Ciudad de México (México).- En el año 1325 de nuestra era, el pueblo mexica halló la señal prometida por su dios Huitzilopochtli: un águila devorando un símbolo sagrado, posada sobre un nopal en medio del lago.
Esa imagen, cargada de poder espiritual y político, marcó el inicio de una de las civilizaciones más influyentes de Mesoamérica: la fundación de México-Tenochtitlan.
A siete siglos de ese momento fundacional, el Gobierno de México ha preparado una serie de celebraciones para julio de 2025, cuyo punto culminante será el día 26, fecha reconocida como la más cercana a la aparición de la hierofanía que guio el destino de los mexicas.
Bajo el lema «Siete siglos de legado de grandeza de México-Tenochtitlan», el programa conmemorativo fue presentado en la conferencia matutina de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo.
En este evento, el director del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Diego Prieto Hernández, destacó la profundidad histórica del Valle de México, región que ya había albergado culturas como la teotihuacana y la tolteca antes del arribo de los mexicas desde Aztlán.
Los mexicas, siguiendo la voluntad divina, se asentaron en una zona lacustre del lago de Texcoco, donde surgirían las ciudades hermanas de Tenochtitlan y Tlatelolco.
La fundación de México-Tenochtitlan no fue un acto aislado, sino la culminación de un largo peregrinaje y de un proceso político y cultural que consolidó una ciudad que sería, más tarde, la capital del mayor imperio del altiplano central.
Diego Prieto enfatizó que esta celebración tiene como eje la recuperación de la memoria histórica y el reconocimiento de los pueblos que han contribuido a formar la actual metrópoli: una ciudad profundamente mestiza, pluricultural y multilingüe, moldeada por siglos de migraciones y mestizajes.
El momento central de esta conmemoración será la develación del monumento Tlalmanali, que se instalará el 26 de julio en la esquina nororiente de la Plaza de la Constitución, justo a un costado de Palacio Nacional.
Esta obra monumental será una recreación simbólica del Teocalli de la Guerra Sagrada, pieza mexica que hoy se encuentra en el Museo Nacional de Antropología y que fue esculpida en tiempos del tlatoani Moctezuma Xocoyotzin, alrededor del año 1507. En su cara posterior, dicho monolito muestra en bajorelieve la hierofanía del águila devorando el atl tlachinolli —el difrasismo nahua de agua y fuego—, símbolo de la guerra y del poder sagrado.
El nuevo monumento incluirá ocho lajas labradas con escenas provenientes del Códice Boturini, también conocido como Tira de la Peregrinación. Estas representaciones narran gráficamente el trayecto mítico de los mexicas desde su lugar de origen, Aztlan, hasta el Anáhuac, en el corazón del actual México.
Cada imagen está cuidadosamente seleccionada para mostrar no solo el viaje físico, sino también el simbolismo espiritual que envolvía su travesía.
Además de conmemorar el origen mítico de la ciudad, el basamento del Tlalmanali rendirá homenaje a cinco mujeres notables de la historia mexica.
A través de representaciones escultóricas y glifos, el memorial evocará a
- Chimalma, portadora del escudo y madre simbólica de Huitzilopochtli;
- Ilancuéitl, madre del primer tlatoani Acamapichtli;
- Quetzalmoyohuatzin, madre del primer líder no colhua;
- Atototzin, figura central en la sucesión de tres tlatoanis; y
- Tecuichpo Ixcaxochitzin, hija de Moctezuma Xocoyotzin y última heredera mexica antes de la conquista.
Con ello, se reivindica el papel femenino en la construcción y continuidad de una sociedad que, si bien patriarcal, tuvo figuras femeninas clave en su linaje y organización.
Por otra parte, el Tlalmanali también honrará a los once grandes tlatoanis mexicas, desde Acamapichtli hasta Cuauhtémoc. Cada uno será identificado por sus glifos y símbolos en bajorelieve, perpetuando así la memoria de quienes gobernaron la gran Tenochtitlan.
Esta inclusión busca enfatizar la dimensión política y cultural del liderazgo indígena, muchas veces desplazado en la narrativa histórica oficial.
La conmemoración del 700 aniversario de la fundación de Tenochtitlan es más que un evento simbólico. Es una invitación a mirar hacia el pasado con respeto, a valorar la riqueza de las culturas originarias y a fortalecer el sentido de identidad y pertenencia en una nación que ha nacido del encuentro y del cruce de caminos.