Afghanistán.- Desplazarse hasta el mercado local puede ser una experiencia desalentadora para Zulaikha, una viuda de 48 años que se dedica a la ganadería en pequeña escala en la provincia de Samangan, en el norte del Afghanistán. Incluso el costo de los artículos de uso diario que necesita para su familia de seis miembros parece estar fuera de su alcance.

“Un paquete de jabón cuesta 50 AFN (0,60 USD) y un paquete de harina también cuesta mucho”, se queja Zulaikha. “¿De dónde sacaré el dinero?”

Ella no es la única. Como muchos otros pequeños ganaderos y agricultores del Afganistán, sus medios de vida se han visto perjudicados por la combinación de una sequía grave, la pandemia de la COVID-19 y la falta de perspectivas económicas en el pasado reciente.

Desde que perdió a su marido en un accidente de automóvil, Zulaikha ha quedado al cuidado de sus cuatro hijos, de edades comprendidas entre los siete y los 13 años, y su anciano padre. Los únicos ingresos que tiene proceden de la única vaca y las seis ovejas que posee como ganado.

El distrito de Hazrat Sultan, donde vive la familia, está a unos 20 kilómetros de la ciudad principal de Aybak, una de las partes más pobladas de la provincia.

Como la zona padece una serie de dificultades económicas, los hogares encabezados por mujeres son los más afectados debido a la falta de acceso a los mercados locales y otras restricciones impuestas en la participación de las mujeres en la sociedad.

“No teníamos mucho. Mi ganado tenía poco peso y producía poca leche. Nuestras condiciones eran bastantes malas”, dijo Zulaikha.

Las cosas empezaron a mejorar después de que la FAO le prestara asistencia de emergencia para su ganado con objeto de mejorar la salud de sus animales y aumentar el acceso de la familia a alimentos mediante la mejora de la producción de leche.

Sin este apoyo vital de la FAO, ella afirma que la situación de la familia habría sido mucho más difícil.

La FAO está ayudando a los criadores de ganado y los pastores del Afganistán, en especial las familias encabezadas por mujeres, a proteger a sus animales con piensos concentrados, capacitación, asistencia en efectivo y apoyo veterinario, de forma que los pastores puedan mantener a sus animales sanos y productivos durante el invierno.

De no ser por la asistencia oportuna, financiada por Suecia y prestada a alrededor de 56 000 personas, Zulaikha y otros muchos se habrían visto obligados a vender su ganado por no poder costear el pienso y a perder su única fuente de ingresos para dar de comer a sus familias.

“Recibí dos bolsas de pienso de la FAO, lo que ayudó a mis animales a ganar peso y a producir más leche”, dice Zulaikha. “De lo contrario, habría tenido que vender la vaca para mantener a mi familia”.

Ahora que sus animales se encuentran en mejor estado físico, Zulaikha puede vender en el mercado local la leche y el yogur que produce y comprar los artículos de uso diario para su familia.

La situación dista mucho de ser fácil y el aumento acusado de los precios es una preocupación constante. Con la ayuda de la FAO, Zulaikha y muchos otros afganos han sobrevivido unos meses extraordinariamente difíciles y se encuentran en mejores condiciones de afrontar las dificultades y los desafíos que puedan surgir en el futuro.

En enero de 2022, el Banco Asiático de Desarrollo aportó 65 millones de USD a la labor de la FAO dirigida a impulsar la seguridad alimentaria y respaldar los medios de vida en las comunidades rurales del Afganistán.

No obstante, la asistencia en materia de medios de vida es solo una parte de todo el apoyo que la FAO presta al país. En junio de 2022, la FAO acogió con satisfacción una aportación sin precedentes del Banco Mundial por valor de 150 millones de USD para ayudar a impulsar la producción de trigo y respaldar la rehabilitación y la mejora de los sistemas de riego.

Una aportación de 80 millones de USD de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) se destinará a proyectos en ocho provincias del Afganistán dirigidos a impulsar la producción local de alimentos, generar puestos de trabajo e ingresos y ayudar a revitalizar los mercados rurales locales que pasan por una situación difícil.

Entretanto, se destinará una aportación de 14 millones de USD de la Agencia de Cooperación Internacional del Japón a proporcionar asistencia humanitaria directa a más de 550,000 personas afectadas por la inseguridad alimentaria en 11 de las 34 provincias del Afganistán.

Ello también respaldará a los productores de trigo y a los ganaderos, ayudará a las familias a producir alimentos nutritivos y contribuirá a rehabilitar la infraestructura de riego. Los Gobiernos de Corea y Kuwait también han ayudado a financiar la respuesta de la FAO en el país.

“Ayudando a los pequeños ganaderos, en particular a los que son mujeres, a mantener a sus animales en una mejor condición física y de salud, podemos aumentar la resiliencia de los afganos y su capacidad de hacer frente a las perturbaciones que puedan surgir en el futuro próximo, que sin duda será difícil”, dijo el Sr. Richard Trenchard, Representante de la FAO en el Afganistán.

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