Roma (Italia).- La obesidad ha dejado de ser un problema exclusivo de los países desarrollados para convertirse en una creciente preocupación en naciones de ingresos bajos y medios. 

Un análisis realizado por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) ha revelado que el elevado precio y la limitada disponibilidad de alimentos saludables están impulsando las tasas de obesidad en áreas urbanas y rurales de países en desarrollo.

Un punto crucial señalado por el análisis del FIDA es la brecha de precios entre los alimentos saludables y no saludables, siendo esta mucho mayor en países en desarrollo que en naciones desarrolladas 

Esta disparidad económica dificulta que aproximadamente 3 mil millones de personas en todo el mundo puedan permitirse una dieta saludable.

“Resulta alarmante constatar que 3 000 millones de personas en el mundo no pueden permitirse una dieta sana”, dijo Joyce Njoro, Especialista Técnica Principal en Nutrición del FIDA. 

En los países pobres, los alimentos frescos, como frutas, verduras y proteínas magras, a menudo son escasos y costosos, lo que lleva a las personas a optar por opciones menos saludables pero más asequibles. 

Como ejemplo, el análisis destaca que en estos países, es más fácil obtener una caloría de un huevo puede ser hasta 11.66 veces más costoso que obtener una caloría de alimentos ricos en almidón, mientras que en países ricos, esta diferencia es mucho menor, solo 2.6 veces más costosa.

“Aunque existen diferencias de precios entre los alimentos saludables y no saludables en todas las naciones del mundo, esa diferencia es mucho más acusada en los países más pobres”, dijo Njoro.  

“Además, las desigualdades respecto a un nivel elevado de ingresos dentro de los propios países se asocian a una mayor prevalencia de la obesidad”, 

Los hábitos alimenticios, destaca el análisis, también se ven influenciados por la publicidad y la disponibilidad de alimentos procesados y comidas rápidas. 

Las grandes empresas de alimentos tienden a promocionar sus productos menos saludables de manera más agresiva, lo que influye en las decisiones de compra de los consumidores. 

Esto crea un ciclo vicioso donde la población se ve bombardeada con opciones poco saludables y se aleja de una dieta equilibrada y nutritiva.

El análisis del FIDA resalta que en algunos países en desarrollo, la gordura en los niños es considerada como un signo de salud y riqueza, lo que puede llevar a la aceptación de una dieta poco saludable.

El género juega un papel importante, ya que las mujeres tienen más probabilidades de tener sobrepeso u obesidad que los hombres en casi todos los países en desarrollo. 

Se han propuesto múltiples razones para esta disparidad, que incluyen:

  • respuestas fisiológicas a la nutrición en etapas tempranas de la vida; 
  • diferentes respuestas hormonales al gasto de energía; 
  • aumento de peso asociado con embarazos; 
  • menores niveles de actividad física; 
  • depresión; y 
  • factores socio-culturales.

Para abordar el problema de la obesidad en países en desarrollo, el FIDA destaca la necesidad de políticas que mejoren la producción, disponibilidad y accesibilidad de alimentos saludables, así como campañas para concienciar sobre los riesgos para la salud asociados con la obesidad.

También recomienda la implementación de estrategias para combatir los desafíos culturales y de género que contribuyen a la tendencia ascendente de la obesidad en estas naciones.

“Si queremos poner freno al aumento de las tasas de obesidad en los países en desarrollo, necesitamos soluciones estructurales que aborden el funcionamiento de los sistemas alimentarios”, dijo  Njoro. 

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