SAN SALVADOR, EL SALVADOR — Las gemelas Génesis y Amalia, de 25 años de edad, quienes pidieron no publicar su apellido, están acostumbradas a hacer todo juntas. Las dos estudiaban enfermería cuando decidieron emigrar de forma indocumentada a, Estados Unidos, en el 2013. Las dos estuvieron con órdenes de deportación y las dos fueron separadas de sus pequeños de 2 años de edad y deportadas de regreso a El Salvador el mismo día.

Génesis, quien es alrededor de dos minutos mayor que Amalia, se tapa la boca tratando de contener la tristeza cuando recuerda que su pequeñito  se quedó en Virginia.

“Él está muy pequeño para poder hablar por teléfono. No hay forma de que él comprenda que yo no lo quería dejar, que me obligaron a dejarlo”, dijo Génesis y con el dolor reflejado visiblemente en la cara agregó: “No sé cuánto tiempo va a tomar para sacarle el pasaporte (estadounidense) y traerlo a vivir aquí. Cada día sin él se siente como una eternidad y me duele que él crea que yo lo abandoné. Yo jamás lo hubiera dejado. Me obligaron a dejarlo”.

Ambas hermanas fueron detenidas en la frontera hace cinco año y fueron dejadas en libertad bajo fianza mientras sus casos eran procesados en las cortes de inmigración de Estados Unidos. Ambas aseguran que pagaron alrededor de $11,000 cada una en abogados y formularios. En ese tiempo pudieron trabajar, pero todo lo que ganaba iba para pagar abogados, dijeron ambas.

“Las veo muy triste, y no sólo porque fueron deportadas. De nada les sirvió pagar tanto dinero en abogados porque fueron separadas de sus hijos. Y no sabemos por cuánto tiempo”, dijo la madre de las gemelas. Ella fue a recibirlas a la Casa del Migrante, ubicada en una de las zonas más pobres de la capital salvadoreña.

Aunque estos niños no fueron separados de sus madres en la frontera, este es otro caso de separación familiar impuesto por la administración Trump.

El gobierno de El Salvador sólo reporta 6 casos de menores separados de sus padres en la frontera. Pero hay muchos otros casos como estos de separación familiar forzadas.

“Es posible que hayan casos de separación familiar que no están siendo deportados. Cuando los padres lo deportan nosotros activamos el proceso con el Ministerio de Relaciones Exteriores para ayudar en la reunificación familiar”, explicó Ana Solórzano, directora de la Casa de Atención Al Migrante.

Al igual que estas hermanas, decenas de salvadoreños son recibidos de miércoles a viernes en la Casa del Migrante. En este centro, las personas deportadas son recibidas con una charla de bienvenida y elementos básicos de higiene personal, como cepillo y pasta de dientes.

Las personas que reportan haber sido víctimas de violaciones o abusos en su trayectoria hacia el norte, reciben ayuda psicológica.

“Vemos que los procesos de retorno (deportación) sí impactan. Las personas presentan altos niveles de ansiedad, muchos no han dormido… en general, hay descompensación emocional y física”, agregó Solórzano.

No hay cifras exactas de cuántas familias son separadas por las autoridades de migración, pero los expertos calculan que son miles de familias y que el problema siempre ha dado, sin embargo, estos casos son más visibles bajo la administración Trump.

De vacaciones

José Reynaldo Valencia, de 24 años de edad, vivió en McAllen, Texas, por 7 años. Él trabajó como mecánico automotriz hasta que un día salió de su casa, vio a unos policías que tenían un retén a la entrada del vecindario y decidió mantener su rutina.

“Estaban vestidos como policías, tenían chalecos antibalas que decía Police, pero no eran. Eran agentes de migración. Sí hubieran estado vestidos como lo que eran, jamás hubiera pasado por esa calle. Yo seguí como si nada, y ahí fue que de detuvieron”, dijo el joven, quien hasta hace poco era el sostén económico de sus dos hermanos menores y su madre, quienes viven en el Departamento de Usulután.

Él fue deportado a El Salvador el viernes 30 de junio. José Reynaldo dijo que se tomaría unos días de “vacaciones” y que iniciaría el camino de regreso el siguiente fin de semana.

Del 1 de enero al 15 de julio del 2018, el gobierno salvadoreño reporta 7,702 personas deportadas de Estados Unidos, una disminución del 16% en comparación con el mismo período del año anterior. De estos deportados, 46 son menores de edad.

“Cuando regresan vienen en condición de vulnerabilidad. Aún tienen lo que los motivó a emigrar, más la deuda del traficante de personas, en algunos casos han sido víctimas de robos, extorsiones o violaciones”, explicó Solórzano.

La Directora de la Dirección General de Migración de El Salvador, Evelyn Marroquín, dijo que no les pueden decir a las personas que no emigren, ya que es un derecho humano, pero sí tienen campañas de información pública para explicar los peligros de emigrar de forma indocumentada.

“Lo que gano en una hora como mecánico allá (Estados Unidos), aquí me tardaría como una semana, si tengo suerte y encuentro un trabajo”, dijo el joven migrante. “Hubiera preferido no tener estos días de vacaciones, pero pienso disfrutar el tiempo con mi familiar antes de regresar”.

* Este trabajo fue publicado previamente en Ethnic Media Services, que desarrolla periodismo multicultural y proyectos de mercadeo para promover el discurso público inclusivo. Ethnic Media Services opera bajo el auspicio fiscal del San Francisco Study Center.