Santiago (Chile).- La inversión extranjera en América Latina y el Caribe aumentó en un 40,7% en 2021, con respecto al año anterior, de acuerdo con el informe anual La Inversión Extranjera Directa en América Latina y el Caribe 2022 de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).

De acuerdo con la CEPAL, la región recibió 142.794 millones de dólares de inversión extranjera directa (IED) en 2021. Sin embargo, ese crecimiento no fue suficiente para alcanzar los niveles previos a la pandemia.

“En una región con bajos niveles generales de inversión, la inversión extranjera directa es fundamental para el diseño de una política productiva”, dijo el Secretario Ejecutivo de la CEPAL, José Manuel Salazar-Xirinachs.

El informe de la CEPAL destaca que todas las subregiones resultaron beneficiadas con la IED. Los países que recibieron mayor beneficio fueron:

  • Brasil (33% del total);
  • México (23%);
  • Chile (11%);
  • Colombia (7%);
  • Perú (5%); y
  • Argentina (5%).

Las fusiones y adquisiciones en la región en 2021 aumentaron en un 33%, aunque aún continúa siendo uno de los niveles más bajos de la década.

Las 20 mayores operaciones totalizaron 18.000 millones de dólares y ocurrieron en Brasil, Chile, Colombia, Guatemala y México.

“Para lograr un impacto positivo de la inversión extranjera directa, es necesario articular las políticas de desarrollo productivo con la atracción de inversiones de alta productividad, en actividades que apoyen procesos virtuosos de desarrollo en términos de inclusividad, calidad del empleo, sostenibilidad ambiental, innovación y complejidad tecnológica», dijo Salazar-Xirinachs.

«Las crisis en cascada que vive la región nos obligan a definir estrategias para posicionar a los países de América Latina y el Caribe en el panorama mundial de inversiones”.

El informe también destaca las estrategias necesarias para la inversión en la industria farmacéutica de la región para lograr «inversiones de calidad, complementadas con estímulos a las inversiones nacionales y a la investigación y desarrollo local».

También enfatiza que la industria de vehículos eléctricos es «una ventana de oportunidad para promover inversiones y desarrollar capacidades productivas en América Latina y el Caribe».

«Los fabricantes de vehículos y las empresas energéticas, mediante modelos de negocio más proactivos, pueden convertirse en agentes para la difusión, el desarrollo y la expansión de tecnologías», destaca el informe.

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