Tomaševo (Montenegro).- Un grupo de turistas llega a la casa de los Pešić, mira a su alrededor con curiosidad y pregunta por las opciones para comer cerca de Tomaševo, un pequeño pueblo de unos 300 habitantes en el noreste de Montenegro. En una región conocida por su terreno montañoso y sus hermosos paisajes, el agriturismo está empezando a despegar, sobre todo gracias a otros europeos que desean experimentar el encanto y la paz de la vida rural.

Vučko Pešić describe lo que ofrece su familia: quesos locales caseros de varios tipos, salchichas y fiambre, pan recién horneado, miel casera y hortalizas que vienen directamente de su huerto. Los turistas se muestran visiblemente aliviados: no solo comerán, sino que comerán bien. Los Pešić sirven comida sencilla y tradicional, la misma que consume su propia familia. Su hospitalidad es evidente, y el grupo decide aceptar su oferta y quedarse.

Pero más allá de abrir su casa al turismo rural, el ganadero lechero Vučko Pešić también inspira y motiva a otros agricultores de este recóndito rincón del país como facilitador de una escuela de campo para agricultores, capacitado en el marco de un proyecto de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Sin embargo, antes su vida era muy distinta. Vučko empezó a dedicarse a la agricultura a los 30 años. Él, su esposa Milijanka y sus hijos vivían en el centro de la cercana ciudad de Bijelo Polje, y Vučko mantenía a la familia trabajando en una gasolinera.

La escuela de campo para agricultores de la FAO ha ayudado a los ganaderos de Montenegro a mejorar las condiciones de cría, adoptar mejores medidas higiénicas y de almacenamiento de la leche y perfeccionar las técnicas de alimentación. © FAO / Vuko Jovanovic

Sus padres tenían una pequeña granja con dos vacas lecheras, típica de la zona y suficiente para cubrir sus necesidades. Cuando perdió su trabajo y su padre falleció, Vučko empezó a pensar en hacerse cargo de la granja.

“Al principio, ¡no sabía nada!”, recuerda Vučko. Él y su mujer tuvieron que aprenderlo todo desde cero: cómo cuidar a los animales, cómo alimentarlos y cómo elaborar la leche.

La madre de Vučko solía hacer un queso tradicional especial y transmitió sus conocimientos a Milijanka. Esa habilidad, heredada de generación en generación, abrió nuevas puertas a la familia, que vende productos alimenticios frescos, caseros y locales a los visitantes de la zona.

Oro blanco

Milijanka no tardó en aprender a elaborar queso con su suegra y empezó a producir lo suficiente para vender en los mercados locales. Sus quesos comenzaron a ser muy solicitados y la demanda creció, lo que les permitió aumentar el número de vacas. Ahora dirige una pequeña instalación destinada a la producción de queso en la explotación familiar con leche de sus propias vacas.

El queso —sobre todo, el queso fresco— ha sido un alimento básico de la dieta balcánica durante siglos. Elaborados con leche de oveja o de vaca, los quesos montenegrinos pueden servirse como aperitivos, como aderezos para ensaladas o como platos principales de comidas contundentes.

Entre las creaciones de Milijanka destacan el queso enrollado relleno de crema agria y el vraneski lisnati: un excepcional queso blanco con finas láminas y un aroma y sabor agridulces característicos. El nombre alude a su textura: significa “en láminas”.

La escuela de campo para agricultores de la FAO ha ayudado a los ganaderos de Montenegro a mejorar las condiciones de cría, adoptar mejores medidas higiénicas y de almacenamiento de la leche y perfeccionar las técnicas de alimentación. © FAO / Vuko Jovanovic

A medida que sus productos se abrían paso en los hoteles locales, Vučko ampliaba su rebaño y el negocio crecía en paralelo a la granja.

En la actualidad, la familia posee 40 vacas, 30 colmenas para la producción de miel y varios cerdos y lechones. Sus ocho hijos adultos y sus propias familias participan plenamente: alimentan a los animales, ordeñan, elaboran queso, cultivan el huerto y preparan el ensilado.

“Estamos activos todo el día, sin excepción”, asegura Vučko con orgullo.

La unión hace la fuerza

Vučko, que siempre ha creído en el esfuerzo mancomunado, fundó un grupo de agricultores tras el fallecimiento su padre.

“Juntos mejoramos nuestro nivel de mecanización”, señala Vučko.

La producción de ensilado es esencial para alimentar el ganado durante todo el año. La producción eficiente y de buena calidad es fundamental y, a menudo, supone un reto, teniendo en cuenta las zonas montañosas y de gran altitud de Montenegro, donde los rendimientos son bajos.

La primera experiencia de Vučko con la FAO, en 2007, supuso un punto de inflexión. Aprendió métodos mejorados para ensilar.

Los facilitadores de las escuelas de campo para agricultores como Vučko son fundamentales para asegurar que los conocimientos sigan difundiéndose, durante la participación de la FAO y después de ella. © FAO / Vuko Jovanovic

“La FAO trajo a los mejores expertos, con los que mantuve el contacto durante años e incluso ahora, si tengo alguna duda, acudo a ellos”.

La escuela de campo para agricultores de la FAO ha ayudado a los ganaderos de Montenegro a mejorar las condiciones de cría, adoptar mejores medidas higiénicas y de almacenamiento de la leche y perfeccionar las técnicas de alimentación.

Como facilitador de una escuela de campo para agricultores, Vučko estudió técnicas mejores y más adecuadas para la elaboración de la leche y aprendió a ayudar a los ganaderos a comprometerse con nuevas ideas. “Estoy dispuesto a adoptar cualquier tecnología que mejore la producción o la sanidad animal”, afirma. “Otros agricultores no siempre pensaban así, pero ahora son más abiertos, más curiosos, más participativos”.

Vučko ayuda a dirigir reuniones de grupo en las que los agricultores determinan problemas compartidos y acuerdan los cambios en las prácticas de gestión agrícola que están dispuestos a realizar. Cuando se demuestra que las nuevas ideas funcionan en la vida real, los demás también las incorporan.

Los facilitadores como Vučko son clave para mantener el progreso, ya que velan por que el conocimiento se siga difundiendo, incluso más allá de la participación de la FAO.

Hoy en día, Vučko y Milijanka pisan terreno firme gracias a la prosperidad de su granja y su actividad. Su periplo brinda un plan de actuación a los demás, y su participación en las escuelas de campo contribuye a que otros puedan seguir sus pasos.