Río de Janeiro (AFP) – Con los coloridos desfiles del Sambódromo de Rio de Janeiro aplazados por la variante ómicron, Brasil vivirá una semana de carnaval con poca fiesta este año, una mala noticia para una industria turística ya golpeada por la pandemia.

En un mundo sin covid-19, las calles de Rio se habrían asestado de turistas durante una semana de fiesta de día y de noche: en 2020, la «cidade maravilhosa» recibió 2,1 millones de turistas en ese periodo.

Pero los expertos de la industria auguran una semana con poca afluencia de turistas en Rio, especialmente extranjeros.

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Todo ello en un momento en que el sector turístico apenas comienza a recuperarse tras la abrupta caída causada por la pandemia.

"Fue muy traumático", dijo Alexandre Sampaio, jefe de la Federación de hoteles y restaurantes (FBHA), citando cifras oficiales que muestran que los ingresos de la industria del turismo cayeron 35% en 2020.

La semana de Carnaval tendrá algunos conciertos y fiestas en Rio, limitados al 70% de la capacidad, con requisitos de vacunas y mascarillas.

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Pero la ómicron llevó a las autoridades a cancelar las fiestas callejeras por segundo año consecutivo y a posponer el famoso desfile de las escuelas de samba a abril.

"Tendremos algunos ingresos" de los desfiles reprogramados, "pero no llegaremos" a los niveles previos a la pandemia", dijo Fabio Bentes, economista de la Confederación Nacional de Comercio de Bienes, Servicios y Turismo (CNC).

Bentes augura unos ingresos de la semana de Carnaval un tercio por debajo de los niveles previos a la pandemia.

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Según sus datos, la industria del turismo, que representaba el 7,7% de la economía de Brasil antes de la pandemia, con 551.500 millones de reales (USD 110.000 millones de dólares) en ingresos directos e indirectos en 2019, perdió 94.100 millones de dólares en los últimos dos años y más de 340.000 puestos de trabajos.

Una recuperación lenta -

Brasil es un destino muy codiciado, no solo por Rio y el Carnaval, sino también por la selva amazónica, los humedales del Pantanal, la colorida capital colonial de Salvador, las impresionantes cascadas de Iguazú y muchos otros lugares de visita obligada.

Pero el país se ha visto muy afectado por el coronavirus, con casi 650.000 muertes, una cifra solo superada por Estados Unidos.

Sambódromo y calles vacías sin Carnaval de Río

Los números de la pandemia mejoraron gracias a que más del 70 % de la población está ahora completamente vacunada.

Pero los visitantes tardan en regresar.

Flavio Miranda busca clientes en la base del cerro del Corcovado, donde la icónica estatua del Cristo Redentor extiende sus brazos sobre Rio de Janeiro.

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Miranda, un conductor de 52 años de una favela cercana, vende recorridos por los atractivos turísticos de la ciudad. Cuando llegó la pandemia, pasó ocho meses sin trabajo, durante los cuales dependió de las entregas de comida para alimentar a su familia de cuatro.

Los turistas "están volviendo, pero va lento", dijo a la AFP.

Sus ingresos cayeron alrededor de 80%. "Este lugar solía estar repleto de turistas. Ahora casi no hay".

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Cerca de allí, Miguel Viana, un ingeniero de 27 años de vacaciones procedente de Portugal, se apresta a visitar la imponente estatua.

"Las ganas de viajar fueron más fuertes que la pandemia", dice entre risas.

Pero él es uno de los pocos. Las cifras de turistas internacionales se mantienen entre el cinco y el siete por ciento de los niveles previos a la pandemia, estima Sampaio.

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Turismo local -

Los expertos aseguran que la caída de turistas extranjeros ha sido parcialmente compensada por el incremento del número de brasileños que viajan dentro del país, quienes temen salir al extranjero.

"Solíamos viajar principalmente al exterior. Pero estuvimos aislados tanto tiempo, que queríamos comenzar a viajar de nuevo. Así que decidimos comenzar por Brasil", dice Maria Augusta Rosa, de 40 años, una funcionaria de la ciudad de Goiania (centro-oeste) que está de vacaciones en Rio.

Los expertos prevén que la recuperación total del sector turístico de Brasil no llegará hasta 2023, si antes no hay más sorpresas desagradables.

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En Manaos, la "capital del Amazonas", Remy Harbonnier, un operador turístico francés que se especializa en alojamientos en la selva tropical y cruceros por el río, dice que las cifras de clientes e ingresos en su empresa, Heliconia, son 80% inferiores a los niveles previos a la pandemia.

Harbonnier espera llevar esa cifra a 50% este año, pero eso dependerá del desarrollo de los acontecimientos.

"Ahora estamos preocupados por la situación en Ucrania. Da un poco de miedo", dice.

"Tratamos de decirnos a nosotros mismos: hemos superado dos años de covid, superaremos un conflicto armado en Europa".

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