Hondureños justifican caravanas migratorias hacia EEUU por terror a pandilleros y desempleo
La migrante hondureña Esmeralda Castillo y sus hijas, esperan para abordar el autobús en San Pedro Sula, 180 km al norte de Tegucigalpa, el 9 de abril de 2019 © AFP ORLANDO SIERRA

San Pedro Sula (Honduras) (AFP) – A sus 22 años de edad, la hondureña Esmeralda Castillo se sumó con sus dos hijas pequeñas a una caravana de migrantes para huir del terror que siembra en su barrio la pandilla Barrio 18, varios de cuyos integrantes la violaron cuando tenía 17 y la dejaron embarazada.

«Yo venía saliendo del colegio, en un callejón me hicieron el acto sexual tres muchachos de la (Barrio) 18, quedé embarazada de la niña» que tiene cuatro años, narró Esmeralda a la AFP, sentada en la acera de la terminal de buses de San Pedro Sula, 180 km al norte de Tegucigalpa.

Esta joven delgada y morena vio un aviso en la aplicación WhatsApp sobre una nueva «caravana del migrante». Alistó a sus hijas en la colonia ‘Rivera Hernández’, feudo de Barrio 18, para trasladarse a la terminal de autobuses local.

– Nueva caravana –

Como Esmeralda, cerca de 1.000 hondureños acataron el llamado y partieron entre la noche del martes y la madrugada del miércoles, unos en autobuses y otros caminando por la orilla de la carretera a la frontera con Guatemala.

Muchos hombres y mujeres llevan niños, incluso en brazos. Esmeralda va con sus niñas de ocho meses y cuatro años.

Hondureños justifican caravanas migratorias hacia EEUU por terror a pandilleros y desempleo
Migrantes hondureños abandonan el Centro Metropolitano de San Pedro Sula, a 300 km al norte de Tegucigalpa, para viajar a la frontera con Guatemala, el 10 de abril de 2019.
© AFP ORLANDO SIERRA

Las caravanas surgieron como por arte de magia el pasado 13 de octubre en la central de transporte de San Pedro Sula, la segunda ciudad de Honduras.

Alguien puso avisos por redes sociales que corrieron como pólvora hasta provocar una avalancha de unas 2.000 personas que emprendieron la arriesgada caminata en esa primera caravana hondureña.

Al menos dos grupos más partieron del mismo lugar en las semanas siguientes, con menos participantes.

También se sumaron migrantes de El Salvador y Guatemala hasta formar grandes concentraciones en las calles y albergues de ciudades de México.

Según el vendedor de los boletos en transportes Congolón, Franklin Paz, de 28 años, el éxodo de hondureños hacia Estados Unidos se ha desarrollado durante décadas. Ahora ha notado el aumento de cubanos y africanos en estos movimientos.

Más de un millón de hondureños vive en Estados Unidos, la mayoría indocumentados, los cuales inyectan a la economía local más de 4.000 millones de dólares anuales, cerca de 25% del PIB y más que las exportaciones de 3.500 millones de dólares anuales.

El presidente estadounidense Donald Trump acusó a los gobiernos de Guatemala, El Salvador y Honduras de no hacer lo suficiente para detener los flujos migratorios, atribuidos fundamentalmente al descuido de los programas de generación de empleo, así como a las pandillas y narcotraficantes que controlan barrios de las ciudades.

– Desempleo y violencia –

«Aquí no hay trabajo y hay que huir por la delincuencia de las pandillas, que nos amenazan», lamentó Esmeralda, quien cursaba el octavo año del colegio cuando sufrió la violencia de los pandilleros.

«He salido a buscar trabajo desde hace dos años, pero (los empleadores) le dicen a uno que lo van a llamar pero nunca lo llaman», se queja.

«Se ve que (el viaje) es difícil, con mucho peligro para mis hijas, pero hay que hacer el sacrificio», se consuela Esmeralda, que luce cabello crespo amarrado y viste un pantalón de licra negra y una blusa oscura estampada de flores.

La joven explica su decisión de unirse a la caravana: «Me da miedo encontrármelos de nuevo, son una banda criminal, dicen que van a matar a toda la familia».

«Aquí uno nunca sale del hoyo en que está, lo maltratan, lo escupen, lo patean y hasta lo encuentran muerto en los matorrales», dijo un homosexual que se identificó como ‘Shakira’, de 28 años de edad y originario del caribeño Puerto Cortés.

«Uno se va del país porque los pandilleros quieren que uno se organice en la mara para salir a extorsionar y matar», aseguró Oscar Hernández, de 41 años. También, «yo trabajé solo tres meses el año pasado porque no hay trabajo», argumentó para justificar su viaje en la caravana.