Nueva York (Nueva York).- Un jurado federal en Estados Unidos dictó este viernes condena contra Juan Orlando Hernández, expresidente de Honduras, de 55 años, por su implicación en tres cargos: importación de cocaína a Estados Unidos y delitos asociados con armas. 

La sentencia, programada para el 26 de junio, marca un precedente significativo en las relaciones entre Honduras y Estados Unidos, evidenciando el compromiso de ambos países en la lucha contra el narcotráfico.

Según el Fiscal General Merrick B. Garland, Hernández utilizó su posición para facilitar operaciones de narcotráfico a gran escala, permitiendo que traficantes operaran con impunidad, causando un grave impacto tanto en Honduras como en Estados Unidos. 

«Como lo demuestra la condena de hoy, el Departamento de Justicia está perturbando todo el ecosistema de redes de narcotráfico que dañan al pueblo estadounidense, sin importar qué tan lejos o cuán alto debamos llegar», dijo Garland.

Este caso demuestra la determinación del Departamento de Justicia estadounidense de desmantelar redes de narcotráfico, sin importar el rango o el poder de los involucrados.

La administradora de la Agencia Antidrogas (DEA), Anne Milgram, enfatizó la colaboración directa entre Hernández y el Cártel de Sinaloa para distribuir drogas en Estados Unidos, recalcando la responsabilidad compartida y la necesidad de rendir cuentas ante la justicia estadounidense. 

Este enfoque subraya la política de tolerancia cero hacia el narcotráfico y la corrupción, independientemente de la posición o influencia de los acusados.

«Soy inocente»

Damian Williams, Fiscal Federal para el Distrito Sur de Nueva York, condenó las acciones de Hernández, destacando su elección de abusar de su cargo para enriquecimiento personal y asociarse con organizaciones narcotraficantes notoriamente violentas. 

Este comportamiento contrasta con la imagen pública que Hernández intentó proyectar, promoviendo leyes y medidas antinarcóticos mientras protegía y beneficiaba a sus socios narcotraficantes.

Hernández, conocido por sus siglas como JOH, dejó el poder el 27 de enero de 2022. Días después el Departamento de Estado anunció su inclusión en una lista de personajes corruptos, para luego pedir su extradición.

Fue arrestado el 15 de febrero, a solicitud de Estados Unidos y extraditado el 21 de abril de ese año.

«Soy inocente y estoy siendo sometido a un proceso de manera injusta…(…) la injusticia en cualquier lugar es una amenaza para la justicia en cualquier parte», afirmó el exgobernante de 53 años, en un video difundido por la prensa local antes de extradición..

«Saben que trabajé incansablemente con el propósito de recuperar la paz de Honduras, dimos nuestro máximo esfuerzo por nuestra nación y es lamentable que aquellos que convirtieron a Honduras en uno de los países más violentos en la faz de la tierra, esos villanos, ahora quieren ser héroes», añadió.

Varios de los cómplices de Hernández ya han sido declarados culpables y sentenciados en relación con esta investigación:

  • Juan Antonio Hernández Alvarado, también conocido como Tony Hernández, hermano del exmandatario, quien fue declarado culpable tras un juicio en octubre de 2019 y sentenciado a cadena perpetua; 
  • Geovanny Fuentes Ramírez, fue declarado culpable tras juicio en marzo de 2021 y condenado a cadena perpetua. 
  • Juan Carlos Bonilla Valladares, jefe de la Policía Nacional de Honduras, también conocido como El Tigre, se declaró culpable de su participación en la conspiración para importar cocaína y su sentencia está prevista para el 25 de junio; y 
  • Mauricio Hernández Pineda, exmiembro de la Policía Nacional de Honduras y primo de Hernández. Se declaró culpable de su participación en la conspiración para la importación de cocaína y su sentencia está prevista para el 2 de mayo.

Conspiraciones de narcotráfico

La documentación judicial expone cómo Hernández, en su doble función como presidente de Honduras y presidente del Congreso Nacional, estuvo en el centro de una de las conspiraciones de narcotráfico más extensas y violentas del mundo desde al menos 2004 hasta 2022. 

La red de Hernández no solo incluía la protección armada de cargamentos de cocaína, sino también el uso de la violencia y el asesinato contra rivales y amenazas a su imperio narcotraficante. 

Su ascenso político, alimentado por sobornos del narcotráfico, le permitió manipular el sistema político y legal de Honduras para su beneficio, promoviendo una falsa narrativa de lucha contra el narcotráfico mientras aseguraba la operación y protección de sus cómplices.

En total, se estima que Hernández y sus asociados traficaron más de 400 toneladas de cocaína hacia Estados Unidos.