La Posada es una tradición navideña que reúne a los miembros de una comunidad y ni siquiera el muro de una frontera puede impedir que se realice una de ellas.

La Posada sin Fronteras es una tradición que se ha llevado a cabo a ambos lados del Parque de la Amistad, en la frontera entre San Diego y Tijuana, organizada por grupos religiosos y organizaciones de defensa de los derechos de ambos lados de la frontera.

El evento de este año se llevó a cabo el sábado 16 de diciembre.

“El tema de este año es ‘promoviendo una cultura de reconciliación y solidaridad’, como una invitación para unirnos, Tijuana y San Diego como hermanos y hermanas, en una sola familia por los migrantes”, dijo Mary Galván, de la Coalición Pro Defensa del Migrante A.C.

Galván destacó que el tema principal del evento es recordar el relato principal de la Biblia, en donde María y José buscaron refugio para el nacimiento del Niño Dios.

“Pero hoy en día, cuando tantos migrantes están sujetos al abuso y al ataque  Sin embargo, en estos tiempos modernos, cuando los migrantes sufren de abusos, la celebración es mucho más importante”, destacar Galván.

Una tradición de más de 20 años

La Posada sin Fronteras comenzó hace más de dos décadas a celebrarse al pie de la reja que separa a México y Estados Unidos, en el Parque de la Amistad. Durante estos años, destacaron sus organizadores, han visto los cambios en esa área.

“A través de los años hemos visto tantos cambios en nuestra región, particularmente en este lugar”, dijo Melissa Tucker, de la Primera Iglesia del Nazareno de San Diego. “Hemos visto nuevas leyes y nuevas formas en que ha sido implementada. Nueva estructura y nueva autoridad”.

Tucker resaltó que este año ha sido la época en que se han experimentado ese tipo de cambios.

“Por eso es que estamos hoy aquí, en este lugar, declarando amistad y la solidaridad es lo que en realidad importa”, dijo Tucker. “Con nuestros cuerpos declaramos que no tenemos miedo, mostraremos que podemos estar juntos a pesar de que nos han dicho que estamos separados”.

Durante el evento, los asistentes a cada lado de la valla entonaron canciones de Navidad en inglés y español, y algunos inmigrantes contaron sus historias, la mayoría de ellos como deportados a México.


Pero también se leyeron los nombres de algunos inmigrantes que murieron en su intento de cruzar la frontera en busca de “posada” en Estados Unidos. A cada nombre mencionado, las personas respondían “presente”.

Para algunas personas, como la familia Huerta, era la primera vez que asistían a la Posada.

“Vinimos a apoyar al movimiento, a la gente, especialmente a la que está del otro lado, que también están sufriendo y también tienen necesidad”, dijo Salvador Huerta, refiriéndose a los inmigrantes que se encuentran en Tijuana y que no han podido pasar a Estados Unidos.

“También quisimos hacer presencia aquí, de este lado de la frontera, para que se sienta el apoyo, de que no están solos. De que hay gente que piensa en ellos, que pide a Dios por ellos”, añadió Huerta.

Los Huerta han estado en otros eventos, cuando abren la puerta para el reencuentro de familias, que han estado separadas por la migración.

“En estos tiempos tenemos que salir de nuestro país, en busca de otras oportunidades y tenemos que irnos lejos”, dijo Aurora Huerta. “Con motivos diferentes pero con el deseo de salir adelante”

Un lugar de reunión de migrantes

Otros asistentes, como Lilia Martínez, aprovecharon la oportunidad de hablar a través de la reja sin el temor de que las autoridades les exigieran documentos.

“Me siento contenta porque ya eran ocho años que no la había visto”, dijo Martínez, quien ha vivido en San Diego desde hace 25 años y no ha podido volver a México, ni siquiera para el funeral de su padre.

Su madre, Ester Flores, vive en Tijuana y solo podía comunicarse con su hija por teléfono. Pero ambas coincidieron que no era lo mismo.

“Me siento muy feliz, porque Dios me concedió verla y también platicar con ella”, dijo Flores a Hispanos Press, a través de la reja. “Tenía muchas ganas de verla. No es igual por teléfono que físicamente. Es la alegría más grande que Dios me ha dado”.