San José (Costa Rica).- El volcán Poás, uno de los gigantes más activos y enigmáticos de Costa Rica, volvió a la vida en marzo de 2025 con una serie de erupciones que iluminaron su cráter y sacudieron tanto el entorno natural como el interés científico mundial.

Ubicado a unos 40 kilómetros al noroeste de San José, este coloso de más de 2.700 metros de altura no solo impresiona por su constante actividad, sino también por la ventana única que ofrece hacia la posibilidad de vida en otros planetas.

Entre el 4 y el 7 de marzo, el Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (OVSICORI-UNA) documentó frecuentes erupciones freáticas —explosiones impulsadas por vapor de agua supercalentado— que expulsaron columnas de gases y ceniza visibles a más de un kilómetro de altura.

La situación llevó a las autoridades a emitir el tercer nivel más alto de alerta volcánica, advirtiendo del riesgo inminente de erupciones más peligrosas. Aunque la densa nubosidad impidió obtener imágenes satelitales claras durante semanas, los efectos fueron tangibles: la calidad del aire en pueblos cercanos se degradó por altos niveles de dióxido de azufre y algunos cultivos, como el café, sufrieron daños por la caída de ceniza.

En el corazón del volcán Poás se encuentra la Laguna Caliente, un lago ácido y sulfuroso que hierve en la cima del cráter activo. Su pH se aproxima a cero y contiene concentraciones elevadas de metales pesados, creando un entorno extremo donde sorprendentemente prospera la vida.

Científicos han descubierto comunidades de bacterias acidófilas, especialmente del género Acidiphilium, adaptadas para sobrevivir en estas condiciones extremas. Estos microorganismos poseen características genéticas que les permiten resistir el calor, la acidez y la toxicidad metálica, y pueden cambiar su metabolismo según la disponibilidad de nutrientes.

Este tipo de vida, conocido como extremófila, no solo fascina por su resistencia en ambientes inóspitos, sino por las pistas que ofrece en la búsqueda de vida fuera de la Tierra. Investigadores como Rachel Harris, de la NASA, señalan que entornos similares pudieron existir en Marte, donde la actividad volcánica fue dominante durante gran parte de su historia.

Según Harris, las condiciones hidrotermales ácidas observadas en sitios marcianos como Home Plate, investigado por el explorador Spirit, se asemejan a las del cráter del Poás.

Mientras que los deltas y lagos marcianos han sido el foco de estudios sobre habitabilidad, algunos científicos argumentan que estos lugares podrían no haber sido tan fértiles como sus equivalentes terrestres.

En la Tierra, los deltas son ricos en carbono orgánico por la acumulación de biomasa producida mediante fotosíntesis. Sin embargo, este proceso —especialmente la fotosíntesis oxigénica que permite redes tróficas complejas— surgió mucho después de que Marte se volviera inhóspito para la vida superficial.

Por ello, los investigadores consideran que los entornos volcánicos, ricos en energía geotérmica y elementos químicos como el hierro y el azufre, fueron más propicios para el desarrollo de formas de vida primitivas.

La analogía con el volcán Poás refuerza esta hipótesis. A pesar de sus condiciones extremas, alberga vida adaptada, lo que sugiere que la presencia de calor, agua y compuestos químicos —aunque en formas letales para la mayoría de los organismos— puede ser suficiente para sostener vida microbiana.

Este descubrimiento no solo amplía nuestra comprensión de los límites de la vida en la Tierra, sino que orienta las futuras exploraciones planetarias hacia zonas volcánicas marcianas, en busca de pistas sobre una posible biosfera ancestral.

El volcán Poás no es solo un ícono natural costarricense, sino también un laboratorio biogeoquímico activo que ilustra cómo la vida puede florecer en los entornos más adversos. Su estudio conecta la geología, la biología y la astrobiología en una narrativa que va desde la profundidad de sus cráteres hasta la inmensidad del espacio.

Para los científicos, entender cómo sobrevive la vida aquí podría ser la clave para encontrarla allá afuera.