París (Francia).- La UNESCO anunció la incorporación de 74 nuevas colecciones al Registro Internacional de la Memoria del Mundo, elevando a 570 el total de inscripciones reconocidas como patrimonio documental universal.

Procedentes de 72 países y cuatro organizaciones internacionales, estas nuevas incorporaciones destacan por su diversidad temática y por el testimonio que ofrecen sobre la historia colectiva de la humanidad. La decisión fue adoptada por el Consejo Ejecutivo de la organización, tras la evaluación de un comité consultivo internacional independiente.

Entre las nuevas inscripciones se encuentran documentos relacionados con la revolución científica, las contribuciones históricas de las mujeres, la lucha contra la esclavitud y destacados hitos del multilateralismo.

Este reconocimiento refuerza el papel del programa Memoria del Mundo, creado en 1992 con el objetivo de promover la preservación de documentos fundamentales para la historia global y garantizar su acceso universal.

Tal como recordó Audrey Azoulay, Directora General de la UNESCO, «el patrimonio documental es un elemento esencial, a la par que frágil, de la memoria del mundo», por lo que su protección y difusión son prioritarias.

Una de las áreas más destacadas en esta edición es la ciencia. Catorce de las nuevas colecciones reconocidas tienen un valor excepcional en el ámbito del conocimiento científico. Entre ellas figura el Itḥāf Al Mahbūb, presentado por Egipto, una obra que documenta los avances del mundo árabe en astronomía, astrología y el estudio del movimiento planetario durante el primer milenio.

También se han sumado los archivos de figuras icónicas como Charles Darwin (Reino Unido), Friedrich Nietzsche (Alemania) y Wilhelm Conrad Roentgen (Alemania), cuyos documentos incluyen las primeras fotografías registradas de rayos X. Desde Brasil, se han incorporado al registro los escritos del médico Carlos Chagas, pionero en el estudio de enfermedades infecciosas.

El papel de las mujeres en la historia, con frecuencia invisibilizado en los extensos relatos, recibió un merecido protagonismo con la inclusión de archivos personales y obras de figuras femeninas notables.

Se inscribieron los documentos de Raden Ajeng Kartini, pionera de la educación femenina en Indonesia y los Países Bajos; la autora neozelandesa Katherine Mansfield; y las viajeras y escritoras suizas Annemarie Schwarzenbach y Ella Maillart. Estas adiciones no solo recuperan voces históricas fundamentales, sino que también enriquecen el registro con perspectivas diversas y transformadoras.

La memoria de la esclavitud y la lucha por la libertad también se reflejan en las nuevas colecciones. Países como Angola, Aruba, Cabo Verde, Curazao y Mozambique presentaron archivos que documentan esta etapa oscura de la humanidad y los procesos de resistencia y emancipación que marcaron sus historias.

Estos documentos son esenciales para comprender no solo los horrores de la esclavitud, sino también la resiliencia de los pueblos que la sufrieron.

El multilateralismo, como forma de cooperación entre naciones, tiene también un lugar relevante en esta actualización del registro. Los documentos inscritos incluyen los Convenios de Ginebra (1864-1949) y sus protocolos adicionales (1977-2005), que establecen las bases del derecho internacional humanitario.

También se incluye la Carta Internacional de Derechos Humanos, promovida por las Naciones Unidas, y la Declaración de Windhoek de 1991, un hito global en la defensa de la libertad de prensa.

El Registro de la Memoria del Mundo no solo cumple una función simbólica. La UNESCO, en colaboración con gobiernos y organizaciones, impulsa políticas públicas para salvaguardar estos documentos, financia su digitalización, ofrece formación especializada y promueve su incorporación en los sistemas educativos.

En más de 100 países ya existen comités nacionales del programa y se han creado cuatro registros regionales, ampliando el alcance de esta iniciativa.

La digitalización y la educación son claves para asegurar que las generaciones futuras no pierdan el contacto con estos testimonios fundamentales del pasado. Desde las bibliotecas ancestrales de Chinguetti en Mauritania hasta los archivos del pensador africano Amadou Hampâté Bâ en Costa de Marfil, la UNESCO promueve un acceso abierto y respetuoso al conocimiento.

La expansión del Registro de la Memoria del Mundo no solo preserva fragmentos invaluables de la historia, sino que los hace visibles y accesibles, dando forma a una narrativa global más inclusiva y representativa. Con cada nueva inscripción, se fortalece el puente entre el pasado, el presente y el futuro de la humanidad.