Ciudad de Panamá (Panamá).- Mucho antes de que salga el sol por encima de los altísimos árboles de la pluviselva panameña, la Sra. Elizabeth Méndez, una mujer indígena Guna, se despierta con el canto de su gallo.

Vive en una pequeña casa de bambú y paja, enclavada en lo más profundo del frondoso bosque. Aquí es donde ella y su familia llevan generaciones cultivando café.

El ajetreado día de Elizabeth comienza con el inconfundible aroma del café recién hecho, que para ella significa mucho más que un chute de energía matutino para empezar la jornada.

El café ha sido durante mucho tiempo una importante fuente de ingresos para muchos Pueblos Indígenas de Panamá. Pero, en los últimos años, estas comunidades han tenido dificultades para mantener sus métodos tradicionales de producción.

“Llevo recolectando café desde que era pequeña, pero a veces no entendíamos qué le pasaba a la planta: en algunas ocasiones parecía enferma, en otras no rendía mucho”, afirma Elizabeth.

“El otro gran reto al que siempre nos hemos enfrentado es dónde y cómo vender el café. Cuando lo recolectamos, a veces no tenemos ningún lugar donde venderlo y otras lo vendemos barato”, añade.

Con la llegada de un innovador proyecto denominado “Apoyo a la recuperación económica de los productores indígenas de café tras la pandemia de COVID-19”, lo anterior podría ser un escenario del pasado para los caficultores de los Pueblos Indígenas Ngäbe, Guna, Emberá y Wounaan, que participaron en el proyecto.

El proyecto es una iniciativa del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) financiada por el Programa de reducción de la pobreza del Fondo especial de Japón.

Se puso en marcha gracias a la asistencia técnica de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y con el apoyo del Ministerio de Desarrollo Agropecuario de Panamá, así como de la empresa cafetera Café Durán.

El objetivo del proyecto fue aumentar los ingresos de los productores de café indígenas mejorando producción, la elaboración, la calidad y la venta de café procedente de la agrosilvicultura sostenible.

Más de 150 productores indígenas de café de cuatro comunidades completaron una capacitación en escuelas de campo para agricultores de la FAO de una campaña de duración sobre prácticas agroecológicas sostenibles que aumentan la resiliencia ante el cambio climático y mejoran la cantidad y la calidad de la producción, al tiempo que se basan en los conocimientos tradicionales y las prácticas culturales de los Pueblos Indígenas, y se alinean con ellos.

Estas técnicas agroecológicas incluyen minimizar el uso de plaguicidas y adaptar las tecnologías agrícolas para hacer frente a los efectos del cambio climático. Mediante el debate y la observación guiados, se empoderó a los caficultores para que se conviertan en expertos en ecología y supervisen la ordenación agrícola de sus propios cultivos de café.

La capacitación incluyó también actividades de aprendizaje para aumentar la participación de las mujeres en la producción y la toma de decisiones empresariales.

“Gracias a la formación, hemos aprendido todo sobre la ordenación del café y cómo podemos cuidar de las plantas cuando enferman. Todo ello sin necesidad de dejar de lado nuestras técnicas tradicionales y preservando nuestras plantas autóctonas ancestrales”, asegura Elizabeth.

No solo café

Para Elizabeth y otros caficultores de Panamá, el proyecto no consiste solo en hacer buen café, sino en construir un futuro mejor para sus familias y comunidades.

“El café siempre ha formado parte de nuestra cultura, pero ahora también lo vemos como una fuente potencial de alivio económico”, explica.

Al asociarse con Café Durán y aprender las mejores prácticas de producción y elaboración, las comunidades de los Pueblos Indígenas acceden a los mercados y a compradores fiables y que pagan precios justos.

A su vez, esto permite a los productores  de café mejorar sus condiciones de vida y ofrece oportunidades a las generaciones futuras.

“En cierto modo, el café es un producto mágico porque no solo puede ayudar a una mejor inclusión social, sino que también ofrece buenos precios internacionales”, explica el Sr. Adoniram Sanches Peraci, Representante de la FAO en Panamá.

“Los Pueblos Indígenas tienen una enorme riqueza cultural, social, lingüística, histórica y territorial. Pero también se enfrentan a importantes desafíos a la hora de traducir esta riqueza en oportunidades económicas sostenibles, en especial dado su limitado acceso a la asistencia técnica sensible a nivel cultural, a los mercados y a la financiación”, señala la Sra. Ana Grigera, Especialista en Género y Diversidad del BID.

“Es fundamental que las autoridades gubernamentales, el sector privado y los Pueblos Indígenas en Panamá trabajen de forma coordinada”, añade.

La mezcla perfecta

Cuando le preguntamos a Elizabeth cómo espera que cambie su vida, nos dice que confía en que la vida siga igual, y continuar despertándose al amanecer para preparar su café. “Pero ahora el café será de mi propia producción”, admite con una risa franca.

“El café provee a las comunidades de los Pueblos Indígenas de sostenibilidad económica, social y medioambiental a largo plazo y les ofrece una forma fiable de obtener ingresos. Antes trabajaban en las plantaciones de café. Hoy, con la experiencia que han adquirido en las escuelas de campo para agricultores de la FAO, son ellos quienes dirigen sus propias fincas de café y lo venden directamente a compradores como nosotros”, afirma el Sr. Ricardo Tovar, Director de producción de Café Durán.

“Estoy alentando a las personas de la comunidad, en especial a los jóvenes, a que se formen y cultiven sus cafetales de la forma adecuada. El café no es una solución rápida para generar ingresos durante uno o dos años, sino algo que garantizará nuestra estabilidad a largo plazo», concluye Elizabeth.

Un país, un producto

En Panamá, el café forma parte del programa Un país, un producto de la FAO. Esta iniciativa sitúa a los pequeños agricultores y a la agricultura familiar en el centro de la producción, distribución y comercialización de un producto seleccionado en cada país.

También abre la posibilidad de una fructífera cooperación con el sector privado e instituciones financieras, como el BID.

“Lo que queremos construir es una plataforma de inclusión socioeconómica de más agricultores en el proceso productivo, donde el sector privado tenga conocimientos tecnológicos relacionados con el mercado” explica el Sr. Sanches Peraci respecto del proyecto.

La FAO proporciona una amplia gama de asistencia técnica y apoyo a la inversión. A través de su Centro de Inversiones, la FAO ayuda a transformar los sistemas agroalimentarios para un crecimiento económico inclusivo y un futuro más sostenible.

Contenido relacionado