Rosario (Argentina) (AFP) – Pasión, potreros para jugar en la calle, buena alimentación y un toque de magia, es el combo que hace de la ciudad agroexportadora de Rosario, un semillero de cracks del fútbol y escuela de entrenadores de Argentina.

Los astros Lionel Messi y Ángel Di María, los más emblemáticos jugadores de la Albiceleste, son de Rosario, de 1,5 millón de habitantes, ubicada a 310 km al norte de Buenos Aires, en la provincia de Santa Fe.

Nacieron también allí Ángel Correa, Giovani Lo Celso y el arquero Franco Armani, otros convocados por Lionel Scaloni, el DT de Argentina, oriundo de Pujato, un pueblo vecino de Rosario.

«Como dice Gerardo Martino, entrenador de México, en esta zona de la pampa gringa (inmigrantes, jerga local) nacen chicos bien formados físicamente. Además en Rosario hay grandes formadores de jugadores. Es un tema de la formación física a través de los nutrientes, de la comida, de ciertos animales que hay por la región», explica a la AFP Nicolás Galliari, autor de «Rosario, cuna de cracks», de 2019.

En su libro, Galliari recopila unos cincuenta nombres de famosos jugadores de esa zona, como Javier Mascherano, Maximiliano Rodríguez, Cristian ‘Killy’ González y años antes Jorge Valdano, Walter Samuel y Gabriel Batistuta.

Tampoco faltan los entrenadores destacados internacionalmente como César Menotti, campeón mundial con Argentina en 1978, Marcelo Bielsa, Gerardo Martino, Edgardo Bauza, Mauricio Pochettino, Jorge Sampaoli y Scaloni.

«En esta zona tienen una buena alimentación y la mayoría tiene buena familia, contenedora, dos cosas importantísimas para que el chico se vaya desarrollando en un ambiente que lo ayude a crecer», sostiene Jorge Griffa, de 87 años, exjugador nacido en Casilda, otro pueblo cercano a Rosario.

Descubridor de talentos como Carlos Tevez, este «formador de formadores» que tuvo a Bielsa como discípulo cuenta que solía matar una vez por mes una ternera de su propio campo para que los jugadores de las inferiores coman carne.

Los pasos de Messi –

«Messi, Messi», gritan al unísono los niños de un grupo escolar que visita el Monumento a la Bandera, en pleno centro de Rosario. Quizás descubrieron el inmenso mural de Messi pintado en un rascacielos muy cerca de allí y desde donde el astro parece mirar hacia el río Paraná.

Frente al río, sobre el césped medio raído, unos adolescentes improvisaron una cancha con sus bolsos a modo de arco, para jugar un ‘fulbito’.

«La proliferación de potreros (canchas improvisadas) era una característica de esta ‘ciudad con alma de pueblo’ pero esa cultura se está perdiendo», lamenta Galliari para quien esos espacios rudimentarios de tierra «han sido una de las grandes bases para tantos talentos, donde los chicos empezaban a formarse».

En cambio, se desarrollaron escuelas de fútbol infantil como la de Newell’s, adonde concurrió Messi de pequeño y hoy atrae a cientos de niños con la ilusión de emular al 10 de la selección albiceleste.

«No se es Messi tan fácil, pero sirve muchísimo que él haya entrenado acá, muchos chicos se acercan solo por eso. Es un orgullo que el mejor jugador del mundo sea hincha y haya jugado en Newell’s, sirve que hoy Messi sigue hablando bien del lugar de donde salió», expresa a la AFP Joaquín Bautista, de 22 años, uno de los entrenadores de la escuela.

El ‘profe’, como lo llaman sus alumnos de entre 6 y 12 años, asegura que cuando un niño se destaca, lo primero que intenta «es que no se le suba a la cabeza que ya es Messi. Uno no se lo dice para matar la ilusión sino para que no pierda las ganas de seguir mejorando».

En la otra punta de la ciudad, el Club Atlético El Torito recibe a otros chicos de las inferiores. En el ingreso, un enorme mural de Di María recuerda que allí, cuando el lugar era un campo de tierra, el astro de la Juventus ya pateaba pelotas, mucho antes de debutar en primera a los 17 años en Rosario Central.

«El clásico más pasional del mundo» –

Si Messi es de Newell’s y Di María de Central, con la conquista de la Copa América 2021 que puso fin a 28 años de sequía de títulos de la selección, lograron hermanar a Rosario, una ciudad marcada a fuego por la rivalidad histórica entre ‘leprosos’ y ‘canallas’.

«Newell’s-Central es el clásico más pasional del mundo. Es diferente al resto. Cuando se juega, la ciudad queda vacía, paralizada», afirma Bautista. En Rosario pasa desapercibido el superclásico argentino Boca-River. Cada poste, cada pared, están pintados con el rojinegro de Newell’s o el azul y amarillo de Central.

En esta ciudad portuaria, no más de 5 kilómetros separan los dos estadios, con más de 40.000 plazas cada uno: el ‘Marcelo Bielsa’ de Newell’s, una de cuyas tribunas homenajea al legendario Diego Maradona que vistió esa casaca en 1993, y el ‘Gigante de Arroyito’ de Central que tuvo entre sus hinchas a Ernesto ‘Che’ Guevara, nacido en Rosario.

Más allá de la pasión fanática que divide los corazones rosarinos, un título mundial argentino en Catar podría unificar los festejos, dice Bautista: «Me imagino el Monumento a la Bandera explotado de gente, todos con la camiseta argentina siendo que hay dos referentes muy grandes en la Selección, uno de cada club de Rosario».

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