Norman (Oklahoma).- Un artefacto cerámico de la era bizantina, inicialmente identificado como una posible granada de mano antigua, fue donado por la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de los Estados Unidos (CBP) al Museo de Historia Natural Sam Noble, en la Universidad de Oklahoma.
El singular hallazgo es resultado de una colaboración entre agencias federales y académicos que comenzó con la inspección de un paquete descrito simplemente como un «adorno cerámico para decoración del hogar».
El envío, declarado con un valor de tan solo 18 dólares, provenía del Reino Unido y fue revisado en Oklahoma City como parte de los controles aduaneros habituales. Aunque la caja de cartón no presentaba señales de manipulación, su contenido despertó sospechas: una vasija de cerámica cuyo diseño y estado no coincidían con la descripción del manifiesto.
Ante esta incongruencia, los agentes de CBP detuvieron el objeto y contactaron con la oficina de Investigaciones de Seguridad Nacional (HSI).
Tras la detención del objeto, se activó el Programa de Identificación de Propiedad Cultural (CPIP) de CBP, que recibió fotografías y datos del caso. A través de este canal, expertos de la Universidad Politécnica de Milán ofrecieron una primera evaluación: el objeto parecía auténtico y posiblemente se trataba de una antigua granada de «fuego griego», un arma incendiaria utilizada por el Imperio Bizantino.
La investigación tomó un giro académico cuando los agentes de CBP y HSI se pusieron en contacto con el Museo Sam Noble y la profesora Claire Nichols, quien ofreció colaborar. En una reunión con expertos de la Universidad de Oklahoma —entre ellos la Dra. Sue Alcock, el Dr. Joey Williams y el Dr. Mark Pawlowski— se examinó el artefacto de forma presencial.
El consenso fue que la pieza era auténtica, de época bizantina, pero en lugar de un arma, pudo haber sido utilizada para almacenar mercurio o perfumes, según las características de su diseño y material.
A pesar del minucioso análisis, no fue posible determinar con certeza el país de origen ni establecer una cadena de custodia legal. Los agentes de CBP también se comunicaron con el comprador y el vendedor, pero ninguno pudo aportar documentación que probara una exportación legal o la procedencia del objeto.
El director del puerto de CBP en Oklahoma City, Shane Pequano, destacó el compromiso de la agencia con la protección del patrimonio cultural.
«Nuestros oficiales hicieron un trabajo excepcional, colaborando con HSI, expertos culturales y académicos para asegurar que esta pieza fuera identificada correctamente, preservada y puesta a disposición del público».
Según Pequano, la donación del artefacto al Museo Sam Noble representa una forma responsable de conservar y compartir este patrimonio mientras la comunidad científica continúa investigando.
Por su parte, Jim Carmany, agente especial adjunto a cargo de HSI en Oklahoma City, subrayó la importancia de este tipo de operaciones conjuntas.
«Estamos orgullosos de colaborar con CBP para combatir el tráfico ilícito de bienes culturales. Este caso demuestra el valor de unir esfuerzos y conocimientos para proteger elementos del legado humano que no deben estar en manos del comercio ilegal», afirmó.
El Museo de Historia Natural Sam Noble conservará, investigará y presentará el artefacto al público como parte de su misión educativa. La pieza pasará ahora por procesos de conservación y análisis más detallado, con el objetivo de aportar nuevos conocimientos sobre su origen y uso.
Su exposición al público permitirá además que estudiantes, investigadores y visitantes puedan apreciar un testimonio material de la historia bizantina que, de no haber sido detectado, habría quedado fuera del alcance académico y cultural.
El hallazgo resalta la importancia de los protocolos de inspección en aduanas y el papel crucial de las instituciones académicas en la preservación del patrimonio. También pone de relieve la necesidad de establecer controles más rigurosos en el comercio internacional de objetos antiguos, muchos de los cuales circulan sin la documentación necesaria o bajo descripciones falsas que buscan eludir la normativa internacional.
Este caso ejemplar demuestra cómo la colaboración entre autoridades gubernamentales y el mundo académico puede ofrecer una segunda vida a piezas históricas que, sin esa intervención, podrían haber desaparecido en el mercado negro del arte. Mientras tanto, el misterioso artefacto bizantino continúa revelando sus secretos en el corazón de Oklahoma.