San Sebastián (España).- Jennifer Lawrence ha sido reconocida este sábado con el segundo Premio Donostia de la 73ª edición del Festival de San Sebastián, convirtiéndose en la persona más joven en recibir este prestigioso galardón desde que fue instaurado en 1986. 

La actriz, productora y directora estadounidense ha expresado sentirse «verdaderamente afortunada y fascinada» al formar parte de una lista de homenajeados que incluye nombres como Meryl Streep, Pedro Almodóvar y Lauren Bacall, artistas a los que ha definido como grandes referentes de su vida tanto en lo personal como en lo creativo.

La gala de entrega, celebrada en el emblemático Auditorio Kursaal, fue conducida por el actor Iñigo Gastesi y tuvo como punto culminante la participación del cineasta J.A. Bayona, presidente del Jurado Oficial, quien fue el encargado de entregarle el galardón. 

ayona destacó el «talento natural y carismático» de Lawrence, comparándola incluso con leyendas como Laurence Olivier, Lauren Bacall y Gena Rowlands, y resaltó su capacidad para «dirigir la mirada del espectador con una sutileza extraordinaria». 

En palabras del director, Jennifer Lawrence «puede ser lo que quiera porque cualquier cosa que haga la llena de verdad».

Durante su discurso, la protagonista de Silver Linings Playbook y The Hunger Games agradeció al Festival de San Sebastián por un «honor tan singular» y aseguró sentirse especialmente emocionada por asistir a un certamen que «ama de corazón el cine, el arte de contar historias y el alma de las películas». 

Destacó el valor del cine como herramienta para conectar emocionalmente con otras realidades y como una forma poderosa de comprender al otro, subrayando que «todos estamos más conectados de lo que podría parecer».

La ceremonia incluyó la proyección de Die My Love, dirigida por Lynne Ramsay, una producción protagonizada y coproducida por la propia Lawrence que ha tenido su estreno oficial en el Festival de Cannes este año. 

La actriz describió la experiencia de encarnar al personaje principal como «impresionante», debido a la intensidad emocional del rol: una artista en crisis de identidad que lucha con su papel como madre primeriza y con su lugar en el mundo. 

El proyecto, cargado de complejidad emocional y estilo punk, forma parte del catálogo de Excellent Cadaver, la productora que Lawrence fundó en 2018 junto a Justine Ciarrocchi para desarrollar historias arriesgadas y provocadoras.

Bayona también hizo hincapié en la «versatilidad prodigiosa» de Lawrence, remarcando que es capaz de pasar de una interpretación intensa y serena a otra cargada de pasión y energía, todo en un mismo plano. 

En su opinión, ese magnetismo en pantalla es lo que la ha convertido, con tan solo 35 años, en una de las estrellas más queridas por el público en las últimas décadas. «Tiene todos los premios del mundo —el Oscar, el BAFTA, un Independent Spirit, dos SAG, tres Globos de Oro— pero le faltaba el Donostia y, sobre todo, el aplauso del público de San Sebastián», concluyó entre vítores del auditorio.

Más allá de su éxito como actriz, Lawrence ha consolidado su carrera como productora comprometida con historias de impacto. Bajo el sello de Excellent Cadaver, ha impulsado películas y documentales aclamados por la crítica como Causeway, No Hard Feelings, Zurawski v. Texas y Bread & Roses, este último ganador del prestigioso premio Peabody. 

Esta faceta detrás de las cámaras refleja su determinación por influir en el cine desde múltiples ángulos, priorizando siempre la autenticidad y la fuerza de las narrativas humanas.

El homenaje del Festival de San Sebastián no solo resalta su trayectoria meteórica y su talento innegable, sino también su compromiso con el cine como vehículo de transformación emocional. 

En un mundo saturado de imágenes y ruido, Lawrence se mantiene firme en su apuesta por historias profundas, cargadas de verdad y capaces de tocar fibras sensibles en el espectador. Ese es, tal vez, el verdadero motivo por el que su nombre se inscribe hoy entre los grandes del cine mundial.

En palabras de la propia Lawrence, «dar vida a películas independientes es muy duro», pero su determinación por seguir apostando por proyectos auténticos parece inquebrantable. Con su reciente premio Donostia y una carrera aún en plena evolución, Jennifer Lawrence reafirma su lugar no solo como estrella de cine, sino como una artista con voz propia y una visión clara sobre el poder transformador del arte.