Brasilia (AFP) – En un bar de Brasilia, dos veteranos militantes del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT) reenvían mensajes a favor de Lula desde sus celulares, siguiendo las orientaciones de la campaña del exmandatario de combatir la abrumadora presencia de Jair Bolsonaro en redes sociales.

«No desistiremos. Nuestra batalla también está en las redes», dice a la AFP Zé Augusto, un profesor jubilado de 67 años que prefiere no dar su apellido, con la vista fija en la pantalla.

A poco más de cuatro meses para las elecciones presidenciales, Luiz Inacio Lula da Silva, de 76 años, conserva una cómoda -aunque decreciente- ventaja en los sondeos, pero en la arena de las redes sociales está muy lejos de la popularidad del actual mandatario ultraderechista, de 67 años, muy probablemente su contrincante en un balotaje el 30 de octubre.

En 2018, la hábil campaña digital de Bolsonaro y su legión de militantes comandados por su hijo y concejal de Rio de Janeiro, Carlos Bolsonaro, basada en propaganda, linchamiento de adversarios en las redes y desinformación, fue uno de los propulsores de la llegada del excapitán del Ejército al poder.

Desde entonces la supremacía digital del presidente se ha mantenido a todo vapor, como muestran los 47,5 millones de seguidores que suma entre Facebook, Youtube, Twitter, Instagram, Telegram y TikTok, el triple de los que tiene Lula (14 millones).

El entorno del exmandatario (2003-2010), un líder que no usa celular y que participó en cinco campañas electorales en una época en que no existían las redes sociales, decidió hace meses activar el contraataque para «arrasar en las redes».

Aumentó el número de mensajes e interacciones en sus cuentas, creó perfiles en nuevas redes, como TikTok, y sumó apoyos de artistas famosos, como la cantante Daniela Mercury, y de influenciadores digitales como Felipe Neto.

Además, lanzó Lulaverso, un sitio web de propaganda pensado para un público joven, desde el que los usuarios pueden unirse a grupos ‘lulistas’ en las principales redes sociales y compartir ‘stickers’ y GIFs del mandatario, en los que aparece bailando o con gafas de sol.

«Falta mucho» –

La campaña digital «mejoró, pero falta mucho», confesó hace dos semanas al sitio de noticias G1 la presidenta del PT, Gleisi Hoffmann.

Tras el acto de declaración oficial de Lula como precandidato este mes, el PT renovó la cúpula de su campaña y puso como coordinadores de comunicación al diputado y expresidente del partido Rui Falcao, y a Edinho Silva, que fue ministro en el gobierno de Dilma Rousseff (2011-2016).

«Vamos a crear una cadena enorme de militantes y simpatizantes y ampliar cada vez más nuestros medios de comunicación para que podamos derrotar a Bolsonaro en todos los frentes», explicó Falcao a la AFP.

La campaña digital de Lula está bien posicionada en los medios tradicionales, pero los mensajes de Bolsonaro a través de su ecosistema de páginas y grupos en plataformas digitales «llegan más lejos» porque se dirige más «a la gente común» y no tanto a la militancia, afirma Pablo Ortellado, coordinador del Monitor de Debate Político en el Medio Digital.

La comunicación del entorno de Lula «es endógena, fortalece la convicción, pero no consigue atravesar los muros de sus grupos, que tienen una ideología y una identidad política muy definida», agrega.

«Evitar noticias falsas»

Bolsonaro y Lula tienen un concepto muy diferente de la libertad de expresión.

El mandatario, investigado en la Corte Suprema por desinformación, aboga por que se relajen los controles de las plataformas, varias de las cuales le han eliminado contenido por difundir noticias falsas.

El líder izquierdista es partidario en cambio de regular las redes sociales, una idea que nunca ha terminado de detallar, a la vez que su partido insta a no producir ni reenviar noticias falsas, con una campaña de ‘stickers’ que alertan contra «estos tiempos en que los bolsonaristas, liderados por un presidente que miente siete veces por día, quieren ahogarnos en mentiras».

Las autoridades electorales brasileñas tomaron medidas para evitar que la campaña, que oficiamente empieza en agosto, se convierta en una nueva guerra de desinformación, como ocurrió en 2018, especialmente en Whatsapp.

«Queremos ganar la elección con la verdad», dice convencido el militante Zé Augusto, mientras sigue retuiteando.

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