Palos Verdes (México).- El modo de vida de los antiguos guasaveños comienza a esclarecerse con mayor precisión gracias a los descubrimientos del Proyecto Arqueológico Guasave, liderado por el arqueólogo Rodrigo Vivero Miranda. 

Durante su temporada de campo más reciente, realizada del 11 de junio al 11 de julio de 2025, el equipo de investigadores localizó un osario y dos espacios de cremación en la comunidad de Palos Verdes, en el norte del estado de Sinaloa. 

Estos hallazgos representan un avance significativo en la comprensión de las prácticas funerarias prehispánicas del noroeste mexicano, particularmente en un área donde hasta ahora se desconocía este tipo de evidencias.

La investigación, avalada por el Consejo de Arqueología del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y financiada por la National Science Foundation de Estados Unidos, contó además con el apoyo del Centro INAH Sinaloa y la participación de los propios habitantes de Palos Verdes. 

Los restos encontrados ofrecen pistas sobre la manera en que los pueblos originarios de la región concebían la muerte y el tratamiento de sus difuntos, revelando elementos culturales únicos que podrían incluso indicar una diferenciación social dentro de sus comunidades.

Descubren prácticas funerarias inéditas de los antiguos guasaveños en Sinaloa
Grupos asentados en la planicie aluvial debieron visitar la Isla Macapule, donde erigieron concheros para actividades diversas, entre ellas de culto. Foto: Rodrigo Vivero

Uno de los hallazgos más reveladores fue un crematorio de pequeñas dimensiones, de apenas 1.20 metros de largo por 60 centímetros de ancho, cuyas paredes —de 40 centímetros de grosor— fueron construidas con una mezcla de adobe y conchas molidas. 

En su interior, los investigadores hallaron restos óseos diminutos, entre los que destacan la ausencia de dientes y fragmentos de huesos largos, lo cual sugiere que este espacio fue destinado a la incineración de cuerpos infantiles. 

Este dato coincide con lo que se sabe sobre la alta tasa de mortalidad infantil en épocas prehispánicas. Además, en el relleno del crematorio se recuperaron fragmentos cerámicos del tipo Aztatlán, datado entre los años 600 y 1000 d.C.

Días después, el equipo descubrió un segundo crematorio de mayor tamaño, de 2.50 metros de largo por 1.40 metros de ancho, construido con técnicas similares. A diferencia del primero, este no contenía restos óseos humanos, pero sí presentaba una significativa cantidad de ceniza y carbón en el fondo. 

Esto sugiere que las familias probablemente retiraban los restos incinerados tras el ritual. El hallazgo refuerza la hipótesis de que estas estructuras eran parte de un sistema funerario habitual, posiblemente vinculado a ciertos sectores domésticos, al igual que los “concheros” utilizados para el procesamiento de productos marinos.

escubren prácticas funerarias inéditas de los antiguos guasaveños en Sinaloa
El modo de vida de los antiguos guasaveños comienza desvelarse, gracias a los trabajos del Proyecto Arqueológico Guasave. Foto: Rodrigo Vivero

Aunque aún no se dispone de una datación absoluta para los crematorios de Palos Verdes, el equipo de investigación considera útiles las referencias de otros sitios. Por ejemplo, en La Playa, Sonora, se han identificado crematorios individuales que datan entre el 200 y el 400 d.C., mientras que en Arizona, Estados Unidos, se han documentado estructuras similares entre los años 1100 y 1300 d.C. 

Esto permite establecer posibles cronologías comparativas para comprender mejor la evolución de estas prácticas en la región.

Otro descubrimiento clave fue el de un osario o entierro grupal. Se encontró un conjunto de huesos largos correspondientes a al menos cuatro individuos, acomodados en una alineación noroeste-sureste —similar a la de los crematorios—. 

Encima se encontraron dos cráneos de adultos con modificación craneal tabular erecta, una práctica cultural importante, mientras que debajo aparecieron los restos de un joven de entre 10 y 15 años. 

Este tipo de disposición guarda similitud con un entierro reportado en los años 30 por el arqueólogo Gordon Ekholm en el sitio 117 o El Ombligo, en Chorohui, dentro de la fase Huatabampo (650–1000 d.C.), considerada la ocupación más antigua de Guasave.

Descubren dos crematorios y un osario prehispánicos en Palos Verdes, comunidad de Guasave, Sinaloa. Foto Rodrigo Vivero
Descubren dos crematorios y un osario prehispánicos en Palos Verdes, comunidad de Guasave, Sinaloa. Foto Rodrigo Vivero

Los nuevos datos revelan aspectos inéditos de la vida y muerte en las antiguas comunidades asentadas en la planicie aluvial del río Sinaloa. 

Rodrigo Vivero Miranda sostiene que estas poblaciones también realizaron visitas estacionales a la Isla Macapule, donde se han hallado “concheros” compuestos por capas de hasta 20 centímetros de grosor. Dichas capas contienen restos de conchas y huesos, algunos de ellos quemados, lo que sugiere un uso ritual del espacio. 

Según el arqueólogo, es posible que estas comunidades transformaran el paisaje deliberadamente para conservarlo y reutilizarlo como sitio ceremonial o de culto a sus antepasados.

Este conjunto de hallazgos representa una oportunidad invaluable para profundizar en la historia no documentada de los antiguos guasaveños y para comprender cómo concebían el ciclo de la vida y la muerte. 

Además, la participación activa de la comunidad local en el proyecto fortalece la relación entre el patrimonio arqueológico y la identidad regional, abriendo la puerta a futuras investigaciones colaborativas y a una mayor valoración de las culturas originarias del norte de México.