Momia de Ecuador, la clave para descifrar cómo llegó dolorosa enfermedad a Europa
El forense francés Philippe Charlier (D) examina la momia de Guano, el 30 de enero de 2019 en Quito © AFP Rodrigo BUENDIA

Quito (AFP) – Su piel parece cartón y las manos están agujereadas. Un cuerpo momificado del siglo XVI hallado en Ecuador contendría la clave para trazar la historia de una dolorosa enfermedad que se extendió de América a Europa.

«Es una momia extremadamente importante para la historia de las enfermedades», expresó a la AFP el forense francés Philippe Charlier.

El experto acudió el miércoles al laboratorio del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC) para analizar los restos de su nuevo «paciente», que contiene las pistas para reconstruir el origen de la poliartritis reumatoide y la travesía hacia el viejo continente.

El INPC ha indicado que los restos pertenecen a un fraile de origen español, pero los estudios para confirmar su identidad podrían arrojar otro resultado.

Fray Lázaro de la Cruz de Santofimia, la identidad que le asignó el INPC a la momia, tuvo una sepultura inusual: fue ubicado entre las paredes del antiguo convento de la Asunción de la localidad de Guano, en la provincia de Chimborazo (centro andino).

– Una tumba atípica –

A diferencia de otros muertos que eran enterrados dentro de iglesias en ataúdes en posición horizontal, la momia de Guano estaba de pie, sin más protección que los muros de piedra y en compañía de un ratón momificado naturalmente.

Según la creencia religiosa de la época, las almas irían pronto al cielo si los cuerpos eran dispuestos cerca del altar de una iglesia.

Al estar en medio de una pared con un ambiente frío y seco, el cuerpo no fue atacado por larvas y moscas, lo que permitió conservar los tejidos con las huellas de la poliartritis reumatoide.

Se trata de una enfermedad inflamatoria de las articulaciones propia de América que ha capturado la atención de Charlier, quien ha estudiado restos de Hitler, Descartes, Robespierre y del primer ejemplar descubierto del hombre de Cromañón.

«Es una enfermedad muy común hoy día, pero su origen es americano, antes de la llegada de Cristóbal Colón», explicó Charlier, agregando que la momia de Guano «puede ser el eslabón perdido (…) que nos permita entender cómo esta enfermedad que era originalmente americana, se convirtió en una enfermedad global por hibridación, por la confrontación entre dos mundos».

– ¿Franciscano? –

Un terremoto que azotó el centro andino de Ecuador en 1949 dejó al descubierto la extraña sepultura del que se cree fue un fraile franciscano y guardián del convento de la Asunción entre 1560 y 1565, de acuerdo con la privada Universidad San Francisco de Quito, que participa en la investigación.

La de Guano «entra en este tipo de momias atípicas, muertos atípicos y entierros atípicos» por la posición en la que fue encontrada y porque carecía de elementos cristianos como rosarios o crucifijos, ni un ataúd, señaló Charlier, director del Departamento de Investigación y Enseñanza del museo quai Branly de París.

Las investigaciones aún no han determinado la fecha de la muerte, pero sí la muy probable causa: una fístula en el mentón que se convirtió en un absceso y derivó en una septicemia o una encefalitis.

Otra tarea pendiente es confirmar la identidad de la momia mediante la revisión de los registros de la orden franciscana.

Los textiles que cubren el cuerpo podrían dar luz sobre quién era. «Lo que tiene sobre él no es en absoluto la vestimenta de un fraile franciscano, un fraile franciscano que tiene un vestido con capucha generalmente de color marrón oscuro, y no ropa de calidad como se puede ver en este señor», afirmó el especialista francés.

En laboratorios, la momia estuvo a disposición exclusiva del experto durante dos días. Para su protección y traslado desde Guano, los técnicos del INPC crearon a medida un ataúd de esponja que solo fue retirado ante la sigilosa mirada de Charlier, que llegó a Quito el martes.

El cuerpo deja ver algunos huesos y tejidos secos, de los que el forense tomó muestras para estudios genéticos y de carbono 14.

«Los muertos están tan vivos como nosotros, nosotros somos futuros muertos, así que para mí es una cadena, una cadena continua. Y esto no tiene ningún carácter morboso, no trabajo en los muertos porque la muerte me interesa, trabajo en los muertos porque tienen mucho que decirnos», dijo.