Isla de Flores (Indonesia).- ¿Cuál es el vínculo entre una educación universitaria y el estiércol? La agricultura de conservación, dicen Seferinus We’e y Krensensiana Nasa, una pareja de agricultores de la bucólica isla de Flores, en el este de Indonesia.

Seferinus y Krensensiana, que participaron en un proyecto apoyado por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y sus organizaciones no gubernamentales asociadas, han conseguido multiplicar tres veces y media sus cosechas e ingresos.

Gracias al cultivo en terrazas y el cultivo intercalado, han puesto fin a la erosión de sus tierras en Nangaroro, situadas en una colina empinada con vistas al Océano Índico.

Utilizando el estiércol de los animales domésticos como abono orgánico en sus parcelas, donde aplican la agricultura de conservación, han aumentado el rendimiento del maíz que cultivan de dos a siete toneladas por hectárea.

Y es en la venta de este excedente de maíz a cambio de dinero en efectivo donde reside un vínculo entre el uso del estiércol y la educación: sus dos hijos mayores están ahora en la universidad en Yakarta.

“De otro modo, no habría estado a nuestro alcance”, dice Seferinus, el padre, que solía ser agricultor de subsistencia. Ahora, junto con Krensensiana, cultivan batatas, frijoles, maíz y hortalizas de hoja, como la col china “pak choi”, para la venta.

“Tenemos alimentos asegurados todo el año y, además, contamos con ingresos regulares”, añade Krensensiana. Construir terrazas en esas laderas empinadas costó trabajo, pero valió la pena.

Todas estas técnicas son parte integrante de la agricultura de conservación, un sistema de explotación agrícola que puede evitar la pérdida de tierra cultivable al tiempo que regenera las tierras degradadas.

Fomenta el mantenimiento de una cobertura permanente del suelo, la menor alteración posible del suelo y la diversificación de especies vegetales.

Potencia la biodiversidad y los procesos biológicos naturales, lo que contribuye a un mayor aprovechamiento del agua y una mayor eficiencia en el uso de nutrientes, así como a la mejora y sostenibilidad de la producción de cultivos. 

Ampliación

Las autoridades agrícolas locales también han tomado nota. A partir de 2023, la FAO promovió la agricultura de conservación en varias aldeas a través de su asociado local, la Fundación para la asociación con agricultores independientes.

La Oficina de Agricultura del distrito ha puesto ahora esta técnica al alcance de todos los agricultores que cultivan tierras marginales en la zona.

“Estos resultados son realmente impresionantes, y hemos decidido ampliar la metodología a todo el distrito a través de extensionistas”, dice Oliva Monika, responsable de la Oficina del Distrito de Nagekeo del Ministerio de Agricultura.

El distrito de Nagekeo cuenta con unos 21 000 agricultores, y alrededor del 10 % de ellos trabajan en tierras marginales.

Se trata de tierras demasiado escarpadas, como en Nangaroro, donde las pendientes naturales se ven afectadas por copiosas lluvias que provocan la pérdida de la capa superior del suelo fértil, o de tierras completamente llanos, donde el agua de lluvia no tiene por dónde fluir, convirtiendo en humedales lo que podrían ser ricas zonas agrícolas.

Este último ha sido el caso de Amandus Buiu, un agricultor en pequeña escala de Wolowae, que solo podía plantar arroz en lugar de maíz o productos hortícolas, que alcanzan un precio más alto, porque su parcela de un acre suele inundarse.

La parcela llana de Amandus tiene ahora pequeños canales de drenaje para conducir el exceso de agua de lluvia que el suelo no puede absorber hasta el arroyo cercano.

Con estas técnicas, Amandus ha podido diversificar su plantación. El cultivo intercalado de maíz con frijoles también ha permitido que haya suficiente sombra, humedad y fertilizante natural de las hojas en el suelo para que los dos cultivos prosperen.

Mientras tanto, ha mantenido un arrozal en un extremo de su parcela, lo más cerca del arroyo. “Aún estoy experimentando qué combinación de cultivos funciona mejor”, afirma.

Apoyar a los agricultores, conservar el medio ambiente

Nagekeo, parte de la provincia de Nusa Tenggara Oriental, una de las cinco zonas menos desarrolladas de Indonesia, necesitaba un gran apoyo.

La mayor parte de estas provincias son agrícolas, y lograr que los agricultores puedan salir de la agricultura de subsistencia para pasar a generar ingresos es un objetivo fundamental del Gobierno, según Wayan Tambun, director de proyectos de la FAO en Indonesia.

“Los métodos que nosotros, junto con nuestros asociados locales, ayudamos a los agricultores a aplicar conservan la tierra y los recursos, aumentando a la vez el rendimiento y los ingresos”, afirma.

En otra zona marginal, Rendubutowe, donde las precipitaciones son mucho más escasas debido a la elevada altitud, los asociados de la FAO, World Neighbors y la oficina de Vredeseilanden en Indonesia, han presentado a los agricultores la idea no solo de cultivar en terrazas y usar setos vivos para conservar el suelo y el agua, sino también de plantar árboles a fin de minimizar las escorrentías en la estación húmeda y limitar la escasez de agua en la estación seca.

Los agricultores han pasado de la agricultura de corta y quema y los cultivos migratorios a la agricultura permanente.

Gracias a las nuevas prácticas, en muchas zonas, las tierras están ahora cubiertas de bosques, que proporcionan un control natural de la erosión y las inundaciones, almacenan carbono y permiten que surjan nuevos manantiales de agua.

“Antes, nuestra tierra era estéril e infértil y solo se podía utilizar para la agricultura entre cinco y siete meses al año”, dice Antontius Pati, agricultor.

Veinticinco años más tarde, su granja está ahora compuesta por terrenos aterrazados y zonas con árboles de caoba y gmelina, cuyas semillas y leña también puede vender.

“Antes, tenía que trasladar la granja a una nueva parcela porque, después de tres cosechas, el suelo ya no era fértil”, dice. “Pero, con las terrazas y usando las hojas de cultivos leguminosos como abono verde, mi cosecha siguió aumentando”. Su “bosque familiar”, como le dice, garantiza que el arroyo local nunca se seque y haya agua en el suelo todo el año.

Heredar tierras marginales ya no es una maldición, afirma Seferinus. Ahora, hasta puede pensar en hacer un viaje fuera de la provincia, y añade: “Nuestros hijos mayores están ahora en Yakarta, y esperamos poder ir a visitarlos”.

Las técnicas de agricultura de conservación permiten a los pequeños agricultores adoptar prácticas más eficientes, que pueden reducir las pérdidas de cosechas y ofrecer mayores rendimientos.

La FAO colabora con el Gobierno de Indonesia para ampliar el uso de esta técnica a todo el país.

Este artículo se ha elaborado en colaboración con Miklos Gaspar, del Centro de Información de las Naciones Unidas (CINU) de Yakarta (Indonesia). 

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