Paquimé (México).- Durante décadas, la teoría de una inmigración a gran escala desde el centro de México hacia el norte del país fue considerada como una explicación probable para el apogeo poblacional de Paquimé, en Chihuahua. 

Sin embargo, una investigación reciente basada en análisis de ADN mitocondrial antiguo ha echado por tierra esta hipótesis, revelando que no existió un reemplazo genético significativo entre los antiguos habitantes de esta ciudad, la más representativa de la cultura Casas Grandes.

El proyecto, respaldado por el Consejo de Arqueología del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), fue encabezado por el arqueólogo José Luis Punzo Díaz, del Centro INAH Michoacán, en colaboración con el arqueólogo Michael T. Searcy y la antropóloga molecular Meradeth Snow, ambos adscritos a universidades estadounidenses. 

Sus hallazgos fueron publicados en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, dando respaldo académico al trabajo multidisciplinario que echó mano de métodos genéticos avanzados para evaluar los orígenes poblacionales de esta antigua urbe prehispánica.

Durante su apogeo, hacia el año 1200 d.C., Paquimé habría albergado aproximadamente a 3,500 personas, convirtiéndose en el núcleo urbano más grande entre las culturas del desierto del suroeste norteamericano. 

Su importancia como centro político y ceremonial fue clave en el crecimiento regional, aunque las razones exactas de su florecimiento siguen siendo motivo de estudio y debate entre los especialistas.

Una de las teorías predominantes fue la del arqueólogo Charles DiPeso, quien sugirió que Paquimé fue fundada por migrantes del centro de Mesoamérica con el fin de establecer un punto estratégico para el comercio de productos exóticos. Esta visión implicaba un cambio abrupto tanto en lo cultural como en lo poblacional. 

Sin embargo, con el paso del tiempo, surgieron posturas alternativas que abogaban por un modelo de desarrollo local, donde el crecimiento y transformación cultural fueron impulsados principalmente desde el interior de la región.

La pieza faltante para zanjar el debate era un estudio que empleara herramientas genéticas robustas como el análisis de ADN antiguo. Con ese objetivo, los investigadores analizaron muestras óseas almacenadas en el Museo de las Culturas del Norte. 

Se tomaron especímenes de dos sitios clave: el sitio Convento, correspondiente al periodo Viejo (700–1200 d.C.), y Paquimé, que pertenece al periodo Medio (1200–1450 d.C.). Ambas excavaciones fueron realizadas originalmente por DiPeso y sus colegas entre 1958 y 1961, en el marco de la Expedición Conjunta Casas Grandes.

En total, se analizaron datos mitogenómicos de 114 individuos. El estudio fue realizado en el laboratorio de ADN antiguo de la Universidad de Montana, donde se extrajeron fragmentos mínimos de huesos o dientes y se construyeron bibliotecas genéticas para su secuenciación. 

El proceso incluyó la técnica de sondeo de hibridación, especialmente útil para recuperar fragmentos del mitogenoma, es decir, el ADN mitocondrial que se transmite exclusivamente por línea materna.

Estudio genético descarta inmigración masiva en Paquimé, Chihuahua
Los resultados sugieren que la migración no estuvo mediada por mujeres, asimismo, no explica un evento migratorio que cambiara la genética regional. Foto Mauricio Marat, INAH

Los resultados fueron concluyentes: no se identificó un cambio genético significativo entre los periodos analizados. La continuidad genética a lo largo de más de 700 años sugiere que los linajes maternos permanecieron estables, lo que implica que no hubo una migración masiva mediada por mujeres, como se esperaría en un escenario de colonización desde otro punto geográfico.

Este hallazgo es particularmente importante porque, en caso de haberse dado un flujo migratorio sustancial desde una región con diferente composición genética, se habría reflejado en la aparición de haplogrupos y haplotipos distintos entre los dos periodos. Además, se esperaría encontrar clados separados, sin continuidad genética entre ellos. 

Nada de esto fue observado, lo que refuerza la teoría de que los cambios culturales observados en Paquimé y en la tradición Casas Grandes en general, fueron el resultado de procesos internos.

La ausencia de señales genéticas de reemplazo poblacional femenino pone en entredicho modelos que atribuyen el apogeo de Paquimé a influencias externas. Por el contrario, sugiere que la complejidad social, la arquitectura monumental y las redes comerciales que caracterizaron a esta ciudad fueron producto de una evolución cultural endógena. 

Así, el estudio contribuye de forma decisiva a una revalorización de los procesos locales en la historia del norte de México prehispánico.

A pesar de la sofisticación del método y la solidez de los datos, los investigadores reconocen que queda mucho por descubrir. La interpretación del pasado es una tarea en constante evolución, y estudios futuros podrían añadir nuevas capas de complejidad a este escenario. 

Sin embargo, por ahora, la evidencia genética respalda con firmeza la hipótesis de un desarrollo local, sin migración masiva, como motor del auge de Paquimé.

Este artículo fue elaborado con la ayuda de herramientas de inteligencia artificial y revisado por un editor de Hispanos Press.