Caravana migrante cambia de albergue tras chubascos en frontera México-EEUU
Inmigrantes centroamericanos fueron relocalizados en un albergue semitechado en el este de Tijuana, ciudad mexicana fronteriza con Estados Unidos, el 30 de noviembre de 2018 © AFP PEDRO PARDO

Tijuana (México) (AFP) – Tiritando de frío por la tupida lluvia y las bajas temperaturas que dominaron la noche del jueves en la mexicana ciudad de Tijuana, miles de centroamericanos de la caravana migrante empacaban sus mojadas colchonetas para mudarse este viernes a un nuevo albergue semitechado, constató la AFP.

Desde la noche del jueves «han sido trasladados unos 850» centroamericanos en buses hasta el nuevo albergue, un centro de espectáculos semitechado con capacidad para 7.000 personas, informó Mario Osuna, secretario de Desarrollo Social de Tijuana, una ciudad del noroeste de México fronteriza con Estados Unidos.

«Allá tienen un espacio más digno contemplado como albergue, y que ya está a cargo del gobierno federal», aseguró a periodistas frente al antiguo albergue, cuyo funcionamiento estuvo a cargo de autoridades locales.

Durante dos semanas, más de 6.000 migrantes de la caravana -la mayoría familias hondureñas con niños- vivieron a la intemperie y en condiciones de hacinamiento en este refugio improvisado en un deportivo ubicado en un barrio marginal de Tijuana, a unos cuantos metros del muro fronterizo.

La persistente lluvia del jueves sorprendió a los centroamericanos, poco habituados al frío de esta zona desértica. El refugio se convirtió en un lodazal en el que flotaba la basura junto a las colchonetas y cobijas puestas al ras del suelo terroso.

Las infecciones respiratorias de muchos niños empeoraron.

«Se inundó todo, fue todo un desastre y tuvimos que salir corriendo», dijo a la AFP Luis López, un hondureño de 30 años, de los primeros en llegar al nuevo refugio.

«Es una zona buena, está pavimentado afuera», comentó bajo su gorro de invierno negro.

El nuevo albergue se localiza en un barrio marginal a unos 40 km del primero, y a unos 15 km de la frontera.

Muchos de los miles de migrantes que aún no se mudaban temían que el traslado fuera un engaño para deportarlos.

«Nadie nos quiere. Pensamos que es para sacarnos de México», dijo Avelín Romero, una hondureña que se aferra a su encharcada casa de campaña, donde duerme su bebé de 2 años.

Los servicios del primer albergue «van a quedar desactivados, la cocina ya no está, vamos a ir retirando paulatinamente los sanitarios», advirtió Osuna.

La primera caravana salió de San Pedro Sula, Honduras, el 13 de octubre y recorrió 4.000 km a pie y en autostop hasta llegar a Tijuana con el objetivo de cruzar a Estados Unidos. Otras caravanas le han seguido.