Buenos Aires (AFP) – «Quisieron enterrarnos pero no sabían que éramos semilla», se lee en una pancarta colgada frente al Congreso argentino, en una jornada de manifestación contra los femicidios y la violencia de género a siete años de la primera marcha bajo la consigna «Ni una menos».

Sobre la plaza de los dos Congresos, unos 150 pares de zapatos, sandalias y botas pintados de violeta -el color de la lucha feminista- evocan a las mujeres asesinadas, en muchos casos aún a la espera de justicia.

«Los zapatos vacíos representan el vacío que dejaron en nuestras vidas», explicó a la AFP Marcela Morera, de 52 años, una de las fundadoras de la organización Familias Atravesadas por el Femicidio.

Su hija, Julieta Mena, tenía 22 años y estaba embarazada de tres meses el 11 de octubre de 2015, el día en que fue asesinada por su pareja, siete años mayor, en su casa en la periferia sur de Buenos Aires.

«Él quería que se hiciera un aborto, ella se negó y él la pateó en la panza y los genitales para provocárselo, hasta matarla», cuenta la madre, ahora madrina de un refugio para víctimas de violencia de género.

Con un chaleco con la foto de su hija en el frente, Morera reconoce que en su caso hubo justicia rápida. El asesino fue entregado por su propia familia y dos años después del crimen fue sentenciado a prisión perpetua, sin beneficio de libertad condicional por tratarse de un femicidio.

El movimiento ‘Ni una menos’ nació el 3 de junio de 2015, cuando decenas de miles de mujeres salieron a la calle para exigir justicia por el femicidio de Chiara Páez, una adolescente de 14 años que estaba embarazada y fue asesinada por su novio de 16, condenado luego a 21 años de cárcel.

«Nos están matando» –

Bajo la consigna «Vivas nos queremos», decenas de miles de mujeres volvieron a marchar este viernes en distintas ciudades del país para renovar el reclamo de justicia, así como de cumplimiento de leyes de protección a las víctimas y de formación de funcionarios en perspectiva de género, cuya aplicación aún exhibe deficiencias según las víctimas.

«Contra la violencia machista, resistencia feminista… Ni una menos», se leía en un cartel.

En Argentina en 2021 se cometió un total de 251 femicidios, lo que representa uno cada 34 horas o dos cada tres días, según el registro nacional realizado por la Oficina de la Mujer de la Corte Suprema de Justicia.

El 81% de los casos sucedió en contextos de violencia doméstica y el 62% fue cometido por parte de la pareja o expareja, de acuerdo al informe.

El número de víctimas muestra una baja de 13% respecto de 2020 cuando se registraron 287 casos y fue el menor desde que se comenzó el registro en 2015.

Ese descenso «refleja el impacto de políticas públicas en materia de género y de diversidad», tuiteó el presidente Alberto Fernández, quien recibió este viernes a un grupo de familiares de víctimas de femicidios.

Desde 2015, cuando se comenzó a llevar el conteo, hubo unos 2.000 femicidios.

«Incendio»-

Pero muchas familias de víctimas se enfrentan a dificultades para hacer valer sus derechos y, sobretodo, el de los hijos de esas mujeres, que a veces quedan en manos del victimario o no reciben el subsidio adecuado, dijo a la AFP Eva Domínguez, de 58 años.

«Falta un montón, falta compromiso del Estado, de cada estamento y saber que no porque se dé una ley acá, automáticamente se cumple en todos lados. Además se siguen graduando médicos y abogados sin perspectiva de género, eso no puede pasar», señaló esta mujer que tuvo que acudir a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos por el femicidio de su cuñada, Vanesa Celma, ocurrido en Santa Fe (oeste) en 2010.

Vanesa estaba embarazada de 8 meses y en medio de una discusión fue prendida fuego por su pareja. Tras estar en coma durante cuatro meses y dar a luz por cesárea, falleció. La beba sobrevivió y junto a su hermano, 6 años mayor, viven con una tía. El asesino sigue libre.

«La causa estuvo caratulada como incendio, como si ella fuera una mesa, una cosa», recordó Eva y aseguró que los policías y fiscales mandaron a limpiar la escena del crimen y nunca se investigó.

Recién seis años después logró cambiar la carátula a «investigación de la muerte», pero antes de archivar la causa la citó la fiscal: «Me dijo que Vanesa se murió por amor», denuncia.

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