San José (AFP) – Costa Rica celebra su segunda ronda de elecciones presidenciales este domingo, en las que votará entre el predicador evangélico Fabricio Alvarado o el exministro oficialista Carlos Alvarado.

Las siguientes son cinco claves para entender al pequeño país centroamericano.

– Bipartidismo en retroceso –

Por primera vez desde 1950, las dos fuerzas políticas que han dominado el escenario electoral, el Partido Liberación Nacional (PLN, socialdemócrata) y el Partido Unidad Social Cristiana (PUSC), quedaron fuera de la segunda ronda electoral.

Los dirigentes de ambas bancadas dividieron su apoyo entre el conservador Partido Restauración Nacional (PRN), nacido de las iglesias pentecostales, y el gobernante Partido Acción Ciudadana (PAC, centroizquierda).

Según el analista político Gustavo Araya, de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), el bipartidismo comenzó a resquebrajarse después de las presidenciales de 1998, las últimas en que el PUSC y el PLN se repartieron cerca de 90% del sufragio.

El nacimiento del PAC en 2000 consolidó el cambio de escenario, al quitarle votos a los partidos tradicionales hasta ganar las elecciones de 2014 con el actual presidente Luis Guillermo Solís como candidato.

– Auge de iglesias evangélicas –

La fuerza del predicador evangélico Fabricio Alvarado, del partido RN, en las elecciones costarricenses refleja el crecimiento que han tenido las denominaciones evangélicas en el país centroamericano.

Un estudio del Pew Reaserch Center de Estados Unidos indica que la población evangélica de Costa Rica pasó de 8,6% en 1983 a 23% en 2012.

En el mismo lapso, la iglesia católica, consagrada en la constitución como religión oficial del estado, perdió 31% de sus fieles.

Actualmente un 52% de la población se identifica como católica, el nivel más bajo que se ha registrado, según una encuesta divulgada el 6 de marzo por el Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de la Universidad de Costa Rica.

La misma consulta apuntó una estabilización de los feligreses evangélicos en 22%, con 17% que se denomina creyente pero sin religión.

Datos del Programa Latinoamericano de Estudios Religiosos señalan que para 2014 Costa Rica tenía 3.752 congregaciones religiosas vinculadas a alguna asociación evangélica.

– Democracia estable y sin ejército –

Costa Rica es una de las democracias más estables de América Latina, que un interrupción al orden constitucional en el período 1917-1919, con la derrocamiento del entonces presidente Alfredo González Flores a manos de su ministro de Guerra, Federico Tinoco.

En 1948 vivió una guerra civil de 44 días, provocada por denuncias de fraude en las elecciones de ese año, que condujo a la instauración de una junta de gobierno que abolió el ejército en 1949 y sentó las bases para la modernización del país.

Su estabilidad democrática, con elecciones presidenciales cada cuatro años, se mantuvo intacta durante el decenio de 1980, cuando otros países centroamericanos vivían guerras civiles.

– Crecimiento económico, déficit fiscal –

Costa Rica ha mantenido una economía estable los últimos años, con niveles de crecimiento cercanos a 4% los últimos años. Según el Banco Mundial, el PIB costarricense creció 3,9% en 2017 y proyecta una expansión de 3,7% en 2018.

Sin embargo, arrastra un elevado nivel de desempleo, que alcanzó 9,3% al final de 2017.

El mayor problema económico del país es el déficit fiscal, que en 2017 llegó a 6,2% del PIB, el más alto de los registros del Banco Central.

El gobierno del presidente Luis Guillermo Solís no ha logrado que el Congreso apruebe una reforma tributaria para hacerle frente al déficit fiscal, como tampoco pudieron los tres gobiernos anteriores.

– Aumento de la violencia –

Costa Rica ha vivido en los inicios de 2018 un repunte en el número de femicidios, con ocho casos en los primeros tres meses del año, lo que representa un fuerte aumento de casos luego de que en todo 2017 se registraron 16.

El presidente expresó su alarma por la ola de violencia contra las mueres y llamó a desarrollar más políticas para garantizar sus derechos y prevenir los femicidios.

Esos crímenes se dan en un contexto de incremento general de la violencia criminal con 603 muertes violentas reportadas en 2017, el nivel de homicidios más alto de la historia del país, atribuidos principalmente a ajustes de cuentas entre bandas delictivas y el narcotráfico, según la policía judicial.

La cifra equivale a una tasa de 12,1 homicidios por cada 100.000 habitantes, la más alta registrada por el país centroamericano. La Organización Mundial de la Salud considera «epidemia» cuando hay más de 10 homicidios por cada 100.000 habitantes.