Washington (DC).- En un esfuerzo por reducir la tasa de muertes fetales prevenibles en Estados Unidos, los Institutos Nacionales de Salud (NIH) han lanzado un ambicioso programa de investigación que buscará comprender y prevenir el fenómeno de la muerte fetal, una tragedia que afecta a 1 de cada 160 embarazos en el país. 

Cada año, se reportan aproximadamente 23.600 muertes fetales a partir de la semana 20 de gestación, una cifra que ha permanecido preocupantemente alta y que revela profundas brechas tanto en el diagnóstico como en la prevención.

Más alarmante aún es que más del 60% de estos casos siguen sin explicación, incluso después de descartar causas comunes como anomalías congénitas, factores genéticos y complicaciones obstétricas. 

Ante esta realidad, el NIH ha decidido financiar el nuevo Consorcio de Investigación sobre Muerte Fetal (Stillbirth Research Consortium) con más de 37 millones de dólares durante un período de cinco años, sujetos a la disponibilidad de fondos, además de una aportación adicional de $750,000 por parte del Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS).

Según Alison Cernich, Ph.D., directora interina del Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano Eunice Kennedy Shriver del NIH, «este consorcio proporcionará un programa integrado y colaborativo para apoyar investigaciones de vanguardia, con el fin de identificar las causas fundamentales de la muerte fetal y diseñar estrategias basadas en evidencia para mitigar los riesgos». 

Cernich subrayó que «demasiadas familias enfrentan innecesariamente el dolor de una muerte fetal», una experiencia que también incrementa en casi cinco veces el riesgo de futuras complicaciones o pérdidas gestacionales.

Una de las metas centrales de esta iniciativa es identificar intervenciones eficaces que puedan cambiar la realidad de que alrededor del 40% de las muertes fetales que ocurren durante el parto son consideradas potencialmente evitables. 

También se buscará reducir las marcadas disparidades raciales que existen en este fenómeno. Actualmente, las tasas de muerte fetal son notablemente más altas entre personas negras, nativas americanas y nativas de Alaska, lo que refleja desigualdades persistentes en el acceso y la calidad del cuidado prenatal.

El consorcio estará compuesto por cuatro centros de investigación y un centro de coordinación de datos. Este último, ubicado en RTI International en Research Triangle, Carolina del Norte, estará a cargo de desarrollar y aplicar proyectos comunes entre los centros de investigación, además de asegurar la rigurosidad de los datos y fomentar el intercambio estandarizado de información científica. 

El equipo será liderado por Elizabeth McClure, Ph.D., y Carla Bann, Ph.D.

En la costa oeste, el Centro de Prevención de Muerte Fetal de la Universidad de California en San Diego centrará sus esfuerzos en el estudio de la disfunción placentaria, un factor clave en la restricción del crecimiento fetal que puede culminar en una muerte fetal. El proyecto es liderado por la Dra. Mana Parast, directora del Servicio de Patología Perinatal, y la Dra. Cynthia Gyamfi-Bannerman, presidenta del Departamento de Obstetricia y Ginecología.

En la costa este, el Centro CARES (Collaborative Action for Research to End Stillbirth) de la Universidad de Columbia, en Nueva York, aplicará tecnologías de inteligencia artificial y análisis de historias clínicas electrónicas para desarrollar algoritmos automatizados que permitan identificar tempranamente el riesgo de muerte fetal. Además, trabajarán en el descubrimiento de biomarcadores novedosos relacionados con la disfunción placentaria. Este proyecto será dirigido por la Dra. Uma Reddy y la Dra. Xiao Xu.

Desde Utah, el Centro de Investigación sobre Muerte Fetal de la Universidad de Utah pondrá su experiencia en educación, salud mental y estrategias de duelo al servicio del análisis de un indicador fundamental: la disminución del movimiento fetal. Se evaluará cómo este signo puede estratificar el riesgo de muerte fetal y qué intervenciones son más efectivas ante su detección. El equipo está dirigido por el Dr. Robert Silver.

Finalmente, el Centro NOURISH (Nutrition and Outcomes of Reproductive Injury and Stillbirth-related Harms), con sede en la Universidad de Ciencias y Salud de Oregón, investigará cómo la nutrición, el estrés crónico, la salud cardiometabólica y la función placentaria interactúan para contribuir a la muerte fetal. El objetivo es desarrollar intervenciones preventivas basadas en estos factores. Este proyecto está a cargo de la Dra. Karen Gibbins y el Dr. Leslie Myatt.

Este enfoque multidisciplinario busca transformar no solo la manera en que se diagnostica y previene la muerte fetal, sino también cómo se acompaña a las familias que la enfrentan. Con datos estandarizados, colaboración nacional y tecnologías emergentes, el NIH busca sentar las bases para un futuro donde muchas de estas tragedias sean evitables y donde las decisiones clínicas se basen en ciencia de calidad y sensibilidad humana.

Para más información sobre la muerte fetal y los avances del consorcio, se puede visitar el sitio del Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano Eunice Kennedy Shriver.