Washington (AFP) – Las históricas protestas en Cuba colocaron en la lista de prioridades del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, un tema con el que esperaba moverse lentamente y que, según expertos, probablemente arruinará las perspectivas de una nueva apertura hacia la isla en el corto plazo.

Biden emitió un comunicado para expresar su solidaridad con «el pueblo cubano y su clamor por la libertad», en tanto la Casa Blanca advirtió a las autoridades cubanas que no usen la fuerza después de que miles de personas salieran a las calles el domingo en medio de la peor crisis económica en décadas.

Estados Unidos volvió e endurecer su política hacia Cuba con el gobierno de Donald Trump (2017-2021) tras la normalización de las relaciones durante el mandato de Barack Obama (2009-2017), quien consideró que más de medio siglo de esfuerzos de Washington por derrocar al régimen de La Habana habían fracasado.

Biden, que fue vicepresidente de Obama, ordenó una revisión de la política hacia Cuba al asumir el cargo, pero la Casa Blanca dijo claramente no tener prisa y que el tema «no está actualmente entre las principales prioridades del presidente».

La postura hacia Cuba está teñida por la política interna de Estados Unidos, con una comunidad cubano-estadounidense fervientemente anticomunista con un enorme peso electoral en Florida, un estado clave para llegar a la Casa Blanca.

Ryan Berg, dedicado a América Latina en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, dijo que el gobierno de Biden vio más urgencia en abordar la migración desde América Central, otro tema interno candente, que la situación con Cuba.

«Eso, naturalmente, tuvo prioridad sobre un país que ha estado congelado en el tiempo durante más de 60 años. Es bastante difícil mover la aguja sobre Cuba y hemos intentado todo tipo de cosas», dijo Berg.

Prestar atención –

Como candidato, Biden se había mostrado dispuesto a restaurar los avances logrados durante la gestión de Obama levantando las restricciones sobre las remesas y los viajes a Cuba, que se encuentra a apenas 145 km de Florida.

Pero aún no cumplió esa promesa y mantuvo silencio sobre una decisión de último minuto del Departamento de Estado de Trump de declarar a Cuba como estado patrocinador del terrorismo, algo que conlleva duras sanciones.

Berg esperaba que Biden acelerara la revisión de la política hacia la isla, pero consideró que tendrá dificultades para renovar la apertura si Cuba toma medidas enérgicas contra las protestas.

«Esto podría obligar a la administración Biden a retroceder, aunque por lo menos le obliga a prestar atención», dijo.

De manera similar, Biden ha mostrado poco interés en cambiar la política hacia Venezuela, donde Trump intentó sin éxito deponer al líder izquierdista Nicolás Maduro.

Asimismo, la semana pasada Biden se vio obligado a enfrentar otro asunto regional que tenía en segundo plano: el asesinato del presidente de Haití Jovenal Moise. No obstante, Washington no respondió favorablemente una solicitud de la atribulada nación caribeña para que envíe tropas.

Los demócratas controlan el Congreso solo por un estrechísimo margen y el titular del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, el cubanoestadounidense Bob Menéndez -crucial para impulsar las nominaciones del gobierno-, rompe con buena parte del partido al favorecer una línea dura hacia el gobierno de La Habana.

Pulso político –

Otro asunto que probablemente Biden tenga en mente es Irán. Obama se mantuvo cauteloso en sus comentarios sobre una violenta represión de protestas en ese país de Medio Oriente, consciente de que el régimen clerical –al igual que el presidente cubano Miguel Díaz-Canel– estaba ansioso por vincular a los manifestantes con Estados Unidos.

En sus memorias post-presidenciales, Obama dijo sentirse profundamente incómodo con el «enfoque pasivo» recomendado por sus asesores, que provocó una feroz condena del Partido Republicano rival.

Y los republicanos mostraron ya sus garras ante la respuesta del gobierno de Biden a lo ocurrido en Cuba, incluyendo un tuit inicial de Julia Chung, diplomática a cargo de América Latina, que vinculó las protestas en la isla con los crecientes casos de covid-19.

El senador Marco Rubio, un republicano de Florida y furibundo crítico de La Habana, calificó al comentario de «ridículo» y advirtió que las autoridades cubanas tratarían de «chantajear» a Biden amenazando con un éxodo de balseros si no restaura la política de Obama.

John Kavulich, presidente del Consejo Económico y Comercial Estados Unidos-Cuba, que asesora a empresas estadounidenses sobre la isla, dijo que las protestas generarán presión para completar la revisión de Cuba, aunque duda que Biden alguna vez restablezca las medidas de Obama, como permitir cruceros.

«Cada micra de la política de Estados Unidos que afecta a la República de Cuba es vista por la administración Biden a través de un microscopio político: aprobar legislación, nominaciones, presupuestos, techo de deuda e infraestructura y otras medidas en 2021 y luego prepararse para las elecciones de 2022 y 2024», dijo.

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