San Salvador (AFP) – Jóvenes de Santa Fe, un barrio de la capital salvadoreña, sustituyen la intimidatoria simbología de las pandillas con coloridos grafitis y gigantescos murales, en una iniciativa de distensión y desarrollo que impulsa el alcalde de San Salvador, Nayib Bukele

Coloridos grafitis sustituyen la simbología pandillera en El Salvador
Un mural pintado con un grafiti en el barrio de Santa Fe en la capital salvadorea, el 18 de julio de 2017
© AFP Marvin RECINOS

«El proyecto está excelente porque es la primera vez desde que nací en la colonia que se han acercado a nosotros los jóvenes, es bueno ver en nuestra comunidad grafitis artísticos mientras que en otras comunidades todavía predominan grafitis de pandillas y drogas», cuenta a la AFP Fernando Trejo, un risueño joven de 17 años.

Los creativos grafitis son propuestas del arte urbano, algunas con elementos costumbristas y otros surrealistas que invitan a ver un mundo onírico que impacta a los visitantes.

También pintan temas cotidianos como el medio ambiente y hasta retratos de personajes de la comunidad.

Coloridos grafitis sustituyen la simbología pandillera en El Salvador
Varios jóvenes artistas pintan un grafiti en el barrio de Santa Fe en la capital salvadorea, el 18 de julio de 2017
© AFP Marvin RECINOS

De esa forma, Fernando junto a otros jóvenes le han dado un nuevo rostro a Santa Fe, en el oeste de la capital donde viven 26 familias al lado del moderno mercado Cuscatlán, en cuyo interior la alcaldía instaló la biblioteca más moderna de El Salvador.

«La verdad es que los jóvenes de aquí intentamos por medio del arte del grafiti escapar de todos esos problemas (de pandillas) por los que muere tanto joven en el país», dice Fernando.

En Santa Fe, con sus pequeñas casas con techo de lámina, la unidad de Reconstrucción del Tejido Social de la alcaldía de San Salvador desarrolla actividades artísticas, celebra días festivos y ejecuta un taller de inglés en la casa comunal.

– Borrar el estigma –

«Ahora nuestra comunidad tiene color. Nos sentíamos olvidados y aislados de la ciudad, pero lo bueno es que ahora somos los mismos jóvenes los que estamos intentando cambiar la cara de la comunidad», reflexiona Francisco Candray, de 30 años.

Para Candray no es fácil borrar el estigma de ser una comunidad vinculada a pandillas y drogas.

«Las personas antes, y aun ahora, creen que por ser jóvenes de comunidad somos pandilleros, la gente mayor creía que lo que pintamos eran cosas de pandillas, y ahora que han visto los dibujos han entendido que esto es un arte que va cambiando la cara de la comunidad y que viene a beneficiarnos a todos», resume Candray.

La oficina de comunicaciones de la municipalidad capitalina explicó que en Santa Fe se desarrolla la primera parte del proyecto GrafiTour, una pequeña réplica de una experiencia desarrollada en la comuna 13 de Medellín, Colombia.

Esa iniciativa, según Candray, hizo que los jóvenes vencieran el temor a ser estigmatizados por el hecho de pintar y ahora están «emocionados» y aplican las enseñanzas de «los maestros del grafiti» que trae la alcaldía.

Coloridos grafitis sustituyen la simbología pandillera en El Salvador
Un joven muestra un grafiti sobre una pared en el barrio de Santa Fe en la capital salvadorea, el 18 de julio de 2017
© AFP Marvin RECINOS

Con la ayuda de Naciones Unidas, la alcaldía invitó a grafiteros de Nueva York, Australia, Costa Rica y Colombia para que contaran su experiencia e intercambiaran conocimientos con los jóvenes de Santa Fe.

«La idea es darle vida y color a lugares donde siempre ha predominado la violencia», explica César Juárez, coordinador del proyecto GrafiTour de la alcaldía. «Ahora el arte va ganando y conquistando esos espacios».

Al margen del proyecto de la comuna, el viceministerio de Prevención Social ha borrado desde hace un año 121.000 m2 de grafitis de pandillas en 650 comunidades del país.

En lo que va del año, El Salvador acumula un promedio de 54 homicidios por cada 100.000 habitantes, en su mayoría atribuidos a la violencia generada por las pandillas, que cuentan con unos 70.000 miembros, de los que poco más de 16.000 están encarcelados.