Ciudad de México (México).- El hallazgo de que la Sierra de Pachuca fue la principal fuente de obsidiana verde empleada en el Templo Mayor de Tenochtitlan ha sido confirmado por un análisis exhaustivo de 788 artefactos arqueológicos, en lo que representa el estudio más amplio realizado hasta la fecha sobre este vidrio volcánico.

Los resultados, publicados en la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences, no solo posicionan a este yacimiento hidalguense como el proveedor primordial del Estado mexica, sino que también revelan que la capital del imperio recibió obsidiana de, al menos, otros siete sitios de Mesoamérica, reflejo de una red de comercio tan sofisticada como diversa.

El trabajo fue dirigido por el arqueólogo Diego Matadamas Gomora, en colaboración entre el Proyecto Templo Mayor (PTM) del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y la Universidad de Tulane, en Nueva Orleans.

La investigación combinó métodos arqueológicos tradicionales con tecnología avanzada, usando fluorescencia de rayos X portátil para analizar la composición geoquímica de los artefactos sin dañarlos. Las piezas analizadas datan de entre 1375 y 1520, y abarcan tanto contextos rituales como no rituales en el corazón ceremonial de Tenochtitlan.

Obsidiana verde en el Templo Mayor revela compleja red comercial mexica
Serpiente de obsidiana. Foto Mirsa Islas, cortesía PTM

Los hallazgos señalan que la obsidiana verde, conocida como «toltecaliztli», tuvo un papel central no solo en lo económico, sino también en lo simbólico. De particular valor entre las élites y los sacerdotes mexicas, esta piedra servía para elaborar complejos objetos rituales, cuya procedencia y circulación iluminan nuevas facetas del poder mexica.

En las primeras etapas constructivas del Templo Mayor, predominaba la obsidiana proveniente de Pachuca y Otumba. Sin embargo, tras la derrota de los tepanecas y la formación de la Triple Alianza, se observa una expansión abrupta en la variedad de fuentes, hasta alcanzar siete en las fases posteriores al apogeo imperial.

Este incremento en la diversidad geográfica sugiere una apertura en las rutas de aprovisionamiento, más allá de un modelo estatal centralizado. Aunque previamente se pensaba que el Estado mexica controlaba directamente la explotación y distribución de la obsidiana, los datos actuales muestran que ambos sistemas —el estatal y el de mercado abierto— coexistieron. De hecho, la obsidiana llegaba desde territorios enemigos o políticamente independientes como Tlaxcala, Metztitlán o la región purépecha, rompiendo con la idea de un monopolio rígido por parte del gobierno tenochca.

Entre las nuevas fuentes identificadas en el Templo Mayor, destacan El Paraíso (Querétaro), Tulancingo y Zacualtipán (Hidalgo), lugares previamente no registrados en contextos urbanos de Tenochtitlan.

Obsidiana verde en el Templo Mayor revela compleja red comercial mexica
Cuchillo miniatura. Foto Mirsa Islas, cortesía PTM

Estas nuevas ideas ayudan a entender mejor las relaciones entre regiones en ese periodo, mostrando que había intercambios de bienes que cruzaban fronteras políticas, incluso en tiempos de guerras o disputas territoriales.

La investigación también se benefició del minucioso sistema de catalogación del Proyecto Templo Mayor, que permite ubicar cada artefacto con precisión contextual y cronológica. Gracias a este registro detallado —que incluye medidas precisas, imágenes de alta calidad y la ubicación en las capas de terreno— se pudo hacer un análisis a lo largo del tiempo, es decir, observar cómo ha cambiado el uso de obsidiana en seis de las siete etapas de construcción del templo.

El equipo multidisciplinario estuvo compuesto, además del arqueólogo Matadamas Gomora, por destacados especialistas del INAH, como Leonardo López Luján y Rodolfo Aguilar Tapia, así como por el investigador Alejandro Pastrana.

Desde Tulane participaron los antropólogos Jason Nesbitt y Tatsuya Murakami, junto con la estudiante de doctorado Julia Sjödahl, quien lideró el análisis estadístico que permitió identificar la procedencia específica de cada artefacto en relación con las muestras geológicas.

Obsidiana verde en el Templo Mayor revela compleja red comercial mexica
Disco de obsidiana. Foto Mirsa Islas, cortesía PTM

La aplicación de tecnología no invasiva y la integración de métodos estadísticos avanzados marcan un hito en los estudios de materiales arqueológicos mesoamericanos. El trabajo, que se desarrolló entre abril de 2023 y mayo de 2025, demuestra cómo la ciencia puede arrojar nueva luz sobre aspectos poco conocidos del pasado prehispánico, como la circulación de materias primas, la lógica del intercambio económico y la permeabilidad de las fronteras políticas.

El estudio concluye que el Estado mexica, en lugar de ser un sistema cerrado y controlado, seguía un modelo híbrido donde coexistían la tributación, la gestión centralizada y el comercio libre. Este enfoque más matizado permite comprender cómo Tenochtitlan se consolidó como centro político, económico y religioso, capaz de atraer productos de regiones diversas, incluso en circunstancias de conflicto. 

La obsidiana, con su belleza y utilidad, fue uno de los principales vínculos entre los pueblos mesoamericanos, y su historia todavía sigue revelando los secretos de una civilización que asombró al mundo.