Cartagena (Colombia) (AFP) – Botella tras botella va tomando forma el rostro sonriente del Nobel colombiano de Literatura Gabriel García Márquez. El artista Eduardo Butrón armó una instalación con la figura de las letras hispanas a partir del vidrio reciclado de la basura y de los ríos.

El singular homenaje, que coincide con los 40 años de la entrega del premio al escritor, está hecho de 10.000 botellas de agua, licores o gaseosas.

La instalación se expone desde el viernes en la sede de la gobernación de Bolívar, en las afueras de la ciudad de Cartagena, capital de ese departamento del Caribe colombiano.

Desde lo alto se puede apreciar bien la imagen del autor con sus lentes gruesos y sonrisa abierta.

Algunas de las botellas fueron recolectadas por los habitantes de Henequén, un barrio de Cartagena que emergió de lo que era un relleno sanitario. Otras, donadas por restaurantes y bares de Cartagena donde vivió «Gabo» por muchos años.

Pero Butrón, un artista de 58 años, valora más las que fueron recuperadas de los manglares, ríos y playas contaminadas. Fueron un mes de recolección y tres días de instalación.

Con la obra quiere también enviar un mensaje ambientalista. «Juntos podemos empezar a trabajar para mantener nuestros entornos sanos, nuestros ríos y mares limpios», dice a la AFP rodeado de botellas.

Para amplificar causa, escogió la figura del escritor colombiano más famoso y amigo de los paisajes caribeños. El autor de «Cien años de soledad» murió en 2014 dejando un legado de novelas y relatos que cuentan, entre otros temas, sobre la riqueza de uno de los países más biodiversos del mundo.

«Nada más colombiano, nada más Caribe, nada más folclórico y nada que nos represente» más que García Márquez, destaca Butrón.

«Inverosímiles» –

El también artista caribeño lleva 35 años recolectando desechos para convertirlos en arte «con carácter ambientalista».

Gran parte del vidrio proviene del río Magdalena, el más grande del país con casi 1.600 kilómetros. En sus obras como «El amor en tiempos del cólera» o la autobiográfico «Vivir para contarla», el Magdalena es protagonista.

Allí el escritor, dice Butrón, «narra esas travesías por el río, esos inmensos playones donde podía ver garzas, patos salvajes, caimanes». Un «pasado glorioso de flora y de fauna».

Hoy el panorama es distinto. Según investigaciones académicas, más del 70% del río está en riesgo de erosión debido a la polución.

«No solamente tenemos una contaminación con residuos sólidos», agrega el artista. También con las «aguas negras (residuales), la pesca ilegal y la minería que arroja demasiado mercurio a las aguas» y envenena a los animales.

El desenlace del Magdalena, en palabras del artista, tendría su propia página en el mundo narrativo de García Márquez en el que la tragedia trastoca lugares mágicos.

Es «tan absurdo, tan macondiano», «pasan cosas inverosímiles (…) así como esa basura que estamos presenciando en este momento», observa.

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