Kapoeta Sur (Sudán del Sur).- Es temprano por la mañana y Michael Lokuru Kuri saca a pastar a su ganado, como hace todos los días al amanecer para evitar el calor. Es una escena bastante apacible mientras conduce su ganado fuera del recinto.

Pero no siempre ha sido así. “Me han asaltado dos veces”, asegura Lokuru, como todos le llaman. Explica que, con las tensas relaciones con las comunidades vecinas del condado de Kapoeta Sur —en el estado de Ecuatoria Oriental, en la parte suroriental de Sudán del Sur—, “quieren llevarse nuestro ganado por la fuerza y también intentan matarnos.

Se llevaron todas mis vacas, así que sólo me quedaron cinco”. Cierra el puño para representar el número cinco y relata cómo tuvo que volver a esforzarse para conseguir más animales.

Pero al menos se han solventado algunos de los problemas a los que se enfrenta con su ganado. Anteriormente, la prolongada estación seca le había obligado a llevar a sus animales lejos de su aldea de Nakoringomo para que pastaran, con lo que aumentaba el riesgo de conflicto por los recursos hídricos.

Esto ocurría antes de que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), con financiación del Banco Africano de Desarrollo (BAfD), aportase ayuda para excavar un embalse de 30 000 m3 e instalase una bomba de agua alimentada por energía solar en su comunidad.

“Ahora no necesitamos llevar a nuestros animales a otros lugares a buscar agua porque tenemos suficiente para darles”, afirma este hombre de 34 años.

La presencia de esta instalación, alimentada por dos paneles solares que generan la electricidad necesaria para bombear agua de forma sostenible desde el embalse, implica que él y su comunidad ya no tienen que obtener agua de forma laboriosa de una cuenca de captación. “La bomba de agua solar nos lo ha simplificado todo”.

“Nuestro ganado bebe ahora agua limpia bombeada por la bomba solar a los abrevaderos”, explica Lokuru mientras llena uno con una manguera para que beba el ganado. Disponer de agua limpia significa que los animales se mantienen más sanos, cuestión fundamental para las personas que dependen del ganado para vivir.

Implementado por la FAO en nombre del BAfD y el Gobierno de Sudán del Sur, el apoyo forma parte de una iniciativa para impulsar la resiliencia y la capacidad de adaptación de las comunidades frente al cambio climático.

Meshack Malo, Representante de la FAO en Sudán del Sur, asegura que el preocupante nivel de inseguridad alimentaria del país es un reto importante. “En este país, todavía tenemos más de un 70 % de personas que, en algunas ocasiones, no están seguras de dónde van a conseguir su próxima comida”, afirma Malo.

A esto hay que añadir las repercusiones continuas de los combates en amplias zonas del país y el cambio climático, “de manera que el país se encuentra frente a este doble y a veces incluso triple desafío, con inundaciones o condiciones de sequía”, concluye Malo.

En la granja de Lokuru, los estragos del cambio climático son claramente visibles en el suelo agrietado y los cultivos marchitos de sus campos.

“Ha habido cambios en la meteorología”, afirma. “Este año ha sido el peor; todos los cultivos resultaron abrasados por el sol”, describe, desmenuzando la cosecha reseca entre sus dedos. “No hemos recolectado nada en esta temporada”.

Por eso es tan importante para su familia mantener sano el ganado. Para las tres cuartas partes de la comunidad de aquí, “sus medios de vida son el ganado, y de hecho dependen de ello”, asegura Quinto Asaye Alex, inspector de los servicios veterinarios de Ecuatoria Oriental, mientras se prepara para vacunar a las cabras de Lokuru.

Un objetivo aún más importante de las visitas del veterinario es la capacitación del propio Lokuru para administrar las vacunas a sus animales y a los de sus vecinos.

La capacitación apoyada por la FAO para trabajadores comunitarios como Lokuru —que fue designado por su propia aldea— incluye la administración de vacunas, la identificación de enfermedades, la separación de los animales enfermos de los sanos y su tratamiento, explica Quinto.

Lokuru es uno de los 30 trabajadores comunitarios que han recibido capacitación en todo el condado de Kapoeta Sur.

“Me considero un líder porque tengo los conocimientos. La FAO me ha formado en muchos ámbitos. Administro tratamientos y vacunas, algo que otras personas no pueden hacer. Todavía tengo fuerzas. Capacitaré a los jóvenes y me aseguraré de que lleguen a ser como yo en la comunidad”.

Con la ayuda de la iniciativa dirigida por la FAO y sus socios, los esfuerzos de Lokuru están ayudando a su comunidad a mantener sus medios de vida y a capacitar a los jóvenes para que hagan lo mismo, en medio de los desafíos a los que se enfrenta su país.

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