Ciudad de México (México).- La figura mítica de la Atlanchana, una mujer-serpiente que habita en cuerpos de agua y representa la fertilidad lacustre, ha cobrado nueva vida gracias a una profunda investigación antropológica presentada durante la 12.ª Feria del Libro Universitario de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa (UAM-I).

El libro La Atlanchana de Metepec. Genealogía de un mito chichimeca, editado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y escrito por los investigadores Patricia Cruz Sarmiento y Jesús Evaristo Sánchez Sánchez, rastrea los orígenes de este ser sobrenatural entre los pueblos de tradición chichimeca, especialmente los matlatzincas.

El volumen reúne 49 versiones del mito recopiladas en comunidades de Metepec, Amanalco, Valle de Bravo y otras regiones del Estado de México, extendiéndose incluso hasta Centroamérica.

La Atlanchana es descrita como un ser mitad mujer, mitad serpiente o ajolote, cuya presencia ha permeado el imaginario de diversas culturas mesoamericanas desde tiempos ancestrales. De acuerdo con la obra, esta figura se remonta al menos al año 500 d.C., momento en el que comienzan a identificarse los elementos más antiguos del relato.

El proyecto surgió a partir de una colaboración entre los autores en el marco de una iniciativa llamada «Identidad chichimeca en la cerámica del centro de México».

La Atlanchana el mito chichimeca que resurge en Metepec
Recupera 49 versiones de esta leyenda de origen prehispánico, presente en diversas comunidades de México y Centroamérica.  Foto: Presentación La Atlanchana, INAH.

Patricia Cruz aceptó integrarse con la condición de enfocar su labor en comunidades donde aún pervive esta identidad. Su búsqueda la condujo a Metepec, donde fue recibida con apertura por los habitantes locales, quienes compartieron con ella sus leyendas y mitos.

Este contacto cercano permitió a los investigadores recopilar testimonios únicos que han sido resguardados por generaciones.

Uno de los relatos más aceptados por los alfareros de Metepec —quienes han adoptado a la Atlanchana como símbolo local— la describe como una habitante de la antigua región lacustre. De su cuerpo brotaban peces, ajolotes, serpientes y ranas, elementos esenciales para la subsistencia y el equilibrio e

También se resalta la coincidencia con el término «chan» en lengua tének, que significa «serpiente». Esta confluencia de lenguas y símbolos fortalece la hipótesis de que se trata de un arquetipo con raíces panmesoamericanas.

Entre los referentes materiales asociados al mito se destacan el ajolote, la serpiente jarretera y la figura femenina como madre creadora. En este sentido, la Atlanchana comparte atributos con otras deidades acuáticas del México antiguo, como Chalchiuhtlicue, diosa del agua y la fertilidad. 

La Atlanchana el mito chichimeca que resurge en Metepec
Arqueólogo Jesús Evaristo Sánchez Sánchez, coautor de la obra junto con Patricia Cruz. Foto: Mauricio Marat. INAH

Para los investigadores, no es descabellado pensar que se trate de una advocación local de esta divinidad, adaptada a las narrativas de los pueblos chichimecas.

Identificar el mito como chichimeca implica entender este término no como una etnia específica, sino como un modo de vida caracterizado por el nomadismo, la caza, la recolección y el aprovechamiento del entorno natural en regiones agrestes.

En este marco, los matlatzincas —habitantes originarios del Valle de Toluca y herederos culturales de Teotihuacan— desempeñaron un papel crucial en la transmisión y desarrollo del relato.

Después de la caída de Teotihuacan, los matlatzincas se expandieron hacia Michoacán, Nayarit y Sinaloa, llevando consigo sus mitos y costumbres. En Metepec, estos elementos sobrevivieron al paso del tiempo, transformándose y adaptándose, pero conservando su esencia.

Por ello, la Atlanchana no solo representa un símbolo local, sino también un testimonio viviente de la cosmovisión prehispánica que aún pervive entre comunidades indígenas contemporáneas.

La obra, editada por el INAH, es autoría de los investigadores Patricia Cruz Sarmiento y Jesús Evaristo Sánchez Sánchez. Foto: Mauricio Marat. INAH

La investigación no solo visibiliza una figura mitológica poco conocida fuera del ámbito académico, sino que también promueve el rescate del patrimonio oral indígena.

En tiempos donde las culturas originarias enfrentan múltiples desafíos para conservar sus saberes, «La Atlanchana de Metepec» se convierte en una herramienta valiosa para preservar y difundir estas historias. Su publicación por parte del INAH y su presentación en un foro universitario refuerzan la necesidad de tender puentes entre el conocimiento tradicional y el conocimiento académico.

Con esta obra, los autores no solo dan voz a los pueblos que aún conservan estas memorias, sino que también invitan al lector a sumergirse en un mundo donde el agua, los animales y los mitos entrelazan pasado y presente en un tejido de identidad y resistencia cultural.