San Salvador (AFP) – El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, decretó el fin de las conmemoraciones de los acuerdos de paz liderados con éxito por la ONU y que terminaron con la sangrienta guerra civil de 12 años el 16 de enero de 1992, y en su lugar instauró un día para las víctimas.

«De ahora en adelante, por decreto presidencial, el 16 de enero será el «Día de las Víctimas del Conflicto Armado», consignó Bukele por medio de Twitter.

El anuncio ocurre un día después de que más de 3.000 veteranos del Ejército y exguerrilleros de izquierda, conmemoraron el 29 aniversario del fin de la guerra civil (1980-1992), donde rechazaron que el pacto haya sido una «farsa», como consideró el gobernante.

«Dejaremos de conmemorar a los que ordenaron sus muertes y empezaremos a conmemorar a quienes sí deben ser conmemorados», insistió Bukele.

El decreto instaura «el 16 de enero de cada año como el día de las víctimas del conflicto armado como un justo reconocimiento a todas las personas que ofrendaron sus vidas durante el mismo».

Bukele dejó sentado en el decreto que «la firma de los acuerdos de paz no representó ninguna mejora para la población en sus derechos más básicos» tales como salud, la educación, la vivienda, el empleo y la justicia social.

Por el contrario, dice, «representó, por una lado, el inicio de una etapa de mayor corrupción y exclusión social y; por otro, el inicio de una etapa de enriquecimiento de manera fraudulenta de los mismos sectores firmantes de «los acuerdos».

El 16 de enero de 1992 bajo la mediación de la ONU, el gobierno y la entonces guerrilla del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN, izquierda), firmaron los acuerdos de paz que abrieron el camino a la democracia.

La guerra civil, que se produjo por la injusticia social, el cierre de los espacios de participación política y la represión militar, dejó más de 75.000 muertos, 7.000 desaparecidos y pérdidas millonarias a la economía.

Con los acuerdos de paz se readecuó el sistema judicial, se crearon nuevas instituciones de derechos humanos y tres cuerpos de seguridad fueron declarados proscritos y reemplazados por una nueva policía civil.

El ejercito se sometió al poder político, 7.900 combatientes del FMLN se desarmaron y la organización conformó un partido político que gobernó el país entre 2009 y 2019.

Más de 3.000 veteranos del Ejército y exguerrilleros de izquierda salvadoreños, alguna vez enfrentados, rechazaron que los acuerdos de paz sean una «farsa», como lo aseguró el presidente Nayib Bukele.

«Los acuerdos de paz son de nosotros, por lo tanto nosotros tenemos que decirlo independientemente de quien esté gobernando: no somos una farsa», aseguró Jesús Antonio Quijano, representante de los veteranos de la Fuerza Armada de El Salvador en una plaza de San Salvador.

Quijano consideró que los acuerdos de paz en el país son un modelo a nivel mundial «porque desde el momento en que las armas se callaron no volvieron a sonar».

«Es una irresponsabilidad de un jefe de Estado como Bukele» calificar de farsa los acuerdos de paz, «porque irrespetó la lucha de un pueblo», consideró el sábado la diputada del FMLN y firmante del plan de paz, Nidia Díaz.

El general retirado Mauricio Ernesto Vargas dijo que aceptar que el acuerdo fue una farsa, sería «el camino para que mañana les nieguen sus derechos» o que «les supriman sus beneficios» como pensiones.

Por su parte, el excomandante guerrillero Roberto Cañas declaró a la AFP que el «más justo homenaje» a los muertos del conflicto es que «la democracia se consolide» en un marco de respeto y tolerancia.

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