Ginebra (Suiza).- La Organización Meteorológica Mundial (OMM) lanzó su Boletín sobre la Calidad del Aire y el Clima coincidiendo con el Día Internacional del Aire limpio por un Cielo Azul, el 7 de septiembre.
En este informe se analizan las tendencias globales en contaminación atmosférica durante 2024, se destacan los avances en pronósticos y alertas, y se reitera la urgente necesidad de abordar de forma conjunta el cambio climático y la calidad del aire.
Según la Secretaria General Adjunta de la OMM, Ko Barrett, estos desafíos están profundamente entrelazados y no pueden tratarse de forma aislada, ya que afectan directamente la salud de las personas, el medioambiente y la economía global.
Uno de los puntos clave del boletín es la identificación del círculo vicioso generado por la quema de combustibles fósiles y otras actividades humanas, que no solo emiten gases de efecto invernadero, sino también contaminantes atmosféricos como el carbono negro, el óxido nitroso y el ozono troposférico.
Estos elementos agravan tanto el calentamiento global como la deficiente calidad del aire, evidenciando la necesidad de medidas integradas. La situación se ve agravada por fenómenos extremos, como olas de calor, sequías e incendios forestales, que no reconocen fronteras y deterioran aún más la calidad del aire en amplias regiones del planeta.
El boletín también alerta sobre las graves consecuencias de la exposición a la contaminación atmosférica, que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), causa más de 4,5 millones de muertes prematuras al año. Esta cifra refleja no solo un problema de salud pública de significativa magnitud, sino también un enorme costo económico y ambiental para los países.
En cuanto a la materia particulada, se analizó especialmente la PM2,5 —partículas de menos de 2.5 micras— que representan uno de los mayores riesgos para la salud humana. Gracias a políticas de mitigación sostenidas, las concentraciones de estas partículas disminuyeron en China oriental.
Sin embargo, en el norte de la India y otras regiones, los niveles se mantuvieron altos. Incendios forestales en Canadá, Siberia, África central y, con especial intensidad, en la región occidental de la Amazonia generó anomalías significativas en los niveles de PM2,5, impulsados por condiciones de sequía extrema. Esta tendencia plantea una amenaza creciente para la salud, los ecosistemas e infraestructuras, ya que el cambio climático favorece la recurrencia e intensidad de estos incendios.
En relación con los aerosoles, el boletín detalla cómo estas diminutas partículas suspendidas en el aire pueden tener efectos opuestos según su tipo. Por ejemplo, los aerosoles oscuros como el carbono negro contribuyen al calentamiento global al absorber radiación solar y acelerar el derretimiento de glaciares.
En cambio, los aerosoles brillantes, como los sulfatos, reflejan la radiación y tienen un efecto de enfriamiento temporal, aunque con consecuencias negativas como la lluvia ácida. A pesar de una reducción significativa de aerosoles desde los años 80 en Europa, América del Norte y Asia oriental, su presencia ha aumentado en América del Sur, Asia meridional y regiones boreales, en parte debido al incremento de incendios forestales.
El boletín también menciona cómo las regulaciones internacionales sobre emisiones de azufre han mejorado la calidad del aire, reduciendo el asma infantil y las muertes prematuras. Sin embargo, esta reducción también ha disminuido el efecto enfriador de los aerosoles sulfatados, contribuyendo a un leve aumento del calentamiento global.
Esto demuestra la complejidad de las interacciones entre los contaminantes atmosféricos y el clima, lo que exige un enfoque más holístico para diseñar políticas eficaces de mitigación.
Uno de los ejemplos más alarmantes abordados en el boletín es el de la niebla invernal persistente en la llanura indogangética, donde viven más de 900 millones de personas. Este fenómeno, antes considerado estacional, ha ganado frecuencia e intensidad por causas humanas como la quema de vegetación, el transporte y la construcción.
El informe subraya la necesidad de aplicar estrategias integrales que vayan desde una regulación estricta de la quema de residuos agrícolas hasta la promoción de energías limpias para uso doméstico y público.
También se presenta un análisis detallado sobre cómo los incendios forestales afectan la cuenca amazónica. Las emisiones de PM2,5 han deteriorado la calidad del aire, incluso en áreas urbanas con mucha población que están lejos del incendio. Esto demuestra que los efectos de los incendios trascienden lo local y pueden tener consecuencias de vasta escala en la salud pública.
Por último, el boletín pone énfasis en la necesidad urgente de fortalecer la infraestructura global de monitoreo atmosférico, especialmente en países en desarrollo. Aunque los satélites proporcionan datos valiosos, las redes terrestres siguen siendo fundamentales para validar la información y asegurar una respuesta eficaz. Proyectos en Sudamérica, Europa y África muestran avances prometedores, pero la falta de cobertura y recursos limita su impacto. La OMM insiste en que contar con datos confiables es la base para formular políticas que protejan tanto al clima como a la salud de las personas.
































































