Se abre un camino para salvar al último gigante encontrado en Galápagos
Un especimen de la tortuga gigante de Galápagos, que se consideraba extinta desde hace un siglo, en la Isla Santa Cruz del archipiélago de Galápagos, a 1.000 km de la costa ecuatoriana en el Pacífico, el 19 de febrero de 2019 © AFP Rodrigo BUENDIA

Quito (AFP) – Llevaba un siglo oficialmente extinta cuando de la nada asomó su caparazón entre el paisaje volcánico. Animados por el hallazgo, los científicos quieren ir en busca de más ejemplares de la última especie de tortugas gigantes encontrada en las islas Galápagos.

La hembra de Chelonoidis phantasticus hallada el último domingo «sobrepasa los 100 años, es una tortuga muy vieja», dijo a la AFP Washington Tapia, director del GTRI, el programa de recuperación de tortugas gigantes de la oenegé estadounidense Galapagos Conservancy, y líder de la misión.

El ejemplar fue encontrado en la isla Fernandina, de donde es endémica la especie, por una expedición financiada por Animal Planet. El animal de 20 kilogramos estaba entre la vegetación que crece en medio de flujos de lava petrificados del volcán La Cumbre, uno de los más activos del mundo.

Aunque solo un examen de ADN confirmará que se trata de la especie que se creía extinta, la forma del caparazón tipo montura es diferente al de otras especies y se asemeja a la descripción de la Chelonoidis phantasticus.

Los científicos confían en que no ocurrirá con esta tortuga lo mismo que con el solitario George, el animal emblema de las islas. George fue el último ejemplar de Chelonoidis abigondi y murió sin descendencia en 2012 al negarse a aparearse con hembras de especies similares.

Para Danny Rueda, director de ecosistemas del Parque Nacional Galápagos (PNG), haber encontrado una tortuga de Chelonoidis phantasticus implica un «compromiso y la urgencia de ampliar una expedición en Fernandina para lograr, ojalá, encontrar otro individuo», de preferencia macho, para iniciar un programa de reproducción y crianza.

– Trabajo de detectives –

La última vez que se reportó un ejemplar de Chelonoidis phantasticus en Galápagos fue en 1906. Ese animal hoy es pieza de museo y le pertenece a la Academia de Ciencias de California.

Desde que ese individuo fue colectado por la academia ninguna otra tortuga de la especie volvió a aparecer frente a expedicionarios, pero existe un informe de 1964 en el que un investigador afirma haber visto heces de tortuga en apariencia muy viejas en Fernandina, según Tapia.

Desde ese reporte pasaron 42 años hasta que trabajadores del PNG alertaron que habían hallado un cactus aparentemente mordido por una tortuga, recordó el director del GTRI.

Pero fue el ojo experto del guardaparque Jeffeys Málaga, con el que Tapia ha trabajado por 20 años, lo que le dio la confianza al científico para emprender la aventura de buscar una tortuga en Fernandina.

En 2014, Málaga «encontró heces y huellas de tortuga», señaló Tapia. La exploración rindió frutos: un ejemplar hembra de Chelonoidis phantasticus con una particularidad. «Es pequeña comparada con otras hembras de especies de tipo montura. El largo curvo del carapacho fue de 59,3 cm lo cual es pequeño para ser una hembra adulta», comentó.

Rueda explicó a la AFP que esa peculiaridad puede ser producto de una adaptación al lugar donde vivió el último siglo. «La tortuga quedó aislada en un espacio relativamente pequeño con comida suficiente, pero digamos que no hay una vegetación que le permitió crecer un poco más como otras especies de tortugas», dijo.

– Caminar por lava seca –

La isla Fernandina, con 638 km de superficie, está deshabitada. Apenas tiene un punto de visita para turistas. Su terreno duro, formado por lava petrificada, hace difícil el camino.

«Fernandina no es una isla fácil. Primero, es la tercera más grande de Galápagos, segundo es el volcán más activo y con una gran cantidad de flujos de lava, casi incaminables, y eso hace que demande mucha preparación y que los costos (de exploración) sean muy altos», explicó Tapia.

Sin embargo, él es optimista al pensar que volverán en una siguiente expedición para buscar más ejemplares, pues encontraron «indicios de que probablemente hay varios otros individuos».

Las tortugas gigantes llegaron hace tres o cuatro millones de años a la región volcánica de Galápagos, que sirvió al naturalista inglés Charles Darwin para desarrollar la teoría sobre la evolución de las especies. Se cree que las corrientes marinas dispersaron a los ejemplares por las islas, y que fue así como se crearon 15 especies diferentes, de las cuales dos están formalmente extintas.

Una nueva expedición a Fernandina implica que Chelonoidis phantasticus vuelva a tener una segunda oportunidad sobre la Tierra. Mientras tanto, el último ejemplar hallado está en el Centro de Crianza de Tortugas Gigantes en la isla Santa Cruz a la espera de que puedan hallar un compañero.

«Estoy convencido de que vamos a encontrar unos individuos más y esta especie va a tener la oportunidad a través de una programa de crianza en cautiverio de recuperarse», apuntó Tapia.