en la Biblioteca Universitaria de Cal State LA, donde también fue la curadora de la exposición Metal en la clandestinidad, una muestra dedicada a bandas locales como Devour, Pagan Ritual y Mortalis.
Esta iniciativa no solo visibilizó el movimiento metalero independiente, sino que también consolidó su perfil como investigadora que se mueve con solvencia entre la academia y la comunidad.
Ambriz encontró en el heavy metal algo más que una temática de estudio. Fue, en sus palabras, una vía de escape.
«El heavy metal me dio la confianza que me faltaba. Había pasado por estos cambios de vida a una edad muy temprana y estaba pasando por momentos complicados. Sentí una verdadera conexión con algo».
Ese algo, que para otros puede sonar como ruido, para ella fue una forma de resistencia, de reconstrucción personal y de reencuentro con su voz.
Ahora, con su ingreso a Columbia, Jarenni Ambriz no solo rompe barreras como mujer mexicoamericana en una disciplina dominada por hombres, sino que también desafía las convenciones de lo que se considera conocimiento académico.
Su trabajo promete amplificar voces que suelen quedar al margen y llevar al centro del debate académico a las comunidades que, desde los márgenes, están transformando la cultura.