Desierto de Atacama (Chile).- El Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA) ha revelado un descubrimiento que refuerza una de las hipótesis más trascendentes sobre el origen de la vida en la Tierra.
Un equipo internacional de científicos, liderado por Martin Cordiner del Goddard Space Flight Center de la NASA, detectó que el agua presente en el cometa tipo Halley 12P/Pons-Brooks posee una composición isotópica prácticamente idéntica a la de los océanos terrestres.
Este hallazgo constituye hasta ahora la evidencia más sólida de que los cometas pudieron haber sido transportadores del agua que hoy cubre la mayor parte de nuestro planeta y, con ella, algunos de los ingredientes moleculares esenciales para el surgimiento de la vida.
Desde hace décadas, la comunidad científica debate cómo llegó el agua a la Tierra. La mayoría de las teorías apuntan a que nuestro planeta, en su formación temprana, carecía de agua en abundancia y que esta se incorporó posteriormente mediante impactos de cometas, asteroides y meteoritos.
Sin embargo, las observaciones realizadas a lo largo de los años no siempre coincidían con esta idea. Muchas de las mediciones isotópicas de agua cometaria arrojaban resultados muy distintos a la «huella química» de los océanos terrestres.
Ahora, gracias a las capacidades sin precedentes de ALMA y a la combinación de datos del Infrared Telescope Facility (IRTF) de la NASA, esta brecha de conocimiento ha comenzado a cerrarse.
El cometa 12P/Pons-Brooks, una reliquia helada que se formó hace unos 4.500 millones de años junto al Sistema Solar, fue observado durante su acercamiento al Sol.
En ese momento, la gran sensibilidad de ALMA permitió por primera vez mapear la distribución de agua común (H₂O) y agua pesada (HDO, que tiene deuterio en vez de hidrógeno) en la coma, la nube de gas que rodea al núcleo del cometa.
Estos datos se combinaron con observaciones infrarrojas que lograron determinar con precisión inédita la proporción de deuterio a hidrógeno (D/H). El resultado obtenido, (1.71 ± 0.44) × 10⁻⁴, es la proporción más baja jamás registrada en un cometa tipo Halley y se encuentra en perfecta concordancia con la de los océanos de la Tierra.
La coincidencia no es un dato menor. Significa que, al menos en algunos cometas de esta familia, el agua posee exactamente la misma firma isotópica que la que bebemos y con la que se formaron mares y ríos. Esto respalda con fuerza la teoría de que los cometas, además de ser vestigios del pasado más primitivo del Sistema Solar, pudieron haber sido actores fundamentales en la construcción de un planeta habitable.
«Nuestros nuevos resultados proporcionan la evidencia más sólida hasta la fecha de que al menos algunos cometas tipo Halley transportaron agua con la misma firma isotópica que la encontrada en la Tierra», destacó Cordiner.
La investigación también arrojó una conclusión metodológica de notable relevancia. Stefanie Milam, coautora del estudio, afirma que poder mapear por separado el H₂O y el HDO en la coma ayuda a demostrar que estos gases vienen directamente de los hielos del núcleo y no de reacciones químicas en la nube de gas que lo rodea.
Este detalle aporta mayor solidez a los resultados y elimina posibles dudas sobre el origen de la señal isotópica. Además, la detección de la débil señal de agua pesada tan cerca del núcleo cometario representa un hito sin precedentes en la astronomía moderna.
El cometa 12P/Pons-Brooks pertenece a la misma categoría que el famoso Halley, cuerpos que orbitan al Sol en largos periodos de tiempo y que mantienen en su interior compuestos intactos desde la infancia del Sistema Solar.
Esto los convierte en cápsulas del tiempo capaces de contar historias sobre los orígenes de nuestro vecindario cósmico. En este caso, el relato que trae consigo el 12P/Pons-Brooks se enlaza directamente con la historia de la Tierra, ofreciendo un puente tangible entre el hielo interestelar y los océanos que hoy bañan nuestras costas.
El hallazgo no solo responde a un enigma fundamental, sino que abre nuevas preguntas. Si los cometas tipo Halley pueden contener agua idéntica a la terrestre, ¿cuántos más lo hacen? ¿Hasta qué punto los impactos cometarios fueron determinantes para que la Tierra se transformara en un mundo azul capaz de albergar vida? Y, en una escala más amplia, ¿qué implicaciones tiene esto para la búsqueda de vida en exoplanetas que podrían haber recibido impactos similares en sus propias historias tempranas?
La ciencia avanza a través de pequeñas piezas que, al encajar, dibujan un panorama más claro. Con estas observaciones de ALMA, la pieza del agua terrestre ha encontrado un lugar más firme en el rompecabezas. La posibilidad de que nuestro planeta deba gran parte de su riqueza acuática a viajeros helados del espacio no solo es fascinante, sino que también nos recuerda la profunda interconexión entre la Tierra y el vasto universo que la rodea.