Masaya, heroica ciudad nicaragüense que resiste la represión del gobierno
Manifestantes se protegen de gas lacrimógeno y de disparos en Masaya, Nicaragua, el 12 de mayo de 2018 © AFP/Archivos DIANA ULLOA

Masaya (Nicaragua) (AFP) – «¡Patria libre o morir!» gritaban este domingo miles de nicaragüenses que marcharon hasta la combativa y «heroica» ciudad de Masaya, cuna del sandinismo y cuya población ha sido blanco en los últimos días de una feroz represión, incendios y saqueos que dejaron al menos un muerto y 150 heridos.

La marcha salió en caravana de Managua y ciudades aledañas hasta Masaya, 30 km al sur de la capital, donde el sábado la población resistió con piedras, morteros caseros y hondas la embestida de la policía, que este domingo se había replegado a sus cuarteles.

Lo que ha pasado en Masaya fue «una salvajada de parte del gobierno. Después de lo que hizo, Daniel Ortega necesita irse, hay que buscar cómo se vaya, esa es la lucha de ahora: que se vaya», dijo a la AFP Néstor Rocha, integrante de la caravana.

«Le decimos al presidente que aquí el que manda es el pueblo», decía cerca un furioso poblador de Masaya, un pueblo de artesanos y agricultores, rodeado de volcanes.

El sacerdote Augusto Rodríguez, párroco de la iglesia San Sebastián, en el barrio indígena de Monimbó de Masaya, contó a la AFP que vivieron «días de represión durísimas y de violencias por parte de grupos paramilitares apoyados por la policía atacando a la gente, con saqueos, quemas de casas, negocios».

Y fue Monimbó -bastión de la lucha sandinista contra la pasada dictadura de los Somoza (1934-1979)- donde se desataron los enfrentamientos más violentos que sacudieron a Masaya desde el viernes.

La policía atacó mientras la población, desesperada, buscaba refugio en sus casas y defenderse tras las barricadas.

– «No tenemos miedo»-

Hoy la ciudad «parece un pueblo (destruido) después de una guerra, con trincheras y piedras en las calles» debido a la violencia, dijo el padre.

Este domingo, la ciudad había recuperado un poco la calma gracias a una tregua gestionada por un grupo humanitario y la iglesia católica con las autoridades, después de días de «mucha intranquilidad».

«Las madres me decían que sus hijos estaban en pánico por las bombas que reventaban (en las calles) y el sonido de las balas», dijo el sacerdote, quien resultó afectado por una bomba lacrimógena que lo dejo temporalmente sin visión cuando intentaba mediar entre manifestantes y policías.

El dirigente de la Asociación Nicaragüense de Protección de Derechos Humanos (ANDH), Alvaro Leiva, estima que los enfrentamientos en Masaya dejaron 150 heridos y la muerte de un joven por impacto de bala.

Leiva dijo que este domingo los antimotines regresaron a sus cuarteles, y que habían logrado liberar a 24 manifestantes que estaban detenidos.

Miles de habitantes aprovecharon la salida de los antimotines para volver a manifestar contra el gobierno y recibir a la caravana que llegó izando banderas de Nicaragua a expresarle apoyo y abastecerlos con víveres.

«No tenemos miedo, me vale que (el presidente) se robe los reales (dinero del pueblo), pero que se vaya. Estamos hartos de que seamos reprimidos el pueblo con esos policías antimotines», gritó un joven.

«¡Pueblo únete!», coreaban mientras tanto miles que caminaban rumbo a la placita del barrio Monimbó, donde la caravana terminó su recorrido y fue recibida por los pobladores o desde las puertas o techos de sus casas.

Fue en el municipio de Niquinohomo de Masaya donde nació el héroe Augusto César Sandino (1895-1934), líder de la resistencia nicaragüense contra la ocupación estadounidense de la época, cuya gesta inspiró la lucha revolucionaria del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN, izquierda) contra la dictadura de los Somoza.

Los masayas ahora se levantan para pedir la renuncia del presidente Ortega, un exguerrillero sandinista de 72 años que lleva 11 años seguidos en el poder, quien consideran se ha alejado de los ideales sandinistas.

Más de 50 muertos han dejado las manifestaciones antigubernamentales que iniciaron el pasado 18 de abril contra una reforma al seguro social y que se extendieron ante la represión y para exigir una democratización.