Medellín (Colombia) (AFP) – Lejos de los laboratorios para procesar cocaína, en lo profundo de la selva, en cualquier apartamento de Medellín se cocina el «tusibi», la droga de moda en las fiestas de Colombia.

También llamado «cocaína rosada», el colorido polvo que se consume en clubes de música electrónica no tiene ninguna relación química con el estimulante a base de hoja de coca que exporta Colombia por toneladas.

En realidad, el «tusi» es un cóctel de varias sustancias, principalmente ketamina, un anestésico usado en animales. «Cada cocinero maneja sus proporciones y existen tantas recetas como cocineros hay en este mundo», explica a la AFP un químico farmacéutico que prepara la mezcla al baño María para venderla en fiestas y entre su círculo social en Medellín.

Su receta contiene principalmente ketamina, a la que le agrega éxtasis y el alucinógeno mescalina.

Todas estas sustancias se consiguen en el mercado negro de drogas de la segunda ciudad de Colombia por el equivalente a 180 dólares. Los 15 gramos de polvo rosado que resultan del proceso valen unos 1.500 dólares en las calles. «Genera estados de euforia, como si estuvieras borracho. Te genera alegría, exaltación», explica el cocinero de «tusibi», bajo reserva.

En otras regiones, la mezcla incluye medicamentos psiquiátricos de la familia de las benzodiacepinas y hasta opioides, analgésicos altamente adictivos que han matado a más de 500.000 personas en Estados Unidos, explica Diana Pava, toxicóloga del Grupo de Investigación de Sustancias Psicoactivas de la Universidad Nacional.

Su nombre es una adaptación del inglés 2C-B, un alucinógeno sintetizado por primera vez en los años 70 en Estados Unidos y prohibido a nivel mundial desde el 2001.

«Esto se creó como un cóctel tratando de imitar la molécula original 2C-B (…) simplemente se buscó generar una sensación similar», indica el químico bajo reserva.

Detectado por el Observatorio de Drogas estatal hace casi una década, el «tusi» se ha infiltrado en versos de reguetón y en la farándula colombiana. A comienzos de año, la modelo Mara Cifuentes aseguró estar en un centro de rehabilitación tras varios meses usando la sustancia y la actriz Yina Calderón admitió que su mamá es «adicta».

En su consultorio de Medellín el toxicólogo Juan Carlos Sánchez ha atendido varios casos de «episodios psicóticos o delirantes».

La ONG Acción Técnica Social, que adelanta un programa de testeo de drogas en fiestas, analizó 228 muestras de «tusibi» a lo largo de 2021. La gran mayoría era una mezcla entre ketamina y éxtasis. Un 16% tenía los peligrosos opioides.

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