El argentino Gonzalo Tobal compite en Venecia con un crimen mediático
El cineasta argentino Gonzalo Tobal (izq), y sus compatriotas actores Lali Espósito y Leonardo Sbaraglia, durante la presentación de la película "Acusada" el 4 de septiembre de 2018 en el Festival de Venecia © AFP Filippo MONTEFORTE

Venecia (AFP) – El cineasta argentino Gonzalo Tobal compite este martes por el León de Oro del festival de Venecia con «Acusada», la historia de un brutal crimen, actual y desconcertante, manipulado mediáticamente, que habla de inocencia y culpabilidad.

Protagonizado por la cantante y actriz Lali Espósito, en el papel de Dolores Dreier, cuenta la historia de una joven reservada que ha sido acusada de haber asesinado a su mejor amiga, un caso que la expone al juicio tanto de la prensa como de la justicia.

«La película se propone explorar desde un grupo familiar la fascinación social que despierta un crimen, cómo lo cubre la prensa y lo pone en escena», explicó el director, de 37 años, quien compite con su segundo largometraje después de «Villegas».

Ambientada en una Buenos Aires acomodada, el homicidio ocurre al término de una fiesta free, donde nada era prohibido.

Con suspenso y buen ritmo, la película es en realidad un acto de acusación contra los juicios mediáticos, un espectáculo, de gran audiencia y que se convierte ante todo en un proceso paralelo.

«No busco dar una explicación (sobre el culpable, ndr), trabajamos más sobre la ambigüedad. La propuesta de la película es contar un policial desde la intimidad, desde los vínculos familiares», añade en el encuentro con la prensa.

Inspirado en el caso de la estadounidense Amanda Knox, ocurrido en Italia en 2007 cuando apareció cruelmente asesinada su compañera inglesa de apartamento, la historia se centra en la fría y bella Dolores, en la preparación al juicio, en la relación con su familia y sus amigos, en el clima de sospecha que recae sobre ella y en la locura mediática que generan esos casos.

– La culpa –

Mientras  la familia se transforma en un equipo unido para defenderla, se convierte también en un grupo cerrado que controla en forma obsesiva todo lo que la rodea, dispuesta a no perder: contrata al mejor abogado, hipoteca la casa, decide a quien recibe, con quien estar y de qué hablar.

Las sospechas alimentadas por la pelea con su amiga tras divulgar un video sexual privado en las redes, así como sus gestos, sus miradas y en parte su frialdad, la convierten en la mejor culpable pero también en una víctima.

«Es que el dolor y la culpa generan mucha confusión», subraya Espósito, quien no quiso revelar el nombre del culpable.

Se trata sobre todo del viaje interno y al mismo externo en la vida privada de esa estudiante de moda a la que le ocurre algo que podría pasar a cualquier joven, por lo que termina objeto de todo tipo de manipulaciones y conjeturas.

Su sexualidad, las conversaciones con sus abogados, las calculadas declaraciones a la prensa, la camiseta perdida manchada de sangre, sus silencios, conducen a una duda que nunca es aclarada.

«Trabajé sobre la culpa, no la hablada sino la que se ve», reconoció Espósito, conocida actriz de comedias que se presta por primera vez a un papel más intimista.

«Fue muy difícil encontrar las teclas, pero también un placer», reconoce la actriz, que muestra «otra cara, no la de payaso», la que suele mostrar en Argentina, dice riéndose.

La única película argentina seleccionada para la 75  edición del festival de Venecia, que se clausura el sábado, compite junto a directores de la talla de los hermanos Coen, Daniel Chazelle, Yorgos Lanthimos y los mexicanos Alfonso Cuarón y Carlos Raygadas.