La llegada del transbordador espacial Endeavour, en octubre de 2012, llenó de emoción a miles de angelinos, que salieron a las calles a verlo pasar hacia el Centro de Ciencias de California.

Pero Tino Olivares no tenía planeado participar en ese evento. Sin embargo, no le quedó más remedio que verlo.

“Venía por la 48 y [el Bulevar] Crenshaw y lo vi porque no me dejaron pasar. Venía del trabajo y ahí ‘emboqué’ y estaba todo cerrado. Estaba llenísimo de gente”, recordó Olivares  riendo. “Me lo encontré, aunque no lo estaba buscando”.

Pero cuando le tocó el turno al ET-94, el último tanque de combustible externo del programa espacial de transbordadores de la NASA, Olivares no quiso perder la oportunidad de verlo. Especialmente, si pasaba a pocas cuadras de su casa.

“Esto es algo que forma parte de la historia y que no se va a repetir”, dijo Olivares, mientras se encontraba con sus hijos  en la esquina de la Avenida Vermont y la Calle 43, una de las intersecciones por donde pasaría el tanque.

Ante de la mirada de cientos de personas como Olivares, el ET-94 recorrió recientemente las calles de Inglewood y el Sur de Los Ángeles para llegar al museo donde se encuentra actualmente el transbordador Endeavour. Un recorrido de 15 millas que realizó desde Marina del Rey en un periodo de unas 18 horas y la última etapa de un viaje que había comenzado en Nueva Orleans (Luisiana) un mes antes.

 Fotos, risas y expresiones de asombro formaron parte del escenario de un espectáculo que muchos consideraban como único en la historia de la ciudad. Las personas sacaban sus celulares para tomarse ‘selfies’ o grabar el paso del ET-94.  

Para Daisy Pérez, el paso del Endeavour fue algo emocionante y esperaba con la misma expectativa el paso del tanque.

“Fue algo muy bonito verlo [el Endeavour] pero nunca lo vi con mis hijos, pero esta vez quiero ver este con mis niños”, dijo Pérez.”Lo bueno es que no tuve que caminar mucho como la otra vez”.

Un tanque nunca utilizado

El ET-94 es el único tanque externo de oxígeno e hidrógeno que nunca fue utilizado en los viajes del programa espacial de los transbordadores.  

“Su única misión terminó siendo para motivos de investigación porque era el hermano del que voló con el transbordador Columbia”, dijo Georgina Díaz, jefe de relaciones del Centro de Ciencias de California. “Cuando ocurrió el accidente [en el 2004], comenzaron a hacerle pruebas a ese tanque para asegurarse de nunca volviera a suceder un accidente asi”.

El ET-94, añadió Díaz, pesa 66 mil libras vacío y 1 millón 654 libras lleno. Su longitud es de aproximadamente 154 pies.

El tanque se estará expuesto en la parte exterior del museo porque  el lugar donde está el Endeavour no tiene capacidad para alojar ambos aparatos.  Sin embargo, la meta es exhibirlos a ambos en el Centro Espacial y Aéreo Samuel Oschin, el cual no estará listo hasta dentro de unos tres años. El costo del proyecto es de unos 150 millones de dólares.

“Se colocará allí el tanque externo, con el transbordador y los cohetes externos de combustible sólido, en posición vertical, como que está listo para despegar”, dijo Díaz.  “Queremos que las personas que vengan tengan una experiencia única de las cuales van a aprender”.

Inspirando a las nuevas generaciones

Díaz considera que el recorrido del tanque hasta el museo también sirvió para llevar un mensaje de motivación a los angelinos.

“Creo que inspiramos a la gente para que vean que todo es posible en esta vida y que lo que uno se propone es posible lograrlo”, dijo Díaz. “Nuestra misión, con los niños que vienen a visitarnos es que ellos piensen que hay cosas más allá de lo que vemos a nuestro alrededor y que siempre hay que aspirar a hacer algo mejor”.

Fue un mensaje que captaron todos, especialmente los niños, ya que el ET-94 estuvo acompañado de varios astronautas que participaron en las misiones espaciales de los transbordadores. Uno de ellos fue John “Danny” Olivas, quien participó en el 2007 y 2009 en el Atlantis y Discovery respectivamente..

“Mis dos misiones fueron para la estación internacional y mi trabajo eran las caminatas espaciales. Pero ahora me tocó acompañar el tanque, algo ques es muy histórico para la ciudad”, dijo Olivas, quien no dejó de firmar autógrafos y tomarse fotos con los niños y adultos que encontraba en el camino.