Irvine (California).- El aumento de las olas de calor y el envejecimiento de la población representan una amenaza creciente para la salud humana, según una reciente investigación realizada por la Escuela de Salud Pública Joe C. Wen de la Universidad de California en Irvine.
El estudio, publicado en la revista Science of the Total Environment, revela que la combinación de estas dos condiciones puede debilitar significativamente el sistema inmunológico y dañar la barrera intestinal, haciendo que las personas sean más vulnerables a infecciones graves, especialmente a la provocada por la bacteria Vibrio vulnificus.
Esta bacteria, presente en aguas oceánicas cálidas, es conocida por causar infecciones graves que pueden derivar en sepsis y, en muchos casos, ser mortales si no se tratan a tiempo. Su aparición se ha vuelto más frecuente debido al aumento sostenido de las temperaturas globales.
Lo preocupante es que, según los investigadores, el calor extremo potencia los efectos del envejecimiento sobre el cuerpo humano, debilitando aún más las defensas naturales que ayudan a mantener alejados a estos patógenos.
El profesor Saurabh Chatterjee, especialista en salud ambiental y medicina en UC Irvine y autor principal del estudio, destacó que «el envejecimiento ya debilita las defensas inmunológicas, y el estrés por calor acelera ese deterioro. Es un doble golpe que puede tener consecuencias fatales».
La investigación se desarrolló con el respaldo del Instituto Nacional de Ciencias de Salud Ambiental de Estados Unidos en un contexto en el que diversos países enfrentan temperaturas récord durante el mes de junio.
El estudio llenó un vacío científico importante: hasta ahora no se entendía con claridad cómo el calor prolongado afectaba al microbioma intestinal y la respuesta inmunitaria, especialmente en personas mayores. Para obtener respuestas, el equipo de UC Irvine realizó experimentos con ratones jóvenes y envejecidos, sometiéndolos a temperaturas elevadas similares a las de las olas de calor que se experimentan en la vida real.
Posteriormente, analizaron el microbioma de los animales, así como la integridad intestinal y la respuesta inmune.
Los resultados fueron contundentes. Los ratones mayores expuestos al calor mostraron un daño significativo en la barrera intestinal, mayores niveles de inflamación sistémica, alteraciones inmunológicas y una mayor presencia de genes resistentes a antibióticos en su microbioma.
En contraste, los ratones jóvenes demostraron una mayor capacidad de recuperación ante el estrés térmico.
Pero quizás lo más esperanzador del estudio fue el hallazgo de una posible solución preventiva. Al administrar un microbio intestinal beneficioso —Roseburia intestinalis— a los ratones mayores, se logró restaurar la función inmunológica y reducir los signos de infección. Esto sugiere que fortalecer la salud intestinal mediante probióticos específicos podría ser clave para mitigar los efectos del calor extremo en personas mayores y prevenir infecciones como las de V. vulnificus.
El equipo de investigación incluyó también a los estudiantes de doctorado Subhajit Roy (autor principal), Punnag Saha, Madhura More, Ayushi Trivedi y Dipro Bose, todos miembros del Laboratorio de Salud Ambiental y Enfermedades de Wen Public Health. Asimismo, participaron científicos del Centro Internacional de Investigaciones sobre Enfermedades Diarreicas en Bangladesh, ampliando la colaboración a nivel global.
El estudio llega en un momento crucial, cuando las olas de calor se intensifican en diversas regiones del mundo y la atención pública se centra cada vez más en los efectos del cambio climático sobre la salud humana.
Esta investigación no solo alerta sobre los riesgos invisibles que enfrentan los adultos mayores, sino que también ofrece una base científica para desarrollar intervenciones futuras centradas en la salud intestinal como una herramienta de resiliencia ante el calor extremo.
Con un enfoque en la prevención y la adaptación, los hallazgos de UC Irvine podrían marcar un antes y un después en cómo se aborda la salud pública en el contexto del calentamiento global. A medida que las temperaturas continúan en ascenso y la población mundial envejece, cuidar del microbioma intestinal podría convertirse en una nueva frontera en la lucha contra los impactos sanitarios del cambio climático.