Lima (AFP) – «¡Paolo, Paolo, Paolo!». El mediocampista Christian Cueva toma un micrófono en medio del Estadio Nacional, y corea el nombre de su suspendido capitán. Es madrugada del jueves en Lima y las calles están llenas. Fuegos artificiales iluminan el cielo. ¿Es Navidad? No, pero sí Nochebuena: ¡Perú está en el Mundial!.

La selección peruana batió 2-0 a Nueva Zelanda en un repechaje y se hizo del último cupo para Rusia-2018. Con ello retorna a una Copa del Mundo después de haber disputado su último torneo en España-1982.

La Plaza de Armas de Lima y el Parque Kennedy de Miraflores, abarrotados de hinchas, estallaban en celebraciones.

«Esto tiene que ver con una unión nacional. Estamos metidos todos en esto (…) Era una meta atrasada, un camino difícil y lo logramos (…) Es bueno ganar y tener los pies sobre la tierra», dijo a la prensa el DT de Perú, Ricardo Gareca.

El grito tras el primer gol de Jefferson Farfán remeció los cimientos del Estadio Nacional de Lima, donde unas 40.000 almas soñaban con el viaje de su equipo a Moscú. Luego, con la anotación de Christian Ramos, las calles estallaron. Las bocinas de los autos. Los abrazos. El cielo multicolor. Era un renacer.

«Este es el momento más glorioso que el Perú haya tenido. Es el día más especial y que todos los peruanos deben celebrar. Esto es especial porque lo viví en 1982», dijo a la AFP William Celedonio, de 52 años, al dejar el estadio.

– Guerrero, presente –

Los peruanos habían quedado sentidos con la suspensión de Guerrero tras un resultado adverso en un examen antidopaje tras el juego con Argentina en Buenos Aires el pasado 5 de octubre.

Mientras prepara su defensa para salvarse de la sanción y volver al equipo, sus compañeros le dedicaron el triunfo. Los arqueros salieron a calentar al gramado con la camiseta del ‘9’ y la frase «Fuerza Paolo».

La presión de la hinchada peruana se hizo sentir desde que Nueva Zelanda puso un pie en el Estadio Nacional. «El que no salta, no va al Mundial». La prensa neozelandesa comentaba en redes sociales lo sorprendidos que estaban por la forma en que se vive el fútbol en Sudamérica.

«Esto significa felicidad. Nos merecíamos esto. Ahora estamos tranquilos, a festejar lo que viene pero conscientes que viene una prueba más dura», dijo el mediocampista Renato Tapia, a quien sus compañeros llaman «el capitán del futuro».

En las calles, oficinas, dependencias públicas, restaurantes, la ciudadanía andaba enfundada en su camiseta rojiblanca. Una felicidad que no se vivía en décadas en Perú. Militares de destacamentos en los Andes, en la Amazonía, enviaban videos de apoyo a su selección vía redes sociales.

Tanta fue la alegría que, después de ser tratado con un pulcro respeto por sus dirigidos, el DT Gareca fue alzado en hombros por los jugadores en los camerinos, según fotos difundidas por la Federación Peruana de Fútbol.

– Chamanes, bombardas y mirages –

Perú ejerció su localía en tierra y aire. Aviones Mirage 2000 de la Fuerza Aérea del Perú sobrevolaron el miércoles el cielo de Lima con las alas pintadas de rojo y blanco, en apoyo a su selección, horas antes del duelo contra Nueva Zelanda.

Los motores de estos cazas hicieron retumbar el cielo del distrito costero de Miraflores, muy cerca del hotel donde concentraban los «All Whites».

Las aeronaves llevaban en sus alas la frase «Vamos Perú». También compartieron una foto de uno de los pilotos, al mando del avión, vistiendo la camiseta de la selección.

Sobre el Estadio Nacional, sede del encuentro, helicópteros militares sobrevolaban con la bandera de Perú.

En tanto, un grupo de hinchas peruanos detonó fuegos artificiales la madrugada del miércoles, también en la puerta del hotel de Lima donde se hospedaban los «kiwis».

Ya en la jornada previa, en la puerta del Estadio Nacional, un ritual de chamanes que hicieron un «amarre» para evitar el triunfo de los «kiwis», también los había sorprendido. ¿Funcionó la estrategia? No importa. Perú ya está en el Mundial.