Madrid (España).- En un acto cargado de simbolismo y memoria cultural, la Caja de las Letras del Instituto Cervantes recibió este mes los legados in memoriam de tres figuras literarias fundamentales para Centroamérica y el Caribe: Carlos Luis Fallas, Ricardo Miró y Luis Rafael Sánchez.
El homenaje se llevó a cabo en el marco del Festival Centroamérica Cuenta y reunió a destacadas personalidades del ámbito literario y diplomático en un esfuerzo por visibilizar la herencia intelectual y artística de la región. Estos depósitos no solo preservan objetos y obras representativas de cada autor, sino que también consagran su influencia en la construcción de una identidad literaria regional, profundamente comprometida con la realidad social, la lengua y la memoria histórica.
Luis García Montero, director del Instituto Cervantes, encabezó el evento destacando el valor simbólico y cultural del triple legado, subrayando que se trata de una «herencia de identidad, compromiso y creatividad cultural».
García Montero repasó las trayectorias de cada autor, haciendo énfasis en su arraigo con las realidades de sus países y el uso de la lengua como herramienta de resistencia, expresión y pertenencia. Según sus palabras, el acto refleja el compromiso del Cervantes con el reconocimiento de la diversidad cultural hispanoamericana y con la preservación de una memoria común que mira hacia el futuro con vocación de diálogo.
El primero de los legados en ser incorporado fue el del costarricense Carlos Luis Fallas, conocido por el seudónimo Calufa. Su legado fue depositado en la caja 1179 e incluye un original inédito de su novela inconclusa «Rojo y verde», de 58 páginas, cuya última frase queda abierta, terminando con una coma.
Este detalle fue interpretado por muchos como un símbolo de una obra en permanente construcción, una metáfora de la lucha inacabada que marcó su vida. Calufa, activista político y fundador del Partido Comunista Costarricense, es recordado por obras de fuerte denuncia social como «Mamita Yunai» (1941), que retrata con crudeza las condiciones de los trabajadores en las plantaciones bananeras, y «Marcos Ramírez» (1952), de corte autobiográfico, ambientada en el contexto de la dictadura de los Tinoco.
El escritor nicaragüense y Premio Cervantes Sergio Ramírez participó en el homenaje resaltando la figura de Fallas como «un autor emblemático que no tenía instrucción literaria formal, pero sí una dotación natural de orador», recordando cómo su literatura captó la atención de grandes figuras como Pablo Neruda. El poeta chileno llegó incluso a incluir uno de sus personajes en su obra «Canto General», dando testimonio del alcance continental de su influencia.
El segundo legado correspondió al panameño Ricardo Miró, depositado en la caja número 1194 por el académico Mario Lewis. Su contribución consistió en una valiosa selección de materiales, entre ellos un ejemplar de la revista «Nuevos Ritos», fundada por él en 1907; sus poemarios «Versos patrióticos» (1925) y «Caminos silenciosos» (1929); así como una fotografía del autor, una biografía y un estudio sobre su narrativa breve.
Miró, considerado el poeta nacional de Panamá, dejó una huella indeleble en la literatura de su país, especialmente por su célebre poema «Patria», escrito en 1909 mientras ejercía funciones diplomáticas en Barcelona.
El escritor panameño Juan David Morgan recordó que «Patria» representa mucho más que un canto nacionalista: es una evocación profunda del amor al terruño, teñida de nostalgia e identidad. Morgan añadió que la obra de Miró abordó temas que trascendían lo patriótico, explorando con sensibilidad lo indígena, lo espiritual y el paisaje natural, elementos que configuran una voz poética integral, con resonancias universales.
Por último, el Instituto Cervantes recibió el legado de Luis Rafael Sánchez, catedrático en Puerto Rico y una de las voces más influyentes de la literatura puertorriqueña contemporánea. Su legado fue depositado en la caja 1208 y está compuesto por doce libros, entre ellos la primera edición de su novela «En cuerpo de camisa» (1966), con dedicatoria del autor.
También se incluyen ediciones de sus obras más reconocidas como «La guaracha del Macho Camacho», una crítica social ácida sobre la vida en el San Juan de mediados del siglo XX; «La importancia de llamarse Daniel Santos»; «La pasión según Antígona Pérez»; y su ensayo «Escribir en puertorriqueño», en el que reflexiona sobre la identidad lingüística y cultural del Caribe.
Luis Rafael Sánchez, miembro honorario de la Academia Puertorriqueña de la Lengua Española, ha cultivado con maestría géneros como la novela, el teatro, el cuento y el ensayo. Su obra, como la de Fallas y Miró, está profundamente enraizada en las tensiones sociales, políticas y culturales de su tiempo, y se mantiene vigente como una voz crítica y renovadora.
Con estos tres legados, el Instituto Cervantes no solo amplía su archivo de memorias literarias, sino que refuerza su papel como custodio de la cultura en lengua española. La ceremonia ha sido también una afirmación del valor de la literatura centroamericana, frecuentemente invisibilizada en los grandes circuitos editoriales, pero esencial para comprender la riqueza y diversidad del mundo hispano.