Madrid (AFP) – Brasil reclamará a los países ricos en la COP25 que materialicen la ayuda prometida a los países en desarrollo en el Acuerdo de París, una demanda que vincula con el desbloqueo del asunto crucial de los mercados de carbono, dijo a la AFP su ministro de Medio Ambiente.

Los países firmantes del Acuerdo de París, que busca limitar el calentamiento del planeta, aprobaron el año pasado sus reglas de aplicación, excepto en un ámbito sensible y por el que Brasil libró en solitario un duro pulso: los mercados de carbono.

En la Conferencia de la ONU sobre el Clima de Madrid, este asunto vuelve a ocupar un papel central, especialmente con el arranque este martes de las negociaciones a nivel político, que se prolongarán hasta el viernes.

Su resolución es clave para garantizar la credibilidad de los mercados de carbono en el mundo, llamados a financiar la reducción de emisiones en los países allí donde es más barato hacerlo.

¿Pero cómo llevar las cuentas en este intercambio de emisiones cuando todos los países están llamados a reducirlas? Este es el punto más controvertido, puesto que Brasil es acusado por algunos países de querer aplicar un «doble conteo».

«Queremos encontrar una solución que convenga a todo el mundo»

DIJO EL MINISTRO BRASILEÑO DE MEDIO AMBIENTE, RICARDO SALLES.

Pero para Brasil esta negociación en torno al Artículo 6 del Acuerdo de París debe garantizar a la vez que los países ricos cumplen con su promesa de transferir a partir del próximo año 100.000 millones de dólares anuales a los países en desarrollo.

Este monto fue acordado bajo el Acuerdo de París con el objetivo de ayudar a estas naciones a alcanzar sus metas de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y adaptarse a los efectos del cambio climático.

Los países en desarrollo «no somos los que provocamos las emisiones». Los más ricos «deben cumplir su promesa sobre los fondos. Este fue el argumento que utilizaron en 2015 para convencernos de que participáramos», dijo el ministro.

Salles consideró incluso que el Artículo 6 es una «herramienta necesaria» para implementar esa promesa financiera. 

El Acuerdo de París prevé que una parte todavía no cifrada de los intercambios en los mercados de carbono sirva para financiar la adaptación al cambio climático de los países en desarrollo.

– El «valor» de la Amazonía –

Al margen del Artículo 6, Brasil tiene un papel relevante en las negociaciones por albergar gran parte de la Amazonía, cuya creciente deforestación podría socavar los esfuerzos globales para frenar el calentamiento.

Según datos oficiales, la deforestación de la Amazonía brasileña superó los 10.000 km2 entre agosto de 2018 y julio de 2019, un alza de 43% anual.

Ese periodo incluye los siete primeros meses de gestión del presidente de ultraderecha Jair Bolsonaro, partidario de la apertura de la Amazonía a las actividades agropecuarias y mineras.

Salles defendió nuevamente la necesidad de contar con el apoyo financiero internacional para proteger la mayor selva tropical del mundo, porque sus «ecoservicios tienen un valor».

«Es necesario ofrecer mejores condiciones de vida» a quienes viven en la Amazonía. «Si no les damos una alternativa para que tengan ingresos ¿cómo podemos pedirles esto (preservar la selva)?».

– Protestas en la COP25 –

Paralelamente, un centenar de organizaciones brasileñas publicaron este martes al margen de la COP25 una carta para denunciar que en su país se están revirtiendo «libertades fundamentales».

«No podemos aceptar vivir los ataques diarios contra la prensa libre, las organizaciones independientes y contra los derechos fundamentales individuales y colectivos», declararon en la misiva, firmada también por personalidades de la sociedad civil.

Bolsonaro ha sido blanco de críticas de ONGs y de manifestaciones contra sus políticas, desde el recorte de presupuestos educativos hasta su proyecto para facilitar la posesión de armas.